– Mientras el mundo se enfrenta a la tercera ola de la pandemia de covid, Perú también tiene que lidiar con una epidemia que ha sido incapaz de controlar: la enfermedad vírica del dengue.
Con casi 56 400 casos confirmados en diciembre, Perú sufre la peor epidemia del dengue desde 2017, cuando los casos ascendieron a 68 000. La enfermedad, unida a la crisis creada por la covid-19, ha dejado a miles de personas al límite de la malnutrición y la insalubridad.
Pese a que la mortalidad del dengue es baja, se necesitan dietas nutritivas y atención médica inmediata para combatirla. Además, la prevención es clave para enfrentarse a futuras epidemias, ya que el mosquito responsable del dengue, el Aedes aegypti, incursiona en nuevas zonas de Perú.
Las larvas del Aedes, que incuban en el agua estancada en latas y macetas, aumentan a medida que crecen los asentamientos precarios y la urbanización descontrolada.
“El dengue se ha convertido en endémico en muchas regiones de Perú cuando antes se encontraba casi solo en las áreas de ecosistema tropical”, dice una investigadora para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la filial continental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con sede en Washington.
La especialista señala a las regiones peruanas de Madre de Dios, Loreto, Ucayali y San Martín, entre otras. “Es normal encontrarse el dengue en zonas amazónicas, pero ahora lo vemos hasta en áreas desérticas. Debería ser más fácil contenerlo, pero difícil es controlar la urbanización”, añade la investigadora que prefirió que no se brindara su nombre.
La epidemia
La crisis del dengue en Perú comenzó en octubre de 2019, cuando los casos aumentaron en Madre de Dios, al sureste del país. El gobierno envió a las fuerzas armadas para fumigar las casas y acabar con las larvas, mientras daba recomendaciones sobre cómo evitar el virus.
La propagación del dengue se frenó en noviembre. Según medios peruanos, la ministra de sanidad, Elizabeth Hinostroza, anunció que los casos en Madre de Dios se habían reducido en 30 %.
Pero la tregua fue breve. En febrero, el gobierno declaró una emergencia sanitaria por el dengue. Para cuando la pandemia llegó a Perú, el dengue estaba presente en 17 regiones, incluidas Junín e Ica. El país no tenía suficientes medios para enfrentarse a una epidemia y a una pandemia al mismo tiempo.
En marzo, comenzaron las protestas en Loreto, al noreste de Perú, una zona muy afectada por el dengue. Los manifestantes pedían que se les diera atención médica y ayuda para erradicar al mosquito.
Pero con la covid, una enfermedad que se contagia por el aire, el gobierno impuso confinamientos y las fumigaciones en espacios cerrados se limitaron. Además, los infectados por dengue y covid presentaban síntomas parecidos, como jaquecas o fiebres.
En octubre, Perú volvió a dar señales de alarma en contra del dengue para “reforzar la respuesta sanitaria de prevención y control del dengue en el marco de la emergencia nacional por la covid”.
Para finales de 2020, la pandemia originada por el nuevo coronavirus había dejado 38 000 muertos, altos niveles de desempleo y una economía sumergida en crecimiento.(Según medios locales, la economía informal podría haber aumentado de 70 % a 80% e incluso 90 % desde marzo pasado.
Y, mientras, los casos de dengue seguían multiplicándose.
El 9 de diciembre, el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, dependiente del Ministerio de Sanidad, avisó de que Perú era el tercer país de América Latina y el Caribe con la mayor tasa de mortalidad por dengue. República Dominicana y Venezuela ocupaban los primeros lugares, según esa fuente.
Pero, ¿qué implica el dengue?
El dengue es una enfermedad vírica propagada por mosquitos y común en los trópicos. Según la OMS, está “influenciada por las precipitaciones, la temperatura, la humedad relativa y la urbanización rápida”. La especie Aedes aegypti también es el vector de otros virus como el zika, la fiebre amarilla y la chikungunya.
El Aedes en Perú está encontrando nuevos lugares donde poner huevos, por el cambio climático y la sobreurbanización. “Si se calientan nuevas zonas, el vector Aedes se extenderá”, explica la investigadora de la OPS a IPS. “Ahora los podemos encontrar en altitudes mucho mayores que antes”, puntualizó.
Los síntomas de la enfermedad pueden variar, apunta la OMS en una nota el 23 de junio. Algunos pueden presentar síntomas parecidos a la gripe mientras que otros pueden tener “sangrados severos, deterioros de órganos y/o pérdidas de plasma”. Pero sí suele afectar más a las mujeres y a los que padecen anemia.
