Al contrario de lo que pudiera parecer por su consideración de «cómico», el italiano Roberto Benigni cree que el cine no es un juego sino «un trabajo serio», según defendió hoy en una clase magistral en la Mostra de Venecia.
«El trabajo de actor no es un juego sino un trabajo serio. Cada vez que escucho en las entrevistas ‘nos hemos divertido mucho haciendo esta película’ pienso que no debe divertirse él o ella, sino yo que la veo», apuntó el creador de la oscarizada «La vita è bella» (1997), este año León de Oro honorífico en Venecia.
Benigni, fiel a su estilo locuaz e histriónico, impartió una conferencia en el marco del festival en la que habló de su visión del cine que, sin embargo, sí cree que puede considerarse como un juguete al servicio del público, tal y como sostenía Federico Fellini.
En este sentido recordó una película por episodios que el maestro neorealista tendría que haber realizado con Akira Kurosawa e Ingmar Bergman y que nunca llegó a concretarse.
«Nos llamábamos a menudo, pero ninguno queríamos desvelar nuestro juguete», le confesó en alguna ocasión Fellini a Benigni.
Para este, el oficio de director es «trabajo, esfuerzo y miedo de la muerte» pero también es «la mayor responsabilidad» porque deben tomar elecciones continuamente para crear una obra que perdurará por siempre.
La conferencia le sirvió también para repasar algunos de sus referentes cómicos, Charles Chaplin o el mismísimo Don Quijote de la Mancha, pero también espirituales, como Petrarca o Dante Alighieri, cuya «Divina Comedia» devora cotidianamente.
«Mis maestros son como el sol y el cielo del cine: Chaplin, Totò o Buster Keaton. Son sentimientos y modelos inalcanzables a los que aspirar. Sus películas son milagrosas, siento un amor religioso por ellos», apuntó.
Foto EFE / Video Euronews