Alianza Lima acababa de ser goleado por Binacional (1-4) en Juliaca cuando en uno de los paraderos de la avenida Canadá noté a tres hinchas aliancistas, cada uno con su camiseta blanquiazul. Estaban molestos y preocupados. Cada uno a su manera. Uno de ellos alzando la voz decía: «Yo no entiendo al profesor Bengoechea. A pesar de que ganamos en cada partido cambia la alineación». El más bajito mientras le daba la razón y se preguntaba por qué no hace jugar a Joazinho Arroe, comentó: «Fíjate nomás que entre el triunfo (1-0) sobre Cristal en Matute, el empate (1-1) y de Juliaca (1-4) jugó con formaciones diferentes». Fue el tercero el que me dio el tema para esta columna y hasta el título de la misma. Mientras buscaba de oír mayores explicaciones de sus dos amigos, les espetó: «Y todos sabemos que equipo que gana no se cambia, pero Bengoechea viene haciendo todo lo contrario, No puede ser, carajo».
Entre ese carajo del hincha reviso las tres alineaciones últimas de Beingoechea y veo, efectivamente, que en el triunfo en Matute contra los rimenses formó a Gallese; Salazar, Rojas, Beltrán y Duclós; Quevedo, Fuentes, Cartagena, Felipe Rodríguez; Balboa y Federico Rodríguez. En la vuelta en el Nacional alineó a Gallese; Salazar, Beltrán. Rojas, Rossel; Quevedo, Fuentes, Cruzado: Felipe Rodríguez, Luis Ramírez y Balboa. Para enfrentar en su primer partido de ida al Binacional envió al campo a Gallese; Aguilar, Beltrán, Godoy, Duclós; Rossel, Fuentes, Cartagena, Ramírez; Federico Rodríguez y Ugarriza.
¿Es cierto esto que equipo que gana no se cambia? Yo tuve mis dudas en ese momento sobre ese trillado refrán. No se me ocurrió otra cosa que llamar a Miguel Company, mi gran amigo y, entrenador dígase de paso no solo aquí en diferentes clubes y en el extranjero, sino en la selección que jugó la Copa América en Uruguay y la respuesta que me dio fue rotunda: «Mentira, totalmente mentira. Fíjate, Brasil dirigido por Feola en el Mundial del 58 en Suecia, el primero de los cinco que ha ganado, jugó sin cambios y ganó todo y solo en uno el marcador De Sordi fue reemplazado por Djalma Santos, dígase de pasó el único partido que jugó Djalma en un Mundial y el ‘Scratch’ no perdió nunca, siguió ganando».
Me puso otro ejemplo: 40 años después Francia en el Mundial de 1998 que organizó y que lo ganó en la gran final sobre Brasil (3-0 con dos goles de Zidane y uno de Petit) y que yo como Enviado Especial de El Comercio tuve el honor de ver, su entrenador Aimé Jaquet no tuvo necesidad de hacer cambios. Y fue Michel Platiní el que terminó levantando la enorme Copa como el mejor del mundo ante el frenesí de todos los hinchas franceses presentes en el Estadio Parque de los Príncipes.
El fútbol, pienso seguirá manteniendo un sinnúmero de refranes y frases que se niegan a desaparecer y que aparecen de tanto en tanto -como la de esta derrota aplastante aliancista- que para algunos citando aquello de «que equipo que gana, no se cambia» resulta más que un consuelo así Roberto Chale en una ocasión recordara que esa frase la impuso Marcos Calderón.
Ya en conferencia de prensa, muy molesto, Beingochea habla del desgaste físico de sus hombres (¿sería una mera explicación sin profundizarla, por supuesto, de tantos cambios que realiza?); que el arbitraje sigue jugando en contra de su equipo y, de repente -por lo que dijera en medio de su fastidio- como todo uruguayo se encomendará a partir de mañana a San Cono, un santo popular de origen italiano que despierta gran devoción en Uruguay para que este domingo próximo no haya internet en el estadio de Matute y así no pueda funcionar el VAR al que Beingochea le tiene terror a partir de lo que, según, él los perjudicó en la expulsión de Rossel y otros cobros el árbitro FIFA Michael Espinoza. Lo declaró en Juliaca: «Ojalá no haya Internet y aunque será difícil darle vuelta a esa diferencia si solo anotáramos este próximo domingo 15 el 40 por ciento de nuestros remates que vamos a buscar de hacer, alcanzaremos lo que ya pensamos: llegar al alargue».
Yendo a lo que fue el 1-4 es evidente que el partido se desnivela desde la expulsión de Rossel (ya ganaban los aliancistas 1-0) porque los del Binacional se perdían en ideas y es partir que el rival limeño se queda con 10 en que comenzaron a tener más espacio para hacer su fútbol que Millán supo conducir y los goles no tardaron en llegar.
Releo lo que acabo de escribir y pienso para mis adentros que, sin lugar a duda, que «equipo que gana, no se cambia» si bien es rotunda como explicación de lo que pasó o pasará más adelante, no siempre es acertada.
Foto Andina