Oculta en la frondosidad de la selva de Perú, la organización terrorista Sendero Luminoso mantiene todavía cautivos y en condiciones de esclavitud a entre 170 y 200 personas, de los que entre 70 y 80 son niños, según la estimación del viceministro de Políticas para la Defensa, Iván Vega.
Vega denunció hoy que los mandos de Sendero someten a servidumbre forzosa a sus cautivos en lo que denominan «centros de producción», granjas donde las mujeres son forzadas a abastecerles de alimentos y también de nuevos guerrilleros a través de violaciones, ya que los niños concebidos son integrados en la actividad militar.
«Los niños se dedican al cultivo y a la crianza de animales y son adoctrinados en la ideología (maoísta) de Sendero. Cuando cumplen 15 años, son incorporados a la guerrilla», relató Vega durante una visita a la localidad de Mazamari, en la región central de Junín.
El viceministro señaló hoy que las personas todavía cautivas están cerca de las columnas lideradas por los hermanos Víctor (camarada José) y Jorge Quispe Palomino (camarada Raúl), los dos principales cabecillas que operan en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) «con entre 60 y 80 guerrilleros».
El funcionario señaló que la Policía y las Fuerzas Armadas de Perú rescataron a 144 personas, entre ellas 59 niños, del dominio de Sendero Luminoso desde 2011 hasta la actualidad en varias operaciones especiales.
La última fue la más exitosa cuando las fuerzas de seguridad lograron rescatar la semana pasada a 54 personas, entre ellas 34 niños, de un campamento en el Vraem, a 280 kilómetros al este Lima.
Una quincena de esos niños no tienen madre, según fuentes de la Fiscalía.
Vega encabezó una delegación de altos cargos policiales y militares que hoy visitó la base policial de Mazamari, donde permanecen los últimos liberados, en su mayoría indígenas de la etnia asháninka.
Dos nativos accedieron a ofrecer su testimonio a los medios extranjeros sin revelar su identidad por confidencialidad, y con la mirada todavía baja, señal del miedo al que estuvieron expuestos durante décadas.
Un hombre de alrededor de 40 años relató en lengua asháninka y con ayuda de una intérprete que se encontraba bajo dominio de Sendero Luminoso en contra de su voluntad desde los 18 años.
«Quería escapar, pero tenía miedo de que me mataran. Ahora nos sentimos libres, pero todavía con miedo», agregó el hombre, quien fue rescatado junto a su mujer y sus hijos menores, pero aún tiene a otros dos hijos, un hombre y una mujer, que permanecen con Sendero Luminoso en otra zona de la selva peruana que desconoce.
Otra mujer rescatada aseguró que vio morir ante ella a otra gente ahorcada por senderistas: «con Sendero no tenía felicidad. Tenía bastante miedo de que me maten», indicó.
La coordinadora del Sistema Contra el Terrorismo y Derechos Humanos de la Fiscalía de Perú, Luz del Carmen Ibáñez, tomó testimonio a los indígenas y explicó a Efe que presentan cuadros de desnutrición, enfermedades dérmicas e incluso algunos con tuberculosis, de acuerdo con los informes médicos.
La fiscal constató que, además del delito de terrorismo, los senderistas incurrieron en un delito de secuestro «con la finalidad de servidumbre forzada y esclavitud sexual de todas las mujeres».
«El caso de los niños es más dramático, porque a ellos se les ha negado todo tipo de derechos reconocidos por la Convención del Niño. No han recibido ninguna educación y solo saben recitar las apologías de Sendero», relató.
Sendero Luminoso es el causante de la mayoría de los más de 69.000 muertos que dejó el conflicto interno entre el Estado peruano y la organización terrorista desde 1980 hasta 2000, según el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).
El informe señaló que los senderistas son culpables del asesinato de 6.000 asháninkas, además de mantener en condiciones de esclavitud a otros 5.000 miembros de esa etnia y desatar una feroz persecución que obligó a desplazarse forzosamente a entre 30 y 40 comunidades.
Las últimas bases senderistas permanecen escondidas en la espesura de la selva montañosa del Vraem, una zona extensa y escarpada en continuo «estado de emergencia» por ser también la mayor zona de los cultivos ilegales de hoja de coca del país, con 18.845 hectáreas a fines de 2014, según Naciones Unidas.
Sendero está en la lista negra de narcotraficantes internacionales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, al considerar que cobra impuestos por la producción y procesamiento de la coca, además de ofrecer transporte y protección armada a los traficantes que mueven largos cargamentos de cocaína al extranjero. EFE.