SEVILLA (España).- Gisèle Freund fue, en 1936, la autora de la primera tesis universitaria dedicada a la fotografía en el ámbito de las ciencias humanas y aprovechó su estancia en Suramérica, huyendo de los nazis, para hacer una serie de retratos a escritores e intelectuales de una psicología tan peculiar que parecía captar la profundidad de su pensamiento.
Fue una de las primeras reporteras de prensa y suyo es uno de los retratos más reproducidos de Ortega y Gasset -un primer plano del filósofo que mira a la cámara mientras su mano, que sostiene su cabeza apoyada en la mejilla, parece aguantar toda la densidad e sus ideas-, y también son suyos los retratos de toda la generación de escritores latinoamericanos como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Silvina y Victoria Ocampo…
Ahora una colección antológica de estos retratos y de algunas fotografías que Freund tomó en su peregrinación de exiliada judía en Suramérica pueden verse en la ciudad española de Granada (sur), algunas por primera vez en España, en el Centro José Guerrero, acompañadas por un catálogo editado por La Fábrica y la Diputación de Granada con una amplia introducción de Juan Manuel Bonet sobre la vida y la obra de la genial fotógrafa.
Nacida en Berlín en 1908 y fallecida en París en el 2000, Gisèle Freund vivió en Argentina durante los años de la Segunda Guerra Mundial y retrató, entre los años treinta y los años setenta, los ambientes culturales -y a sus protagonistas- de un Sur que ahora da título a esta exposición, «En el Sur tan distante».
En aquellos años «Sur» fue el nombre, hoy ya legendario, de una de las revistas y de las editoriales que, fundadas ambas por Victoria Ocampo, serían de las más emblemáticas del mundo hispano durante aquel decenio y marcaría la creación literaria de los posteriores.
A José Bergamín lo retrató en color en París delante de un estantería repleta de libros revisando un mecanoscrito, mientras en España se libraba la Guerra Civil -la propia Gisèle Freund había tenido que abandonar su Alemania natal por el empuje nazi, por más que el filósofo Walter Benjamin asistiera a la lectura de su tesis sobre la fotografía en una universidad de ese mismo país-.
Medio centenar de intelectuales, artistas y escritores de Argentina, México, Uruguay y Chile, entre ellos dos que serían Premios Nobel como Octavio Paz y Pablo Neruda, componen esta selección de retratos en los que también los hay de Frida Kahlo y Diego Rivera o Roberto Matta, además españoles como Rafael Alberti y León Felipe.
En su retrato, Bioy Casares, con una distraída elegancia, posa apoyado en una biblioteca como si le hiciera el favor a Freund de añadirlo a sus trofeos.
Eduardo Mallea, Enrique Larreta, Julio Cortázar, Nicolás Guillén, Ricardo Paseyro son otros de los autores que completan esta antología junto a una «superposición» de sendos retratos de Borges y Bioy Casares que conforman un sólo perfil de aires fantasmales, como si la fotógrafa hubiera seguido con sus imágenes el juego literario de ambos amigos.
Ya advierte el catálogo de la muestra que uno de los grandes logros de Freund fue «registrar el aura de las personas tras su cámara», no por nada el lema de la fotógrafa fue «Ninguna pose y nunca la misma foto».
Freund también supo captar los instantes, como el del retrato en blanco y negro en el que el compositor de tangos Enrique Santos Discépolo enciende un pitillo junto a los toneles mohosos de un garito, sentado justo debajo de un retrato de Carlos Gardel tan antiguo como ladeado.
La exposición ha sido posible por la colaboración del ‘Institut mèmories de l’édition contemporaine’, que conserva miles de negativos y diapositivas de la fotógrafa.
EFE / Alfredo Valenzuela
Fotos Infobae-al / Video Kunst Kultur Quartier