Roberto Mosquera, con quien me une una amistad de muchos años, además de ser un excelente profesional y gran persona, es un personaje directo, frontal, bromista y todo lo que pueda decirse de un hombre con el que da gusto conversar. La noche de este domingo se trajo un punto de Trujillo (empate a un gol con César Vallejo) en menos de una semana de hacerse cargo de la conducción técnica y futbolística de Sporting Cristal al que volvió al cabo de siete años.
Pero el tema que quiero tratar más a fondo no es el de Roberto sino el de Carlos Lobatón contra quién en su presentación de Roberto, de una manera u otra, la prensa deportiva intentó obtener una opinión sobre si iba a volver -con él, de entrenador- vestido de corto. Es decir, como un jugador más del plantel. El flamante DT no se guardó nada: «Carlos (Lobatón) hoy en día tiene un cargo administrativo en Cristal y por ahí alguien dijo que yo iba a hablar con él y eso es imposible, porque él tomó una decisión y me pareció una decisión acertada. A algunos les gustará, a otros no, pero yo en ningún momento he pensado en Lobatón». Y es muy cierto: el caso Lobatón podría relatar cómo un club y su ídolo -muy al margen que hoy ocupe un puesto administrativo en el club de La Florida- no se ponen de acuerdo en fijarle una fecha de adiós al futbolista, pero también del derecho de un crack (Lobatón lo es) como cuando repensó que era el momento de colgar las botas o mejor dicho, los chimpunes.
Y es que Lobatón a los 40 no era el mismo de los 30, pero es más que varios veinteañeros. De hecho, cuando Sporting Cristal se jugaba el éxito de su año ante Alianza Lima y su pase directo a la zona de grupos de Copa en la segunda semifinal, el ex técnico Manuel Barreto lo puso de titular. Entonces tan al borde la jubilación está claro que no lo veía. Al club rimense le cabía la opción de recordarle el supuesto pacto para retirarlo el pasado mes de enero de este año, pero a Lobatón le asistía la posibilidad de evaluar si su pegada seguía firme y si su físico todavía le daba para más fútbol.
Hablamos de un pentacampeón local que ha sido exitoso seleccionado, parte de las Eliminatorias en las que fuimos a un Mundial y doble bronce, con Sergio Markarián y Ricardo Gareca, en Copa América como la de Argentina donde le hizo un gol espectacular -de los muchísimos que hizo- al meta colombiano Ospina. Era, con el perdón del ‘Mudo’ Alberto Rodríguez, el jugador más importante de Cristal en este siglo.
El único del plantel actual que podía entrar en el once de todos los tiempos celeste. El encargado de la gerencia actual no negociaba este tema con un jugador promedio sino con un futbolista-franquicia, formado en la institución, que ha hecho por el club mucho más que casi toda la directiva, y en esa línea cabía volver a escucharlo y repensar los plazos. Que no haya habido solución conjunta (y que Lobatón se haya despedido por su cuenta) ha golpeado fuertemente el ‘branding’ de una marca que tenía con Carlos la obligación de ser prolija. Hay jugadores y futbolistas. Hay futbolistas y cracks. Estos últimos son aquellos por los que uno va al estadio. Aquellos que movilizan al padre a contarle al hijo por qué y para que se juega a la pelota.
Lobatón era (es) de ese tipo de cracks. Con su ida, digamos forzada, Cristal perdió bastante más que al ejecutor de sus tiros libres. Hoy, estamos seguros, le ‘comerán los pies’ por seguir vestido de corto, pero es humano y en la vida todo tiene su límite. Mirando, entonces, el ‘Caso Lobatón’ ¿cuál resulta la edad apropiada para colgar las botas? La mejor respuesta -o la que todos quisieran escuchar- sería NUNCA, pero ello resulta imposible.
Foto Andina