BIARRITZ (Francia).- La cuadragésimo quinta cumbre anual del G7 comenzó este sábado oficialmente en Biarritz, en el suroeste francés, con una cena informal entre los líderes de Francia, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Italia, Japón y Reino Unido.
El presidente francés, Emmanuel Macron, anfitrión del encuentro porque el país ostenta la presidencia de turno del grupo, recibió uno a uno a sus homólogos a los pies del faro de la ciudad y acompañado por su esposa, Brigitte.
La velada en ese lugar fue precedida de reuniones bilaterales y preparatorias para tomar el pulso a sus respectivas posturas en temas como el «brexit», la guerra comercial entre China y Estados Unidos o el pacto nuclear iraní, protagonistas de la agenda de estos tres días de discusiones, que concluirán el lunes.
Así, Macron mantuvo una comida de trabajo con el mandatario estadounidense, Donald Trump, que se prolongó durante dos horas, y también se vio, entre otros, con la canciller alemana, Angela Merkel.
«Quiero que este G7 sea útil. Esta reunión es importante. Sin ella, cada uno emprendería su camino», dijo horas antes en un mensaje televisado y dirigido a sus propios ciudadanos, en el que admitió que pese a ser complicado mitigar todas las divergencias, confiaba en que hubiera avances concretos.
Aunque la agenda establecida por Francia tiene como eje principal la lucha contra las desigualdades, la actualidad internacional se ha colado en la cita y hará hueco entre otros a la situación en la Amazonía, sobre la que Macron ha prometido que se movilizarán para luchar contra los incendios y ayudar a su reforestación.
⊕