La gran noticia del 2019 en el Perú fue claramente el cierre constitucional del Congreso por el presidente Martín Vizcarra, luego de que se negara por segunda vez una confianza a un gabinete ministerial, en este caso al que presidía Salvador del Solar.
Este desenlace dramático, extremo y excepcional no habría ocurrido si la lucha contra la corrupción, fundamentada por el binomio compuesto por el Ministerio Público y el periodismo de investigación no hubiera avanzado hasta donde ha avanzado en nuestro país. Empujando contra las cuerdas a expresidentes, candidatos presidenciales, exalcaldes, empresarios y abogados.
Como viene este 2020, lo más probable es que nuestra política siga altamente judicializada, como lo prueba la situación legal de Keiko Fujimori, que vuelve a comparecer ante un juez que verá si le corresponde volver a prisión preventiva.
Es el propio caso de Keiko Fujimori el que nos revela una pata que se mantiene coja en la lucha contra la corrupción: la conformación de la Junta de Fiscales Supremos del Ministerio Público, donde siguen atrincherados varios personajes altamente cuestionados, entre quienes destaca Pedro Chávarry.
Chávarry permanece como fiscal supremo a pesar de su nutrido prontuario, que incluye la mentira que se le descubrió sobre una reunión con prensa amiga organizada por el hermanito César Hinostroza, su fallido intento de despedir a José Domingo Pérez y Rafael Vela cuando fue fiscal de la Nación, su aparición en un video donde sus subordinados robaban material de su oficina que estaba precintada por el Equipo Especial Lava Jato y sus descaradas coordinaciones con Fuerza Popular para obstruir los avances en la lucha contra la corrupción antes de que ésta salpicara a Keiko Fujimori y compañía.
Estas coordinaciones fueron tan íntimas que ahora sabemos que en agosto de 2018 Keiko Fujimori pidió a Daniel Salaverry que llevara a Chávarry un paquete con documentos comprometedores.
Salaverry dice que en ese momento no entregó el sobre y lo mantuvo cerrado porque todo le parecía muy irregular, pero que sí lo abrió cuando fue citado durante las investigaciones a «Los Cuellos Blancos del Puerto» y descubrió que contenía documentos personales de Pedro Pablo Kuczynski y de sus allegados, donde el expresidente evaluaba la primera moción para bajarlo y pensaba en una estrategia que incluía el intercambio de votos con la bancada de Kenji Fujimori. Algo sorprendente y preocupante.
¿Por qué tenía estos documentos Keiko Fujimori?
¿Qué clase de maquinaria de inteligencia privada manejó para apoderarse de ellos?
¿Cómo pretendía que los empleara Pedro Chávarry?
¿Cuántas coordinaciones como esta habrán realizado estos personajes?
No podemos saberlo con certeza, aunque tenemos nuestras sospechas.
Lo que sí podemos saber es que cuando era fiscal de la Nación, Pedro Chávarry se mostró como uno de los mayores opositores al trabajo del Equipo Especial Lava Jato y es obvio que sus intenciones de boicotear el caso se mantienen intactas, ahora desde su cargo como fiscal supremo.
Por eso una buena noticia de este 2020 sería que Pedro Chávarry pierda este poder definitivo y enfrente las múltiples acusaciones que pesan sobre él, de las que lo salva su inmunidad funcional, para que la lucha contra la corrupción se quite de encima otro de sus grandes escollos.
(Transcripción de Al Vuelo con Raúl Tola de La Mula Reportajes)