BERLÍN.- Las actas de la Stasi, la temida policía política de la Alemania comunista, quedaron hoy bajo custodia del Archivo Federal más de 30 años después de su apertura pública y de haber atendido casi 3,5 millones de consultas.
Los 111 kilómetros de archivos, más un número indeterminado de sacos de documentos destruidos por las trituradoras de papel, seguirán siendo accesibles a los ciudadanos, periodistas e investigadores en el mismo edificio del antiguo sector este que ocuparon en este tiempo.
El cambio de tutela responde al «lógico interés decreciente» por consultarlas, indicaron a Efe fuentes del Archivo Federal. Pero sigue vigente el derecho «de todo ciudadano a conocer qué datos acumuló el Ministerio de Seguridad» sobre él.
Es decir, a saber si fue espiado, por qué y, por extensión, quién fue el vecino, compañero de trabajo o familiar que lo hizo.
La autoridad que hasta ahora ha custodiado las actas de la Stasi empezó a funcionar en 1992, dos después de la entrada en vigor del Tratado de Unidad por el que la República Democrática Alemana (RDA) dejó de existir y su territorio se integró en la República Federal de Alemania (RFA).
En su primera fase, quedó bajo la dirección de Joachim Gauck, un pastor protestante y disidente político, que imprimió personalidad propia a esa tarea. Hasta el punto de que la oficina fue conocida por todo alemán, del este o del oeste, como la «autoridad Gauck».
A Gauck le sucedió en el puesto en 2000 Marianne Birthler, de los Verdes. Pero para muchos alemanes su departamento siguió siendo la «autoridad Gauck».
Al exdisidente, por su parte, también se le ha seguido reconociendo por esa antigua función de «custodio» de esas actas, inclusive en el periodo en que ocupó la presidencia del país -de 2012 a 2017-, primer cargo representativo del país.
Su último director fue Roland Jahn, que asumió el puesto en 2011 y pasó este jueves formalmente a la jubilación.
Los 111 kilómetros de actas es el material que la ciudadanía germano-oriental logró rescatar de la destrucción en la última fase de la RDA. Las autoridades germano-orientales habían empezado a liquidar las pruebas de lo que había sido la labor sistemática de espionaje de una parte de la población sobre sus conciudadanos.
Eran fichas comprometedoras, que tras la reunificación alemana implicaron la pérdida del empleo o la reputación a funcionarios, profesores universitarios, maestros, entrenadores deportivos, escritores y todo aquel al que la Stasi reclutaba para espiar a su entorno.
Se estima que, en los últimos tiempos de la RDA, la Stasi contaba con 91.000 funcionarios y más de 189.000 confidentes, los llamados IM -Inofizielle Mitarbeiter-, quienes voluntariamente o bajo presión facilitaban a las autoridades información sobre sus sujetos espiados.
El Parlamento federal aprobó su apertura en 1991. Tras el paso de Gauck por la oficina empezó a perder relevancia, en buena parte porque el interés por ese pasado iba decreciendo y también porque los más ansiosos por conocerlo ya habían accedido a su consulta.
En 2015, el Gobierno federal encargó a una comisión de expertos la elaboración de un informe sobre el futuro de la entidad, lo que generó un debate sobre la oportunidad o no de mantenerla como organismo propio.
Finalmente se dictaminó que el material pasara a tutela del Archivo Federal a partir de 2020. La ejecución de esa medida se ha demorado algo, en medio de la ralentización de la vida administrativa por la pandemia.
Finalmente se ha hecho efectiva este 17 de junio. Una fecha señalada en la memoria colectiva de la disidencia de la RDA: ese día de junio de 1953 se produjo el primer levantamiento contra el régimen germano-oriental.
Alrededor de un millón de personas salieron a la calle en toda la Alemania comunista en protesta por las condiciones laborales de un estado que decía defender a los obreros, pero que atenazaba a sus trabajadores.
La revuelta fue sofocada con dureza con la ayuda de las tropas soviéticas. Hubo unos cincuenta muertos y unas 15.000 detenciones, que derivaron en 1.500 condenas, incluidas 20 penas de muerte. EFE