MADRID (España).- Los periodistas locales en la región brasileña de la Amazonía «son verdaderos héroes» que se enfrentan a las presiones y amenazas desde el poder político, según la informadora Elaíze Farias, quien recuerda que «los más amenazados» son los pueblos indígenas.
Farias, en una entrevista con Efe en Madrid, reconoce que «ha aumentado la retórica hostil» del presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que utiliza las redes sociales para amenazar a los periodistas que no le son afines, y aunque reconoce que siempre hubo amenazas, dice que ahora «hay más que en años anteriores».
La reportera, que asistió este martes en Madrid a la presentación del Informe Anual de Reporteros sin Fronteras 2019 sobre la violencia contra periodistas, destaca la labor de los informadores locales que trabajan en medios pequeños y se tienen que enfrentar cada día a las amenazas.
Cita el ejemplo de Adecio Piran, responsable de la Folha do Progresso, quien tras denunciar los incendios y la deforestación que sufrió la Amazonía el pasado agosto comenzó a recibir amenazas y empezó a caer el número de anunciantes en su medio.
Sobrevivir a la intimidación
Elaíze Farias, cofundadora de la agencia de información Amazonía Real, dedicada al periodismo de investigación en esta región brasileña, afirma que en su medio no han recibido una «amenaza directa», aunque sí actos de «intimidación».
Cita como ejemplo el caso del periodista Lúcio Flávio Pinto, al que define como «irreductible con la verdad», que tiene su medio propio y es columnista en Amazonía Real, y que continúa con su trabajo a pesar de las amenazas.
«Sufrimos el discurso del odio en las redes sociales del entorno de Bolsonaro», denuncia, y explica que han tenido que «cambiar el método de trabajo», incluso «rompiendo algunas reglas del periodismo», como obviar algunos datos, por ejemplo el número de habitantes en una comunidad, para «proteger» a la población indígena, cuando denuncian en sus informaciones la actividad de algunas empresas en la Amazonía.
En este sentido, la periodista reconoce que «los más amenazados en la Amazonía son los pueblos indígenas», que no tienen la protección del aparato institucional, como la policía, sino que actúan como «agentes violentos».
«El Gobierno, con su retórica, está legitimando la violencia», insiste la responsable de Amazonía Real, medio que centra su trabajo en los pueblos indígenas y la protección mediombiental, que este año fue galardonado con el Premio de Periodismo Rey de España al Medio de Comunicación Destacado de Iberoamérica.
La periodista Elaíze Farias, posa en una entrevista con Efe en Madrid. Según la reportera, según la informadora «los más amenazados» son los pueblos indígenas.- EFE/Luca Piergiovanni.
Respecto a las presiones sobre los periodistas por parte del Gobierno brasileño, han sido denunciadas no solo desde organizaciones nacionales como la Asociación Brasileña de Periodistas de Investigación, sino también desde organismos internacionales como la SIP.
Bolsonaro vive de las «fake news»
«Las fake news (noticias falsas) es la forma de trabajar de Bolsonario y de ello vive», denuncia la periodista brasileña, quien recuerda el caso de los incendios en la Amazonía, de los que llegó a acusar a las ONG como una manera de «criminalizar» a las organizaciones y personas que combaten la degradación de esta región brasileña.
Como consecuencia de ello, el pasado noviembre incluso llegaron a detener durante unos días a cuatro bomberos voluntarios, acusados de provocar los incendios para recibir subvenciones, lo que provocó las protestas de activistas, que denunciaron la motivación política de estos arrestos.
Farias, con una larga experiencia profesional, denuncia otra práctica del Gobierno Bolsonaro con los medios de comunicación: no dejar que los periodistas obtengan información.
«Hago preguntas a los organismos oficiales y no contesta absolutamente nadie. Ese es el ‘modus operandi’, no dar respuestas a ningún tipo de preguntas», afirma, pese a que hay una ley brasileña que garantiza el acceso a la información, pero puede tardar dos o tres meses en conseguir un dato solicitado.
EFE/Antonia Méndez Ardila
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