Ni la pandemia ha podido impedir que el cantante español Raphael volviese por Navidad, un año más, al principal escenario de Madrid, en esta ocasión para celebrar este sábado los 60 años de carrera, un concierto con todo vendido y 5,000 asistentes e invitados de primer nivel, como los compañeros de profesión Manuel Carrasco y Pablo López.
Desde que el pasado mes de marzo estas mismas gradas del Wizink Center de la capital recibieran a 10,000 almas para disfrutar del dúo español Camela, ningún otro evento musical en España había recibido a tanto público, eso sí, con todas las medidas y precauciones sanitarias.
«Qué felicidad más grande tenerles enfrente. Esta noche es muy importante para mí y sé que para muchos de ustedes también, que esto empiece a rodar», certificó el protagonista de la noche ante un sentimiento generalizado y una panorámica del recinto que alentaba la esperanza de recuperar la normalidad de tiempos precedentes.
La excusa bien lo merecía, los 60 años de profesión del artista internacional, un aniversario que hace solo unas semanas motivó el lanzamiento del disco «Raphael 6.0», en el que versiona con dúos de altura canciones ajenas igualmente míticas, como «Resistiré», «Se nos rompió el amor» o el «Me olvidé de vivir» que popularizó Julio Iglesias.
Como el Ave Fénix
Él nunca se olvidó de vivir, precisaba en un charla con Efe este cantante incombustible, de nombre Rafael Martos, nacido en 1943, que lo que sí ha hecho a menudo durante su carrera es emerger como el «Ave Fénix», la canción con la que hoy saltó puntualísimo a las tablas, fiel a su estilo, de riguroso negro, pero dando espacio a la fantasía con una chaqueta de lentejuelas.
Tras ese tema atípico extraído de su álbum del mismo nombre publicado en 1992, con toda probabilidad una apuesta con doble sentido por el momento que estamos viviendo, el divo no tardó en hacer suya otra de las joyas de su último álbum, «Vivir así es morir de amor», de Camilo Sesto.
Donde no le llega ya la voz a los complejos quiebros y sostenidos de este tipo de canciones hercúleas, lo suple la formidable banda que lo acompaña en estas citas, una quincena de músicos, incluido un cuarteto de cuerda y una sección de viento metal, todos ante un pantallón triangular y una iluminación a la medida para desplegar fogonazos y subrayar cada pasaje.
Cerca de una treintena de temas hubo oportunidad de escuchar a lo largo de las dos horas y quince minutos de concierto, en el que no faltaron sus grandes éxitos, como los potentísimos (y ahora electrónicos) «Digan lo que digan» y «Mi gran noche», o como «Yo sigo siendo aquel» y «Estuve enamorado», que pusieron al gentío en pie.
Entremedias llegó el turno de la primera visita de la velada, Manuel Carrasco. «Yo lo quiero y lo admiro mucho» a Raphael, dijo.
Ambos compartieron por primera vez en directo el citado «Me olvidé de vivir», antes de cantar ya en solitario «Frente a frente», un tema con el que pudo explotar toda su vena dramática.
Sin dejar de ser Raphael, hubo otras muchas oportunidades de verlo hacer suyas piezas de fuera de su repertorio, incluso de allende los mares, como «Vida Loca» del cubano Pancho Céspedes y, desde Argentina, «Nostalgias» de Andrés Calamaro, «Alfonsina y el mar» de Mercedes Sosa y «La marcha» de La Mancha de Rolando.
En algunos casos, la celebración fue tanto para la interpretación como para el tema en sí, como sucedió con el poderoso «Se nos rompió el amor» que cantaba Roció Jurado, para homenajear a continuación con «Adoro» al mexicano Armando Manzanero, ingresado actualmente por culpa de la Covid-19.
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«¡Qué bonita noche!»
Tampoco faltó Pablo López, que para el último disco le hizo un tema a la medida. «Verdad, de cartel en el Olimpia / con treinta, veinticinco o diecinueve / de espera en camerinos / donde llueve», ha recitado Raphael, a lo que López respondió a voz en grito: «Treinta y cinco / treinta y seis / su nombre en el cartel / soñé que le escribía / una canción a Raphael«, provocando un clímax súbito de aplausos.
En ese tema quiso López incluir, a modo de guiño, la base percusiva del villancico «El tamborilero», que tan habitual e imprescindible se ha convertido en los compromisos navideños de Raphael y que, por supuesto, tampoco faltó hoy.
Preocupado por proporcionar un broche de altura, el último tramo del espectáculo comenzó con su colosal «En carne viva», con el público otra vez en pie, al que siguieron «Ámame» y su reinterpretación de «Resistiré», canción que se ha convertido en un himno contra la Covid-19.
Luego llegaron las imprescindibles: «Qué sabe nadie», «Yo soy aquel», «Escándalo» y «Como yo te amo», el gran colofón.
«¡Qué bonita noche! Muchas gracias. Y que el año que viene nos volvamos a ver con todo arreglado, ¡cuídense mucho!», pidió el artista, que mañana repetirá actuación en el mismo lugar.
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