– “Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo”.
En 1996, el gran periodista colombiano Gabriel García Márquez puso en palabras lo que hoy muchos periodistas extrañan. Por estos días el oficio se hace desde casa. Y en los contextos personales, siempre complejos, revueltos y humanos, nada se echa más en falta como el calor de una redacción apasionada.
¿Puede la pandemia estar acabando con la pertenencia a los grupos de trabajo? ¿Este virus, además de tantas muertes y alegrías, también se está llevando el fervor de las discusiones con café en mano? ¿Realmente el home office (oficina en casa) está poniendo en riesgo el compañerismo de redacción?
Elber Gutiérrez, jefe de redacción del periódico El Espectador (Colombia), hace algunas aclaraciones pero, en general, responde con un sí. Cree que la covid-19 llevó a que el gran reto periodístico sea mantener la cohesión entre los periodistas a pesar de la distancia. Y aunque destaca algunas ventajas de la virtualidad, reflexiona sobre las implicancias de la ausencia de cercanía.
“Hace falta el contacto personalizado, cercano, ver a la otra persona. Yo sí creo que eso hace falta en las redacciones y es un desafío muy raro y hasta complejo de explicar. Los equipos en teoría se pueden integrar a través de una reunión en teams (equipos). Pero sería muy distinto si se hiciera presencialmente, si el debate no fuera a distancia. El reto es hacer que la cohesión no se pierda”, aseguró en diálogo con IJNet.
Gutiérrez teme que la pandemia lleve a que los periodistas terminen siendo “reporteros de Google”, algo que considera “gravísimo”, por la falta de contacto con la realidad. Y, sobre todo, ve con preocupación que, aunque haya reuniones virtuales de una hora todos los días, se pierda el clima de unidad que se vivía antes, cara a cara.
“Además esto podría tener implicaciones en temas de salud. Una persona completamente aislada no es lo mismo que una persona integrada. Los periodistas somos seres humanos y, por lo tanto, somos seres sociales. Esto puede tener una carga que ya se empieza a evidenciar en temas de salud mental”, concluyó.
Luis Rómboli, secretario de redacción del periódico La Diaria (Uruguay), también destaca la importancia de las redacciones físicas en el trabajo periodístico. Cree que son un espacio de trabajo “insustituible” tanto para los trabajadores como “para toda la cadena de producción” de un diario.
“Además de ser un lugar donde el intercambio y el debate sobre lo que se está haciendo se da de manera natural, enriqueciendo el producto con una mirada colectiva, también es espacio de contención, de seguridad, hasta de disfrute, y me refiero al poder estar muchas horas trabajando, pero siempre de buen humor y poniendo humor”, explicó.
Para Rómboli, los periodistas, además de sus redacciones, perdieron otros lugares comunes que se fueron restringiendo debido al avance del virus: conferencias de prensa, charlas, debates y otras actividades que la epidemia llevó a la virtualidad.
Pero, aun en este contexto, cree que se puede seguir cuidando el sentido de pertenencia en los medios si el “buen trabajo en equipo”, la “horizontalidad” y el “respeto por el trabajador y por el organigrama” se mantienen.
Daniela Grassau, profesora, investigadora académica y periodista chilena, se ha adentrado en este asunto desde principios de año. Ha realizado entrevistas en profundidad a decenas de periodistas sobre este tema y tiene una mirada equilibrada sobre los efectos del teletrabajo.
Es que antes de hablar sobre los efectos negativos de esta modalidad, prefiere hacer un par de aclaraciones. Asegura que el impacto depende mucho del tipo de medio. Los portales de noticias sí se volcaron mucho más al teletrabajo pero no sucede lo mismo con trabajadores de televisión y de radio que no han dejado el terreno.
Además, cree que los periodistas salieron con ventaja en comparación con otras profesiones en esta emigración a la virtualidad porque ya están más acostumbrados al contacto con lo digital, las llamadas telefónicas y el escribir a distancia.
Y no solo eso: muchos se vieron beneficiados porque se sintieron más protegidos frente al avance del virus o con menos complicaciones familiares (por ejemplo, al no tener clases presenciales, los niños necesitaban que alguien se quedara en la casa).
De todas formas asegura que los periodistas, tras un año de pandemia, extrañan mucho volver a la redacción tal y como era antes de que llegara el virus.
Está convencida que, durante estos meses atípicos, se comenzó a valorar el compañerismo de redacción como nunca antes. Se empezó a apreciar esos “intangibles” que no están vinculados a “tareas concretas asignadas” pero que hacen que el día a día en la redacción sea un tiempo más especial. Esas charlas que surgen al tomar un café, compartiendo un cigarro o en el escritorio de algún compañero.
Grassau lo resume de forma precisa: “En el teletrabajo solo hay conversaciones pragmáticas. Ya no están las conversaciones casuales. Eso reduce la creatividad, no surgen ideas espontáneas. Eso te quita una parte fundamental de la vida”.
Este artículo se publicó originalmente en IJNET, la Red Internacional de Periodistas.
RV: EG