OVIEDO/España.- Cuatro matemáticos que forman parte de la elite mundial de esta disciplina y cuyas investigaciones dieron soporte a la era digital -los franceses Yves Meyer y Emmanuel Candès, la belga Ingrid Daubechies y el australiano Terence Tao- han obtenido el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2020.
El jurado destacó este martes sus aportaciones pioneras en su ámbito así como la contribución social de las matemáticas y la trascendencia como elemento transversal de todas las ramas de la ciencia de una disciplina escasamente representada hasta ahora en la nómina de galardonados: sólo en tres en las 39 ediciones anteriores del premio.
Sus trabajos, subrayó, han ampliado extraordinariamente la capacidad de observación de nuestros sentidos y han permitido lograr aplicaciones prácticas como la compresión de archivos gráficos sin apenas perder resolución o la reconstrucción de imágenes para el diagnóstico médico.
Meyer y Daubechies han sido líderes en el desarrollo de la moderna teoría de las ondículas, que «son como latidos matemáticos que permiten desde asomarnos a Van Gogh y descubrir su estilo hasta escuchar la música que encierra el aparente ruido del universo». En definitiva, «visualizar» lo que no se puede ver y escuchar lo que no se puede oír.
Por su parte, la colaboración entre Tao y Candès y sus aportaciones en las técnicas de percepción comprimida, además de los innegables avances en imagen médica y otras pruebas diagnósticas derivadas de esta, «permiten completar las señales electromagnéticas o reconstruir melodías a las que el tiempo les robó notas».
Y es que «los números» de estos cuatro científicos son base de la compresión de archivos gráficos (JPEG-2000), de la eliminación de ruido, del cine digital, la restauración de la señal de las imágenes del telescopio espacial Hubble o la detección, por el observatorio LIGO, de ondas gravitacionales.
Sus contribuciones al moderno procesamiento matemático de datos y señales se basan esencialmente en dos herramientas diferentes y complementarias: las wavelets (ondículas) y el compressed sensing (detección comprimida) o matrix completion (terminación de la matriz).
Yves Meyer (Francia, 1939) se graduó en Matemáticas en la Escuela Normal Superior de París (ENS) y se doctoró en la Universidad de Estrasburgo en 1966.
A lo largo de su carrera ha trabajado en diversos centros y en 1995 se trasladó al Centro de Matemáticas y sus Aplicaciones de la ENS París Saclay, donde permaneció hasta que se jubiló en 2008 para recibir nueve años después el Premio Abel (el «nobel» de las matemáticas).
Ingrid Daubechies (Houthalen, Bélgica, 1954), que ha trabajado en las universidades de Princeton y Duke, es una firme defensora de que la investigación pura y aplicada son dos caras de la misma moneda y fue la primera mujer en ganar el Premio Frederic Esser Nemmers en Matemáticas (2012) y en presidir la Unión Matemática Internacional.
El australiano Terence Tao (Adelaida, 1975) está considerado la persona con mayor coeficiente intelectual del mundo, medido en 230, y trabaja como catedrático en la Universidad de California, en Los Ángeles. Autor de 17 libros, fue un niño prodigio que, según ha contado su padre, con solo dos años era capaz de enseñar matemáticas e inglés a otro niño de cinco años.
El francés Emmanuel Candès (París, 1970), que ya compartió con Tao el Premio George Pólya, es catedrático de la Universidad de Stanford y codirector de su Data Science Institute y, al igual que el resto de galardonados, es miembro de diversas academias como la Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Para la divulgadora y matemática Clara Grima, miembro del jurado, los premiados «han revolucionado y lo harán aún más el tratamiento de las señales y la imagen» y ha celebrado que este «merecidísimo» premio dé visibilidad a las matemáticas. «Son el ADN de todas las ciencias y por su potencia y transversalidad deberían ser cuestión de Estado en cualquier país», añadió.
El galardón, el séptimo en fallarse en fallarse este año en el que la pandemia del coronavirus ha obligado a los jurados a celebrar sus reuniones de forma telemática, recayó el pasado año de manera conjunta en la estadounidense Joanne Chory y la argentina Sandra Myrna Díaz, especialistas en biología vegetal y estudiosas del impacto de la crisis climática.
En sus 39 ediciones anteriores el Premio de Investigación Científica y Técnica sólo había recaído en tres matemáticos -Hamilton Smit (2001), Vinton Cerf (2002) y Luis Santaló (1983)- y había sido concedido, entre otros, a las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna; los químicos Avelino Corma, Mark E. Davis y Galen D. Stucky; los físicos Peter Higgs y François Englert, y a los neurólogos Joseph Altman, Arturo Álvarez-Buylla y Giacomo Rizzolatti.
Los Premios Princesa de Asturias están dotados con 50.000 euros y la reproducción de una estatuilla diseñada por Joan Miró y su entrega está prevista para el próximo 16 de octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo (norte), en una ceremonia presidida por los reyes de España. EFE