Con su primer disco de estudio en 9 años, «Resurrección», Hombres G han completado hoy su retorno a la primera línea con un concierto en el multitudinario WiZink Center de Madrid, el primero de este calibre de su actual gira, para hacer bueno el título del álbum y refutar que, al menos en los números, siguen muy vivos.
Fue en el 2017 cuando la taquilla de este mismo espacio se quedó sin una sola entrada para verlos en comandita con sus herederos naturales de Taburete, pero hacía mucho más tiempo desde que la que fuera una de la bandas de mayor éxito comercial de la historia española (y Latinoamérica) no se exponía a solas al reto de llenar este Palacio de Deportes.
La prueba se ha saldado este viernes con un espectáculo con el aforo agotado al que, según cifras de la organización, han asistido 14,500 personas, gran parte de ellas integrantes de su séquito de seguidoras en los años 80, pero también mucho hombre que hace 30 años los «escuchaba en silencio y que ahora ha salido del armario», como bromeaba el grupo en una de sus entrevistas.
Casi puntuales a la cita han saltado al escenario el cuarteto indisoluble del vocalista y bajista David Summers, los guitarristas Dani Mezquita y Rafa Gutiérrez y el batería Javier Molina, apoyados por un músico más a los teclados y, por momentos, bien un cuarteto de cuerda, bien un trío de viento metal para dar nuevos vuelos a sus canciones.
Pronto se ha visto que el disco que le da nombre y empaque a este enésimo renacimiento musical de la banda madrileña no es una mera coartada, pues han sonado dos tercios de sus once cortes, especialmente en la primera parte, desde el arranque a las 21.30 horas con el tema «Resurrección», aunque la verdadera chispa vivificadora ha prendido después con «Voy a pasármelo bien» y «El ataque de las chicas cocodrilo».
«¡Qué maravilla este público de Madrid que significa tanto para nosotros!», ha proclamado Summers al principio de una velada de dos horas de concierto y dos docenas de temas que ha bullido especialmente cuando han sonado los «hits» de toda la vida, los que llevan cultivando desde el lanzamiento en 1985 del homónimo «Hombres G».
Con más de 20 millones de copias vendidas de sus álbumes y giras colosales a este y al otro lado del Atlántico, la suya es una de las historias más fructíferas de la música española con temas de inmediatez postadolescente que han pervivido inasequibles al paso del tiempo para un importante segmento de nostálgicos.
Más que a otras bandas, la falta de continuidad discográfica quizás los ha convertido en una foto fija para muchos de esos seguidores que esta noche han ninguneado con sus conversaciones los temas nuevos, pese al bonito arranque apoyado por el cuarteto de cuerda en «Desde dentro del corazón» o el arreglo de gaita con la colaboración de José Ángel Hevia en «Que vuelvas ya».
Fuera de los lugares comunes de su producción, también cabe destacar el empaque instrumental preñado de metales de «¿Quién soy yo para ti?» o el empuje y distorsión de «Esta es tu vida», una rareza de su repertorio en vivo que les ha devuelto la credibilidad como banda de rock, con mensaje antibelicista incluido.
El poso guatequero de «Te quiero» se ha convertido justo después en otro clímax del concierto, que ha entrado de su mano en una zona de concesiones donde todo ha sido posible, como que un público en la cincuentena cantara sin sonrojo versos del tipo «Indiana, Indiana, me tienes hasta la banana» o que saltaran al ritmo de «No te escaparás» y «Nassau», agitando jerseys en modo hélice.
En esa juventud redivida hasta un sujetador con mensaje ha volado al escenario durante la interpretación de «Suéltate el pelo», en una progresión directa a una noche etílica con «Visite nuestro bar» y la canción más fácil de tocar en un viejo teclado Casio PT-1, «Marta tiene un marcapasos» con karaoke incluido.
Ya en los bises y con la ayuda de Bebe le han puesto color y textura a la bella y reciente «Junto a ti» y a la emocionante «Temblando», previo a chupito de tequila y a una traca final con «Venezia» y «Devuélveme a mi chica».
EFE/Javier Herrero
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