JERUSALÉN.- Israel sigue en plena tensión política, mientras los partidos del bloque opositor instan a votar cuánto antes la ratificación del nuevo Ejecutivo y el aún primer ministro, Benjamín Netanyahu, se resiste a perder el poder entre críticas por incitar y calentar los ánimos entre sus simpatizantes derechistas.
En un contexto de polarización que se volvió a hacer patente en los últimos días, el Parlamento israelí (Knéset) se reunió esta tarde en una sesión plenaria donde su presidente, Yariv Levín -miembro del partido Likud y estrecho confidente de Netanyahu-, anunció de manera formal que el denominado «bloque del cambio» acordó formar Gobierno, pero no marcó aún fecha concreta para el acto de toma de posesión.
LA CEREMONIA DE INVESTIDURA, PROBABLEMENTE EL 14 DE JUNIO
Esta ceremonia clave donde debe votarse la investidura definitiva del nuevo Gobierno tiene que celebrarse por ley en un plazo máximo de siete días, así que si Levín no la convoca para miércoles -último día de la semana en que se reúne la Knéset- o pide permiso especial para algún otro día de esta semana, el evento quedará fijado de forma automática para el próximo lunes 14 de junio.
Los analistas estiman que Levín dilatará hasta entonces la convocatoria para que Netanyahu tenga más tiempo para maniobrar e intentar impedir la creación del Gabinete hasta el último momento.
Mientras los ocho partidos de la heterodoxa amalgama del «bloque del cambio» trabajan para cerrar detalles de su pacto de coalición y evitar posibles tránsfugas, el aún primer ministro quiere aprovechar este flanco débil para presionar a diputados derechistas de partidos opositores, atraerlos a su bando y evitar que sus máximos rivales mantengan la mayoría mínima de 61 escaños para formar Gobierno.
Se estima que la frágil coalición opositora solo cuenta con esta cifra limitada para conservar su preeminencia en una Cámara de 120 asientos, por lo que la pérdida del respaldo de un solo diputado podría hacer descarriar todos los progresos alcanzados.
NETANYAHU SIGUE MANIOBRANDO
Por ahora, no consta que Netanyahu consiguiera convencer a ningún parlamentario para que se una a su bloque de fuerzas derechistas y religiosas, pero analistas prevén que seguirá usando los recursos a su mano para evitar que le desbanquen, aunque sea «in extremis».
Desde que la oposición anunció el pacto de Gobierno la semana pasada, Netanyahu critica con fervor la coalición, acusa a los partidos derechistas Yamina y Nueva Esperanza -ambos integrantes del bloque anti-Netanyahu- de traición y ayer mismo aseguró que intentará «derrocar rápidamente» al nuevo Ejecutivo en caso de que se forme.
«Nos opondremos al establecimiento de este peligroso Gobierno del fraude y la rendición», aseguró ayer, cuando instó de nuevo a los diputados de derecha del Parlamento a votar en contra del Gabinete. «Es tarde, pero no demasiado tarde», agregó en tono de emergencia.
ACUSACIONES DE INCITACIÓN
Según analistas, Netanyahu usó estos días una retórica más bien inflamatoria para deslegitimar a sus opositores que algunos incluso compararon con el estilo del expresidente de EEUU, Donald Trump.
Críticos y opositores le acusan de tener un discurso incitador que agravó la polarización en Israel y derivó en protestas de activistas derechistas frente a casas de diputados a los que se presiona para que se retracten de su decisión de aliarse con la oposición.
Miembros de Yamina como Ayelet Shaked o Naftali Benet -quién debe ser primer ministro los dos primeros años en un Gobierno de rotación junto al centrista Yair Lapid- están siendo protegidos por un dispositivo de máxima seguridad debido a las crecientes amenazas que recibieron por haberse sumado al bloque anti-Netanyahu.
PARALELISMOS CON LA ERA RABIN
En una declaración poco usual, el jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interior de Israel, alertó este fin de semana de «un grave aumento» de discursos de tipo «violento e incitador» en redes sociales, e instó a calmar ánimos para evitar episodios violentos.
Algunos analistas comparan la situación actual con el ambiente tensionado que derivó en el asesinato del primer ministro laborista Isaac Rabin en 1995, tras una fuerte campaña de incitación en su contra por parte de la derecha israelí, que condenaba que hubiera firmado los Acuerdos de paz de Oslo con los palestinos.
Según el comentarista Nahum Barnea, Netanyahu llevó estos días su pugna para seguir en el poder «a un nivel peligroso, tanto por la presión que ejerce a los miembros» de la oposición como por su discurso centrado en invalidar la opción de un Gobierno alternativo.
«Igual que los meses previos al asesinato de Rabin», Netanyahu «ha cruzado líneas rojas», escribió hoy Barnea en el diario «Yediot Aharonot».
APELACIÓN A LA UNIDAD
Ante todo, el líder opositor Yair Lapid, principal impulsor del «Gobierno del cambio», llamó esta tarde de nuevo a la unidad y a crear un Ejecutivo para todos, también los partidarios de Netanyahu.
A su vez, el centrista Beny Gantz, uno de los socios del bloque opositor con su partido centro-derechista Azul y Blanco, instó hoy a Netanyahu a aceptar «los resultados democráticos», a «respetar el proceso» de cambio de Gobierno y a no dejar «tierra arrasada».
De confirmarse la creación del nuevo Ejecutivo, Israel saldría de un bloqueo político de más de dos años, y relegaría a la oposición a Netanyahu tras 15 años en el poder, los 12 últimos consecutivos. EFE