Chile cumplió este viernes tres semanas de protestas con una masiva manifestación en la que cientos de miles de personas volvieron a clamar contra la desigualdad y contra las medidas sociales anunciadas por el Gobierno de Sebastián Piñera al considerarlas «insuficientes».
Tras varios días de concentraciones más minoritarias, las calles de la capital chilena se volvieron a llenar de gente de todas las edades, incluidos ancianos y niños, que de manera pacífica denunciaron también la represión con la que las fuerzas de seguridad están conteniendo el estallido social, que ya se ha cobrado la vida de veinte personas y ha dejado miles de heridos.
«Esta va a ser la marcha más larga de la historia, y no por su longitud, sino porque no vamos a abandonar las calles. El pueblo de Chile está cansado», dijo a Efe, Jorge Salinas, un obrero de 62 años.
«No podemos parar la lucha si todavía no vemos cambios importantes por parte del Gobierno. Queremos una nueva constitución y que se vaya Piñera«, aseguró por su parte a Efe la universitaria Laura Ríos.
AMBIENTE FESTIVO PERO REIVINDICATIVO
La marcha volvió a tener como epicentro Plaza Italia, una icónica rotonda que colinda con el centro histórico y que actúa de frontera entre los barrios acomodados y los barrios populares de la capital.
Allí, varios manifestantes renombraron la rotonda con una enorme pancarta en la que se leía «Plaza Dignidad» y otros llevaban carteles con consignas como «Marcho por los que han perdido sus ojos exigiendo dignidad» o «No hay roca más dura que mi resistencia».
También hubo batucadas y fuegos artificiales y cada cierto tiempo la multitud rompía a cantar el lema que se ha popularizado desde que comenzó el estallido social: «¡El que no salte es paco (carabinero)!».
«Tengo una deuda de 15.000 millones de pesos (cerca de 20.000 dólares) que contraje para estudiar. Es normal que salga a la calle a protestar, trabajo para pagar el crédito», reconoció a Efe la maestra Bárbara Ramírez.
El estallido social que vive Chile, el más grave de la democracia, se originó el pasado 18 de octubre en respuesta a la subida del precio de pasaje de metro, pero se convirtió luego en un clamor popular contra el Gobierno y el desigual modelo económico del país.
Piñera, quien decretó el estado de emergencia durante los primeros días de la crisis, respondió con una agenda social que no convence a los manifestantes e incluye aumento del salario mínimo y rebajas millonarias al sueldo de los parlamentarios.
El presidente anunció el jueves además una serie de medidas para combatir el «vandalismo» y convocó al polémico Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), un organismo creado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y conformado por los presidentes del Senado, el Congreso y los comandantes en jefe de las fuerzas armadas, entre otros.
Para el sociólogo de la Universidad de Chile Octavio Avedaño, la convocatoria del consejo fue una «provocación» por parte del mandatario y una muestra de que está «totalmente desconectado» de las demandas del pueblo: «En vez de ahondar en la agenda social que había marcado, decidió apagar el fuego con gasolina. Yo vaticino una intensificación de las protestas en los últimos días», declaró a Efe.
ALGUNOS EPISODIOS DE VIOLENCIA
La concentración del viernes transcurrió en su mayoría de manera pacífica, aunque se dieron algunos enfrentamientos entre manifestantes y agentes del estado y se levantaron barricadas en calles aledañas a la Plaza Italia.
También se originó un gran incendio en un edificio histórico de la zona y varios encapuchados irrumpieron en una iglesia para llevarse imágenes religiosas.
«Si yo vengo pacíficamente a manifestarme, ¿cómo no me voy a enrabiar si me tiran perdigones?», se preguntó su amigo Mauricio Valdés, mientras se colocaba un pañuelo en la cara para protegerse de los gases lacrimógenos que disparaban los carabineros.
La ONU, que envió a un equipo de observadores al país, pidió precisamente este viernes a las fuerzas de seguridad que dejen de usar de manera «arbitraria e indiscriminada» perdigones y balines para contener las protestas porque eso constituye una «grave» violación de los derechos humanos.
Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), un ente estatal independiente, hay 1.778 heridos hospitalizados, de los cuales casi dos centenares padecen lesiones oculares. EFE
INCENDIO DE UNIVERSIDAD PEDRO DE VALDIVIA
Un edificio patrio en el centro de Santiago de Chile se incendió este viernes cerca de la Plaza Italia, donde cientos de miles de personas se manifestaban en el día que se cumplen tres semanas de protestas en el país, que han dejado 20 fallecidos, seis de ellos ciudadanos extranjeros.
El fuego se propagó rápidamente entre el segundo y el tercer piso del inmueble, que era utilizado como rectoría y decanato de varias facultades de la Universidad Pedro de Valdivia.
La columna de humo que emanaba del incendio era fácilmente visible desde varios puntos de la capital chilena mientras numerosas compañías de Bomberos Voluntarios se apuraban para llegar al lugar y luchas contra las llamas, que engulleron la mayor parte del edificio.
Los carros de Bomberos tuvieron que cruzar por el medio de la multitudinaria manifestación de Plaza Italia, donde los ciudadanos congregados abrían paso rápidamente para dar acceso hacia la emergencia, que se encontraba a dos cuadras de la movilización.
Los bomberos controlaron las llamas en una hora e incluso fueron ayudados por los propios manifestantes con las mangueras y aparatos de extinción.
Parte del techo del edificio, que anteriormente fue ocupado por el Comité Olímpico de Chile (COCh), cedió durante las tareas de extinción, que una vez desplegadas las numerosas unidades de bomberos se centraron en intentar que las llamas no se propaguen a los edificios colindantes.
Felipe Guevara, el intendente de la región Metropolitana, en la que se ubica la capital del país, dijo a la televisión nacional chilena que «un grupo de encapuchados» habría entrado al edificio y, tras saquearlo, le habrían prendido fuego.
El rector de la Universidad Pedro de Valdivia, Rafael Rosell, dijo a ese mismo medio que «es muy triste para Santiago perder su patrimonio» y que un hecho así ocasiona «un daño muy grande a la comunidad».
La protesta de este viernes se convocó con la idea de replicar la masiva movilización del pasado viernes 26 de octubre, cuando 1,2 millones de personas se agolparon en la céntrica plaza de Santiago para mostrar su descontento hacia la desigualdad social y pedir la renuncia del presidente Sebastián Piñera.
Las protestas se iniciaron el pasado 18 de octubre en respuesta a la subida del precio de pasaje de metro, pero se convirtieron luego en un clamor popular contra el Gobierno y el desigual modelo económico del país. EFE