El documento firmado esta mañana por el Papa Francisco y representantes de los científicos y líderes religiosos durante el encuentro «Fe y Ciencia. Hacia la Cop26» pide que el mundo logre cuanto antes las emisiones netas de carbono, que reduzca sus propias emisiones y que financie las de los países pobres.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
«Hemos heredado un jardín: no debemos dejar un desierto a nuestros hijos». La imagen es simbólica, pero el compromiso es concreto. Científicos y líderes religiosos de diferentes culturas y países lo han firmado esta mañana, suscribiendo un llamamiento conjunto con el Papa en el Aula de la Bendición, para sellar el encuentro «Fe y Ciencia» convocado por el Pontífice de cara a la Cop26 de Glasgow. «El conocimiento de la ciencia y la sabiduría de las religiones» se unen así para pedir a la comunidad internacional, que estará representada en Escocia del 31 de octubre al 12 de noviembre en el evento de la ONU, que «tome medidas rápidas, responsables y compartidas para salvaguardar, restaurar y curar nuestra humanidad herida y el hogar que se nos ha confiado». Esto se traduce en «lograr cero emisiones netas de carbono lo antes posible tomando la iniciativa de reducir nuestras propias emisiones y financiando las reducciones de emisiones de las naciones más pobres».
«Todos los gobiernos deben adoptar una trayectoria que limite el aumento de la temperatura media mundial a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales».
Acción transformadora
El Papa mira al futuro -a las nuevas generaciones que «nunca nos perdonarán si perdemos la oportunidad de proteger nuestra casa común»- pero debemos actuar en el presente: «Ahora es el momento de emprender una acción transformadora como respuesta común», dice el documento. De hecho, son demasiado urgentes los «desafíos sin precedentes que amenazan nuestra hermosa casa común», todo ello vinculado a «una crisis de valores, ética y espiritualidad».
«Nuestras creencias y espiritualidades enseñan el deber de cuidar de la familia humana y del entorno en el que vive. Somos profundamente interdependientes entre nosotros y con el mundo natural. No somos dueños ilimitados de nuestro planeta y sus recursos».
El cambio climático es una grave amenaza
Por tanto, es una «obligación moral» cooperar en la curación del planeta y ser «custodios del entorno natural con vocación de cuidarlo». Esto debe hacerse trabajando «a largo plazo» y en «un marco de esperanza y coraje», al tiempo que se cambia «la narrativa del desarrollo». «El cambio climático es una grave amenaza», afirman los firmantes del llamamiento, e imploran a las naciones con mayor responsabilidad y capacidad que «proporcionen un apoyo financiero sustancial a los países vulnerables y acuerden nuevos objetivos que les permitan ser resistentes al clima y adaptarse a él y hacerle frente».
«Los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales deben recibir una atención especial».
Estilos de vida, consumo y producción sostenibles
También se pide a los gobiernos que adopten «prácticas de uso sostenible de la tierra que respeten las culturas locales y promuevan estilos de vida, consumo y modelos de producción sostenibles». «Hay que tener plenamente en cuenta los efectos de esta transición sobre la mano de obra», reza el documento, que pide a las instituciones financieras, los bancos y los inversores que «adopten una financiación responsable» y a las organizaciones de la sociedad civil que «aborden estos retos con un espíritu de colaboración».
Un cambio de opinión
De ahí la promesa de un compromiso conjunto de las distintas religiones para «profundizar en nuestros esfuerzos para provocar un cambio de corazón entre los miembros de nuestras tradiciones en la forma en que nos relacionamos con la Tierra y con otras personas», así como para «animar a nuestras instituciones educativas y culturales a reforzar y dar prioridad a la educación ecológica integral», participando «activamente» en el discurso público sobre cuestiones medioambientales y comprometiendo a las congregaciones e instituciones a «construir comunidades sostenibles, resilientes y justas».