España venció este domingo a Argentina por 97-75 en la final del Mundial de Baloncesto 2019. Pekín fue el escenario para que el quinteto ibérico logre una nueva estrella mundial después de 13 años.
Ganaron el oro los chicos de Sergio Scariolo en un partido que dominaron de principio a fin. Nada de los sustos y de las agónicas prórrogas que vivieron en la semifinal contra Australia.
🏆 CAMPEONES DEL MUNDO 🏆
Por segunda vez en la historia, #LaFamilia es CAMPEONA de la #FIBAWC ‼️
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🇪🇸 🆚 🇦🇷 (FINAL | 95-75)
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El cansancio no hizo mella en la selección después de dos semanas de torneo; o, si fue así, no se notó este domingo en Pekín.
Ricky Rubio, elegido mejor jugador del torneo, se ha mostrado muy emocionado tras recibir la copa: «He disfrutado como un niño», ha comentado, tras asegurar: «Hemos trabajado muy duro y hemos sacrificado mucho».
📹 Un momento MÁGICO ‼️ El capitán @rudy5fernandez levantando la 🏆 de CAMPEONES DEL MUNDO 🙌 #LaFamiliaEsOro por 2⃣ vez ❤️#SelMAS 🇪🇸 #SomosEquipo pic.twitter.com/x9yzGAOyTV
— Baloncesto España (@BaloncestoESP) September 15, 2019
La de esta tarde era la décima final para España de un gran torneo desde 1999. La primera sin Pau Gasol dentro del grupo, aunque la de 2006 la vivió desde el banquillo y con muletas.
En las tres ausencias anteriores del tótem en 20 años (2005, 2010 y 2013) solo cayó un bronce.
"Se gana porque se disfruta".
-Sergio Santos Hernández.pic.twitter.com/r8d2NbGJKm
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Desde el oro en Japón 2006, hace 13 años, la selección española solo ha faltado dos veces al podio en los grandes torneos: en el Mundial de 2010, el del triple de Teodosic; y en el de 2014, el del batacazo ante Francia.
En este tiempo: cuatro oros, tres platas y tres bronces en 12 campeonatos. Argentina, campeona en la primera edición del torneo en 1950, regresaba a la final 17 años después de la plata en Indianápolis ante la última Yugoslavia.
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España fue muy superior a un equipo argentino al que le anularon a Scola, su mejor hombre, y no pudo imponer su ritmo. El seleccionado, de gran torneo, se va de China con la medalla de plata tras haber sorprendido al mundo y con unas bases sólidas para ilusionarse a futuro. Fue 95-75 para los europeos.
Esta vez no dolió tanto como en la final del 2002 y el sabor de boca no es tan amargo. Hace 17 años en Indianápolis, la Generación Dorada (por el posterior oro en Atenas 2004) cayó ante Yugoslavia, árbitros mediante. Ahora, perdió porque se encontró con un equipo español que jugó mejor los 40 minutos decisivos del Mundial de China. Nada que objetar, en la justicia del resultado y a un equipo argentino que, pese a la derrota, será recordado por haber realizado un Mundial 9 puntos, impensado para todos.
España comenzó ganando porque impuso su estrategia. Como ante Francia dominó Argentina al frustrar a sus mejores tiradores, el equipo que dirige el italiano Scariolo -también asistente en Toronto, campeón de la NBA- lo hizo al secar a los mejores de Oveja Hernández, o sea: Scola y Campazzo.
En el primer cuarto, Luifa, bien marcado por Rivas, terminó 0-3 de cancha y Campazzo, que además arrancó con mala puntería, 1-5. Del otro lado, Argentina no encontraba a Rubio, quien se filtraba gracias a las cortinas de Gasol, y los europeos tomaban una impensada delantera de 14-2 porque, además, se adueñaban de los rebotes ofensivos (6-1). Entonces, debía aparecer otro para dar la cara, y ése fue Brussino, que con ocho puntos ayudó en la reacción, si bien el cuarto terminó 23-14 para España.
Si bien había una esperanza porque la brecha no era tan amplia y faltaban 20 minutos, el partido se terminó en el tercer cuarto.
Con Scola inactivo de un lado, y Gasol encendido del otro, era imposible para Argentina, que a 6m50 había sacado 17 (50-33). Un par de triples de Vildoza y Campazzo acercaron (55-39) pero España, con su ritmo, la mano caliente y dueña de los rebotes, manejaba todo. Si los argentos se acercaban, metían una ráfaga para estirar de nuevo.
Al menos, por fin llegaban los tantos de Scola, cuatro tiros libres, para el 43-62. Hernández les decía a sus dirigidos que no miraran el resultado, que trataran de hacer su juego. Difícil a esa altura. España era mejor en porcentaje de cancha (45 a 30), rebotes (26-17; 12-2 en ataque), puntos desde l… No iba a tirar la toalla el equipo, para nada.
Tampoco los hinchas, que con el «oh, Argentina vamos, ponga huevo, que ganamos», tapaban al «defensa, defensa» que ensayaban los españoles en la tribuna. Por momentos se vio lo mejor de la final, con una defensa -el sello de este equipo- que funcionaba al punto de haberse puesto a 12 (58-70) en 3m30. Eso de no mirar el tablero funcionaba para entrar en partido nuevamente. El problema era que los españoles habían sacado una diferencia tal, que los minutos corrían, ellos seguían jugando -además- y no alcanzaba para darlo vuelta…