¿La vejez es el ocaso de la vida? ¿Son compatibles esplendor y ancianidad? ¿Es posible mantenerse bello y joven en esa etapa de la vida?
Sin duda, un privilegio
Es común encontrarnos con una constante que va despuntando cada vez más: “El terror a envejecer”. Al menos así lo vemos reflejado en muchas personas -cada vez más- , hombres y mujeres, que entran en depresión en una edad joven adulta –cronológicamente hablando- por el miedo, el pavor, a envejecer.
Esta es una realidad que se da especialmente, aunque no sólo, en mujeres, y no me refiero a la crisis propia de cada edad, sino a las personas que pretenden –de manera consciente o inconsciente- estancarse en una edad por el terror a envejecer.
20 + 10 + 20 + …
Mucha gente responde así cuando se le pregunta la edad… no se atreven a decir 30, 40, 50… sino que prefieren utilizar el prefijo “20 +” de tal modo que no suene “tan feo”, “tan deprimente”, “tan terrorífico”… es una manera de eludir la realidad, de pensar y de vivir como si tuvieran 20, teniendo en realidad mucha más edad.
Qué vergüenza. Mujeres mayores utilizando ropa inapropiada como faldas demasiado cortas, blusas o pantalones ajustados, la extravagancia de la moda del momento, taconazos aunque casi no puedan dar un paso del dolor de espalda… mujeres que tienen la responsabilidad de educar a sus hijos y con tal de estar “in” en el mundo actual evaden esa obligación y buscan ser como ellos, ser como “amigas” de sus hijos, vivir “modernamente” (esto es un gravísimo error, pues los hijos necesitan que sus madres y padres sean sus amigos si, pero sobre todo que funjan como lo que son, sus progenitores, guías y educadores para la vida).
¿Cuáles son las causas?
El terror a envejecer es una especie de “síndrome existencial” de orden psicológico y ontológico -valga la terminología para expresar la gravedad-.
Es un desorden multifactorial, provocado en gran medida por los medios de comunicación que, con tal de vender, nos enseñan hasta el cansancio que la felicidad es tener “un cuerpo espectacular, una cara formidable, una personalidad perfecta”.
La industria de la moda nos invita a buscar la plenitud en una serie de “trapos” cortados de distinta manera, según la mirada de un grupo de diseñadores, unos con buen gusto otros no, pero siempre generando la necesidad de lucir no sólo bien, sino al último grito de la moda, de tal forma de crear cierto “respeto, admiración y sentido de pertenencia” a grupos exclusivos, donde el lucir del tal o cual manera te vuelve más importante ante los demás.
La superficialidad, el cumplimiento de los caprichos, la evitación de todo sufrimiento, el insistir en que la vida es rosa, la falta de formación de carácter, de voluntad, el querer compensar a los seres queridos con juguetes, ropa, joyas, etc. ante la ausencia o algún mal comportamiento.
Tristemente también, en muchos casos, el ejemplo de las hermanas mayores y de las madres de familia, que buscan “lucir espectaculares” pues creen así valer más.
Dejando de lado, por supuesto, la pobreza espiritual, la sobriedad, la templanza, la prudencia y la aceptación de la realidad; valores y virtudes indispensables para vivir una vida verdaderamente plena y acorde con la naturaleza humana; que promueven en la persona un comportamiento sano con respecto a su aspecto.
Cuestión de vida o muerte
La problemática no sólo se expresa en que las personas ya no valoran la vida como lo que es, un don sagrado, un don de amor, un don invaluable… Ahora parece ser más valiosa o menos valiosa según su juventud, el aspecto de su rostro y de su cuerpo…
Razones que influyen fuertemente en el acentuado crecimiento de los desórdenes alimentarios como lo son la anorexia, la bulimia, la ortorexia, por nombrar los más típicos del sometimiento a dietas exhaustivas y en la rendición a miles de operaciones como liposucción, extracción de costillas, estiramientos faciales y corporales; todas, situaciones que orillan por descompensaciones brutales, por complicaciones durante las intervenciones quirúrgicas postoperatorias… en algunos casos a muchas personas a la muerte, en otros, la consecuencia no es la muerte corporal, sino la muerte psíquica y emocional que las alcanza, siendo el desenlace un hospital psiquiátrico…
Un nuevo enfoque
Envejecer es saber que conforme avanza tu edad –cada día- eres privilegiado… pues tienes la oportunidad de crecer en edad, sabiduría y gracia…
La persona humana debe comportarse como tal, es decir, de acuerdo a su propia naturaleza, si quiere de verdad, encontrar la felicidad aquí en la tierra, para luego ser pleno en el cielo… envejece como persona humana, envejece con dignidad
Es importante en este punto recordar las palabras que Juan Pablo II dirigió a los ancianos del mundo (carta del 1º de octubre de 1999). “¿Qué es la vejez? A veces se habla de ella como del otoño de la vida —como ya decía Cicerón—, por analogía con las estaciones del año y la sucesión de los ciclos de la naturaleza. Basta observar a lo largo del año los cambios de paisaje en la montaña y en la llanura, en los prados, los valles y los bosques, en los árboles y las plantas. Hay una gran semejanza entre los biorritmos del hombre y los ciclos de la naturaleza, de la cual él mismo forma parte.
