Darío Silva, más terrible que Maradona

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Darío Silva escribió su historia futbolística entre la polémica y la genialidad de un travieso y talentoso jugador que dejó un recuerdo de sabrosas anécdotas, más terrible que el propio Diego Armando Maradona.

El árbitro de la final de Italia 90, el charrúa Edgardo Codesal, sufrió el ácido comportamiento del ‘10’ en aquel partido contra los alemanes que a la postre fue el campeón mundial.

En ese partido Codesal dijo de Maradona era el ser más despreciable que había conocido. El comportamiento del Diego cayó peldaños abajo para tratar con poco respeto a la autoridad en la cancha de fútbol.

El recuerdo de Maradona en ese partido queda lejos del comportamiento casi juguetón de Darío Silva en otro capítulo distinto lejos de la impureza de comportamiento de Maradona. A Silva se le recuerda con cariño,

Silva jugó en el Málaga y Sevilla de la Liga de España. Tuvo un buen paso en ambas instituciones, aunque los que lo dirigieron pasaron penas y amarguras por su difícil pensamiento, alejado de la responsabilidad profesional.

Los entrenamientos de los lunes eran memorables: ¿Dónde está Darío Silva? El parte oficial era el mismo: “Molestias musculares”. El martes igual. Y el miércoles. El jueves, suave carrera por la tarde. El viernes baño y masaje. El sábado entraba en la lista de convocados. El domingo jugaba y era el mejor de la cancha.

Joaquín Peiró, el conocido Galgo del Metropolitano quien falleció a comienzo de año, fue consultado cierta vez porqué era tan tolerante con Darío Silva y sus frecuentes escapadas.

La plata está en fortalecer las canteras

Peiró se metió las manos al bolsillo y respondió: “Qué quiere que haga si es el mejor que tengo”.

En otra ocasión Darío Silva desapareció la víspera de un partido importante. Lo fueron a buscar, estaba borracho. Se bebía hasta las copas de los árboles. Sin dormir, fue encontrado a las 9 de la mañana. El entrenador lo envío para que descanse.

Silva a las cinco de la tarde estaba enfundado de su vestimenta, entró a la cancha, jugó y encantó, Fue el mejor. No necesitaba entrenar este uruguayo que rendía más de aquel otro esmerado que tomaba en serio su preparación.

Darío Silva acabó su carrera de la forma más cruel. Un accidente de carretera lo dejó fuera de las canchas. En ese accidente perdió una de sus piernas y dada su formación indomable, no se resignó a pasar el resto de sus días en una silla de ruedas.

Se puso una próstesis y jugó al fútbol, para dejar otro recuerdo de grandeza de un futbolista que no se rindió jamás ante la adversidad.

Darío Silva en su última entrevista para Radio Marca disparó balas de grueso calibre a Oscar Washington Tabárez, el entrenador de la selección uruguaya en los últimos diez años.

¿Qué dijo? Que el maestro era un inútil ya que nunca ganó nada, salvo una Copa América.

Silva vive en Málaga, trabaja en una pizzería, pero cuando abre la boca sale fuego. Más terrible que Maradona.

Foto EFE

 

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