Los secretos de la ionósfera, la capa alta de la atmósfera terrestre cargada de iones y ondas de radio, comenzaron a ser revelados hace 60 años desde el Radio Observatorio de Jicamarca (ROJ), construido en las estribaciones andinas de Lima, la capital peruana.
Estas observaciones se registraron el 22, 27 y 28 de abril de 1961 y, además de significar un gran avance para la ciencia, colocaron a Perú como país pionero en este tipo de estudios, según destacó a Efe el Instituto Geofísico del Perú (IGP).
El avance científico fue realizado por el estadounidense Kenneth Bowles (1929-2018), quien dirigía desde 1960 la construcción del radar ionosférico más grande y potente del mundo en la quebrada de Jicamarca, en el distrito de Lurigancho-Chosica, a unos 25 kilómetros de Lima.
UN RADAR EN LA CARRERA ESPACIAL
El Radio Observatorio de Jicamarca fue construido como parte de un proyecto conjunto del IGP y el National Bureau of Standards (NBS) de Estados Unidos durante el inicio de la carrera espacial, según comentó el presidente ejecutivo del IGP, Hernando Tavera.
Desde entonces, esto permitió que desde Perú se hagan «importantes aportes» sobre el estudio de las capas externas de la tierra, cuyos fenómenos afectan los sistemas de comunicaciones por satélite y de radio-navegación a nivel mundial, agregó Tavera.
El ROJ es considerado uno de los complejos más importantes del mundo para el estudio de la alta atmósfera y la ionósfera en la zona ecuatorial y forma parte de una cadena de observatorios en América dedicados a este propósito.
Al estar integrado por una gigantesca antena compuesta por 18.432 dipolos (líneas de campo eléctrico), que ocupan un área equivalente a diez canchas de fútbol, el radar puede generar y transmitir señales de gran potencia.
LAS PRIMERAS OBSERVACIONES
Al respecto, el investigador del IGP Marco Milla detalló que Bowles hizo las primeras observaciones de la ionósfera con gran entusiasmo e ímpetu, cuando el radar estaba en plena construcción y con solo un octavo de la antena principal aún operativa.
«Grande fue su asombro al notar la gran variabilidad de los fenómenos que ocurren en la ionósfera, lo cual ha motivado cientos de estudios de investigación y trabajos científicos que se han realizado y se siguen realizando utilizando las mediciones de este potente radar», resaltó.
Estas acciones consistieron en la medición de perfiles de densidad de plasma de esta capa de la atmósfera, alcanzando alturas cercanas a los 1.000 kilómetros, agregó el investigador.
Los fenómenos de la ionósfera, remarcó el IGP, pueden «causar errores en la posición dada por un receptor GPS, o interrumpir las señales de comunicaciones con satélites», lo que afecta las tecnologías y medios de vida actuales.
RELEVANCIA MUNDIAL
Los expertos peruanos destacan la relevancia de la contribución científica del ROJ, ya que gran parte del conocimiento que posee la humanidad sobre la ionósfera ecuatorial se debe a los estudios realizados desde allí.
En ese sentido, la experiencia adquirida en la operación y mantenimiento del radar ha permitido que se convierta en un laboratorio de desarrollo de instrumentación y tecnología, orientado principalmente a la gestión de riesgo de desastres.
En esta sede del IGP trabajan actualmente más de 300 personas, entre investigadores, ingenieros, personal técnico y otros colaboradores e investigadores.
«El mismo entusiasmo e ímpetu que mostró Bowles en esos años sigue latente entre nosotros y por eso seguimos haciendo ciencia para protegernos y ciencia para avanzar», concluyó Milla. EFE