50 Años del triunfo de Bobby Fischer en Palma, su último torneo

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MADRID.- El estadounidense Bobby Fischer, uno de los mayores genios que ha producido el ajedrez, ganó, tal día como hoy hace cincuenta años, el interzonal de Palma de Mallorca que le permitió acceder a las eliminatorias por el título mundial y vencer al soviético Boris Spassky en el «match del siglo«.

La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) se hace eco este domingo de la efeméride y recuerda que el torneo de Palma terminó siendo el último para el excéntrico jugador norteamericano, que se negó a defender su corona si la FIDE no aceptaba sus condiciones y no volvió a participar en torneos oficiales.

Aquel «Match del Siglo», el combate de ajedrez más mediático de todos los tiempos, que enfrentó en 1972 a Fischer con Spassky en Reikiavik, fue la culminación de una brillante trayectoria del estadounidense.

El 9 de noviembre de 1970 la capital balear congregó, en el torneo interzonal considerado más fuerte de la historia, a 24 Grandes Maestros que aspiraban a la corona de Spassky. Los seis mejores obtendrían el derecho a disputar el ciclo de candidatos.

Fischer llegó a la capital balear después de obtener contundentes victorias en los torneos de Zagreb y Buenos Aires ante rivales de gran prestigio como los soviéticos Viktor Korchnoi, Vassily Smyslov y Tigran Petrosian.

La expectación en Palma era muy alta, y el genio de Chicago no defraudó. Fischer se había convertido en una seria amenaza para la hegemonía soviética en el ajedrez mundial, que databa de 1948, desde que Mikhail Botvinnik se hizo con el título mundial.

Pero le costó entrar en la competición. Fischer parecía languidecer en la primera mitad del torneo de Palma, hasta entonces dominado por el soviético Effim Geller. Perdió, incluso, su partida contra el danés Bent Larsen, pero todo cambió a partir del juego contra el hasta entonces líder Geller.

El soviético, al mando de las blancas, se propuso obtener sin lucha unas «tablas de Grandes Maestros», ofreciendo en la misma apertura un empate que Fischer rechazó, prolongando la batalla hasta forzar el error fatal de su adversario en la jugada 71.

El combate contra el representante de su «odiada» Unión Soviética había despertado a la fiera. El genio se puso de líder y terminó ganando el torneo con 3,5 puntos de ventaja sobre Larsen, el alemán Robert Huebner y Geller. El soviético Mark Taimánov y el alemán Wolfgang Uhlmann fueron los otros clasificados para el ciclo de candidatos al título mundial.

Fischer arrolló en el Candidatos a cuantos rivales se cruzaron en su camino hacia el «Match del Siglo». Batió por un rotundo 6-0 tanto a Taimánov, en cuartos de final, como a Larsen en semifinales. Dos marcadores increíbles entre la elite. En la final derrotó por 6,5 a 2,5 a Petrosian, ganándose así el derecho a disputar el título a Boris Spassy.

El interzonal de Palma en 1970 sentó las base del mito y el mundial de Reikiavik puso definitivamente en órbita al que muchos consideran el mejor de la historia, cuya excentricidad se fue agudizando hasta su muerte en Reikiavik, a los 64 años (justo el número de casillas del tablero), perseguido por las autoridades judiciales de Estados Unidos, en el olvido y con síntomas de un fuerte desequilibrio mental.

Tras destronar a Spassky con marcador de 12,5 a 8,5, Fischer desapareció de la vida pública y no volvió a jugar más partidas oficiales: en 1975, cuando tuvo que defender su corona frente al aspirante Anatoly Karpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, que lo despojó del título por incomparecencia.

En medio de la guerra de los Balcanes, Fischer no hizo caso de la orden de bloqueo contra Serbia y viajó a Belgrado para jugar, veinte años después de aquel otro de Reikiavik, un encuentro de revancha frente a Spassky que le reportó un premio de 3,3 millones de dólares. Ganó diez partidas, perdió cinco y las otras quince terminaron en tablas. EFE

 

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