Al mismo tiempo, sin embargo, el hombre se distingue de cualquier otra realidad que lo rodea porque es persona. Plasmado a imagen y semejanza de Dios, es un sujeto consciente y responsable. Aún así, también en su dimensión espiritual el hombre experimenta la sucesión de fases diversas, igualmente fugaces. A san Efrén el Sirio le gustaba comparar la vida con los dedos de una mano, bien para demostrar que los dedos no son más largos de un palmo, bien para indicar que cada etapa de la vida, al igual que cada dedo, tiene una característica peculiar, ‘los dedos representan los cinco peldaños sobre los que el hombre avanza’.
Por tanto, así como la infancia y la juventud son el periodo en el cual el ser humano está en formación, vive proyectado hacia el futuro y, tomando conciencia de sus capacidades, hilvana proyectos para la edad adulta, también la vejez tiene sus ventajas porque —como observa san Jerónimo—, atenuando el ímpetu de las pasiones, ‘acrecienta la sabiduría, da consejos más maduros’. En cierto sentido, es la época privilegiada de aquella sabiduría que generalmente es fruto de la experiencia, porque ‘el tiempo es un gran maestro’. Es bien conocida la oración del Salmista: ‘Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato’ (Sal 90, 12)”.
Retardar los efectos del tiempo con dignidad
“¡Cuántos hombres, cuántas mujeres están preocupados por su belleza! Si es preocupación, es legítima; si es obsesión, anormal. Se equivocan, principalmente de un modo absoluto, en la naturaleza de los cuidados que han de poner en el embellecimiento de su cuerpo. Todos los esfuerzos que se procuran del exterior para destacar, rectificar, aumentar la armonía y la gracia del cuerpo y especialmente del rostro, dan sólo un resultado muy exiguo. La auténtica belleza proviene de dentro, nace del espíritu y se despliega con la irradiación del alma divinizada. Esta belleza atrae y tonifica a quienes la contemplan.” M. Quoist.
Ciertamente es bueno buscar una armonía en todos los aspectos o dimensiones de nuestro ser, en el orden físico algunos consejos de belleza son:
1. Hacer ejercicio, tomar agua, evitar ingerir bebidas alcohólicas, evitar fumar, incluir en la dieta nutrimental verduras y frutas especialmente.
2. En el orden psicológico: leer, mantenerse al día (avances tecnológicos, noticias), reír mucho, convivir con personas de todas las edades, con tus seres queridos, no guardar rencores ni resentimientos, cultivar una autoestima sana, evitar el estrés.
3. Del orden espiritual: Tener conciencia de envejecer es una manifestación de la conciencia de la contingencia humana; muchos quieren acallar esta conciencia: maquillándose en exceso, usando ropa inapropiada, sometiéndose a cirugías estéticas… no se dan cuenta de que los años pasan y que con esos comportamientos sólo fracturan su interior, viven en una incongruencia tal que no les permite verse a sí mismos, de una manera auténtica y madura… detrás de las inyecciones de botox, de la liposucción, de los injertos de cabello, de las 4 horas diarias de gimnasio, de la ropa… tienen olvidada al alma, vieja, empolvada, sin darse cuenta de que lo más importante es mantener joven el espíritu, para poder poco a poco deshacerse de la infinidad de apegos que como humanos muchas veces nos aprisionan.
Tienes el rostro de tu alma
También hay una edad espiritual y esa es la que más debemos cuidar por hacerla crecer, esta con la madurez física y la psicológica puede, si así lo decidimos, crecer para ayudarnos a ser más libres y alcanzar la felicidad, que como menciona José Benigno Freire, en su libro Humor y serenidad, es la consumación de la indeterminación de la naturaleza humana.
A través del espíritu, avanzando a lo largo de las diversas etapas de desarrollo podemos llegar a una vida madura que te ayudará ser como niño, pero no un “infantil”, no un “niñote”, sino un adulto con espíritu libre, espíritu bondadoso: Sed como niños.
Por tanto, cuidemos no solamente la belleza exterior, la belleza corporal, la belleza facial; ciertamente es importante, pero no exhaustiva, ni lo primordial, la belleza exterior ha de ser solo el indicio de un cuidadoso amor a uno mismo que penetra desde el espíritu para esbozar la maravilla de la persona que se expresa a través de ese cuerpo.
No nos vaya a pasar lo que a la manzana, una fruta de hermoso aspecto, grande, roja y de un aroma incomparable, pero que dentro de ella tiene un gusano que tarde o temprano atravesará la piel y la podredumbre de dentro pasa fuera.
Por último, si quieres en verdad mantener la belleza de la juventud, detente “un minuto ante el espejo, cinco ante tu alma, quince ante tu Dios…” (M. Quoist).
La belleza del cuerpo es limitada y tristemente vulnerable, busca engrandecer y embellecer tu alma, esa belleza es infinita.
No tengas miedo de envejecer, piensa en todos aquellos que no tienen vida para poder vivirla, para poder compartirla, para poder disfrutarla, a causa de la muerte que les sorprendió a muy temprana edad. La vida es para vivirla, no te “remiendes” al grado de perder tu verdadero rostro, corres el grave riesgo de perder el rostro de tu identidad humana y específicamente personal, ama la vida, vívela en plenitud, cada etapa tiene su encanto, no tomes al tiempo como tu enemigo, hazlo tu aliado, vive tu vida, no la desperdicies, reflexiona y date cuenta, envejecer es un privilegio.
Fuente: https://www.ideasclaras.org/