“El dengue impacta a los niveles de hierro en la sangre, lo que puede ser especialmente dañino para mujeres embarazadas”, dice Ángel Muñoz, investigador de variabilidad climática en el Instituto Internacional de Investigación (IRI, en inglés), asociado al Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. “Es más probable que los anémicos contraigan la enfermedad”, indica.
Malnutrición
La deshidratación y la falta de nutrientes es muy común entre pacientes de dengue, así que la ingesta de agua y nutrientes es fundamental. Se recomiendan dietas ricas en vegetales con vitamina A, C y K, como las espinacas y la remolacha, frutas con estas vitaminas, como los cítricos, y frutos secos con proteínas.
Sin embargo, muchas regiones no tienen acceso a agua potable en Perú, por lo que abundan recipientes con agua estancada. Por ejemplo, en la región de Loreto sólo 45,5% de la población consumió agua de la red pública en 2019, según un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
La falta de agua limpia agudiza el impacto del dengue y da lugar a malnutrición.
El Índice de Sostenibilidad Alimentaria, desarrollado por el Centro Barilla para la Nutrición y la Alimentación y la Unidad de Inteligencia de The Economist, dice que “la escasa salubridad y falta de agua limpia contribuyen a la malnutrición proveniente de la diarrea”. Mientras que, como apunta el informe, “la mejora de higiene y servicios de agua ayuda a reducir el hambre mundial”.
Además de estos problemas estructurales, la malnutrición ha aumentado en 2020 debido a la pandemia, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su último informe al respecto. “La situación se ha ido deteriorando durante los últimos 5 años, con un aumento de 13,2 millones de personas con subalimentación”, señala la FAO.
Cómo prevenir el dengue
La prevención, ya sea a través de pronósticos o campañas de concienciación, es esencial para controlar el dengue.
Existe una relación entre patrones climáticos y la vida de un mosquito, como explica el artículo AeDES: a next-generation monitoring and forecasting system for environmental suitability of Aedes-borne disease transmission (AeDES: un sistema de monitoreo y pronóstico de próxima generación para la idoneidad ambiental de la transmisión de enfermedades transmitidas por Aedes), del que es autor Muñoz junto con otros investigadores.
“Hay una relación entre las condiciones medioambientales, como la temperatura, las precipitaciones y la humedad, y el ciclo de vida de un mosquito”, explica el investigador a IPS. “Es posible diseñar pronósticos climáticos fiables y predecir la probabilidad de que la enfermedad se propague”, añade.
Como resultado de su investigación, el equipo del IRI ha diseñado una herramienta para monitorear y pronosticar la idoneidad medioambiental del Aedes. Legisladores y políticos responsables de la salud pública podrían utilizar el sistema para predecir el potencial impacto del dengue.
Aun así, predecir la probabilidad del dengue no es suficiente, ya que la población tiene que mantenerse informada. Muñoz señala que las campañas de concienciación son esenciales para que el público entienda cómo se contagia la enfermedad. “Recipientes con agua estancada y basureros crean el hábitat perfecto para el mosquito”, apunta.
El gobierno de Perú, a través del Ministerio de Sanidad, ha lanzado múltiples campañas de información. La última, con el eslogan “El dengue mata. ¡Mata al zancudo!”, recalca la necesidad de destruir criaderos del mosquito, a través de medidas preventivas y fumigación.
Algunas de las recomendaciones son:
- “Si tienes maceteros o plantas acuáticas, lava al menos cada dos días sus recipientes, para evitar la formación de criaderos del zancudo en esos objetos.”
- “Tapa herméticamente los recipientes donde almacenas agua, asegurándote de no dejar ningún espacio abierto para el ingreso del zancudo.”
Pero las fumigaciones y las campañas requieren muchos recursos. Y, aunque las regiones tengan presupuestos dedicados solo para contener enfermedades contagiadas por mosquitos, gran parte de ese dinero se ha destinado a la pandemia estos últimos meses, escriben Jorge Carrillo y Alicia Tovar para el medio peruano Ojo Público.
Las poblaciones con menor acceso a información, sanidad y recursos socio-económicos tendrán mayor riesgo de contraer el dengue, ya que también es más probable que conserven agua en latas o maceta por falta de acceso a agua.
“Necesitamos herramientas para entender el impacto de los factores medioambientales en la estacionalidad del dengue. Con un sistema detallado sobre quién está en riesgo y dónde y cuándo se puede propagar el dengue, podremos reforzar las estrategias de prevención”, concluye Muñoz.
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