El fútbol peruano no alcanza a dar la talla pese a que viene de una clasificación mundialista. Muy a menudo los entendidos y los que menos saben, dicen que la intensidad en el juego no forma parte del lenguaje futbolístico en nuestro torneo doméstico.
Ser intenso está asociado a la velocidad, al despliegue generoso y la rapidez en el traslado del balón. Es una verdad certera, algo se ha mejorado porque ya nadie cree ni practica el fútbol por debajo de los 10 kilómetros por hora.
En una ocasión, ya hace algunos años, Juan Carlos Oblitas decía que el fútbol peruano se jugaba como en el tiempo de la carreta. Salvo la rapidez del Jet Muñante, el resto no tenía la velocidad del pisqueño.
Cachito Ramírez hizo los dos goles en la Bombonera apelando a su endiablada carrera de galgo para dejar como postes a sus cuidadores en plena Bombonera. Ya estamos hablando de velocidad a prueba de los infaltables leñadores.
La capacidad de mantener altos los niveles de intensidad física y mental es un concepto clave en el futbol. El fútbol incluye la ejecución de movimientos realizados a la máxima velocidad, que tienen que ser realizados un numero frecuente de veces durante toda la duración del partido. Este texto encontrado en la internet explica lo que es intensidad.
En el reciente clásico entre Alianza Lima y Universitario es posible que no hayan alcanzado un nivel físico y mental durante los 90 minutos de juego. En eso estamos alejados del resto.
Es cierto que nuestro fútbol es remolón, fatigado y ocioso en darle vértigo a las jugadas. Es por ello que el 8-0 de River Plate a Binacional fuera un bife de mantel largo.
Los técnicos serán los encargados de darle al fútbol nuestro un agregado de salvaje correría para que los aficionados no se duerman en las tribunas y disfruten un buen espectáculo.
El técnico peruano Luis Revilla, entrenador del Destroyer de Bolivia, sostiene que el fútbol de ese país es más intenso comparado al peruano. No hay fe de ella, pero los resultados entre peruanos y bolivianos, la balanza se inclina por la bicolor.
La calidad del fútbol peruano siempre ha salido al frente para superar cualquier cuestionamiento. Ese juego pícaro inconfundible clasificó a Perú a los mundiales de México, Argentina y España.
Mal no estamos porque también estuvimos en Rusia 2018 y con ese fútbol remolón estamos en el pelotón de aspirantes para el Mundial de Qatar 2022. Ya estamos en un nuevo proceso, con la mejor intención de llegar a una nueva Copa del Mundo.
El fútbol peruano es distinto, de repente lento pero imprevisible. Una veces aplicado y entonado con el fútbol moderno y otras veces con su fútbol criollo y ajeno al resto.
Total, tenemos armas, nuestras propias armas, para que lo sufran los rivales.
Foto Andina