La lactancia en los Andes, imperturbable desde el Antiguo Perú

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LIMA.- Durante milenios, los hábitos y costumbres de la lactancia materna se han mantenido casi imperturbables en los Andes, como apunta una inédita investigación realizada en el territorio de Caral, la civilización más antigua de América y pionera en el continente para numerosas costumbres andinas.

Allí, en un singular cementerio plagado de niños enterrados en torno al año 500 a.C., los investigadores de la Zona Arqueológica Caral descubrieron que el tiempo de lactancia de esos menores ya era muy similar al sostenido actualmente en comunidades rurales de los Andes y al recomendado por las autoridades sanitarias.

Luego de analizar los dientes de ese conjunto de 48 niños, los análisis revelaron que la mayoría se alimentó solo de leche materna hasta los 6 meses, pero no fueron completamente destetados hasta los 2,6 años, tal y como sucede aún en las poblaciones andinas más rurales y tradicionales.

«Esperábamos una edad menor, como en nuestra época que, por cuestiones laborales y presiones sociales, los niños son destetados prácticamente a los 9 meses», admitió a Efe el bioarqueólogo peruano Luis Pezo-Lanfranco, autor principal de este estudio publicado en la revista Bioarchaeology International, de la Universidad de Florida (Estados Unidos).

El resultado causó sorpresa, pues no correspondía en principio con la escena del cementerio, donde la enorme concentración de niños enterrados revelaba un gran crecimiento demográfico y, a priori, una temprana edad de destete, ya que durante la lactancia las mujeres suelen ser infértiles.

«Sin embargo, esa infertilidad postparto falla en determinadas ocasiones», advierte Pezo-Lanfranco, sobre todo cuando no hay una dieta con muchas calorías y una periodicidad fija en el amamantamiento, como ocurre después de los 6 meses, cuando los bebés dejan de alimentarse únicamente del pecho de la madre.

CARAL, LEGADO MILENARIO

Para el bioarqueólogo de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), «se trata de un comportamiento tan conservador que es muy probable» que esa lactancia intermitente se haya dado también en Caral, la primera civilización de América, que se desarrolló a 130 kilómetros al norte de Lima entre los años 3000 y 1800 a.C.

Para ello, es necesario aún hallar un cementerio de esa época, pues hasta ahora son pocos los entierros recuperados del tiempo de Caral y la preservación de sus osamentas es mala para encontrar isótopos estables de carbono, nitrógeno y oxígeno, que revelan los patrones de lactancia.

No obstante, los investigadores se animan a plantear que esos hábitos de lactancia hallados en los infantes del cementerio de la quebrada de Chupacigarro, ubicado a un kilómetro de la Ciudad Sagrada de Caral, son heredados de la primera civilización de América.

«En varios elementos, Caral es una especie de cultura matriz como geoglifos (dibujos en la tierra) en espiral, los portales de doble jamba o el quipu (cuerdas anudadas para contabilidad), utilizados también por sociedades posteriores», argumenta a Efe Pedro Novoa, subdirector de investigación y conservación de materiales de Caral.

«Es como que en Caral se crean muchas formas culturales que son tradicionales para los Andes», apostilla.

REVELADORAS ESTATUILLAS

A falta de hallar ese cementerio oculto que confirmaría la hipótesis de los investigadores de la Zona Arqueológica Caral, en varios centros urbanos se han encontrado indicios de la importancia que la lactancia tenía para esta sociedad primigenia.

Así se aprecia en una serie de estatuillas de barro que representan a mujeres en el momento de amamantar a sus hijos y otras que sostienen en el regazo a sus bebés, en una alegoría de la maternidad rescatada de Vichama, uno de los doce centros urbanos de Caral.

En el caso estudiado, tampoco queda claro todavía si esa larga lactancia era por escasez de alimentos o se trataba de un suplemento alimenticio.

ÉPOCA DE HAMBRE Y TENSIÓN

Para la descubridora de Caral y directora de las investigaciones arqueológicas, Ruth Shady, la gran mortandad infantil de ese cementerio analizado puede deberse a una época crítica de gran sequía y hambruna.

«La sequía es el principal problema que afrontaron, y es muy posible que esa haya sido la causa de la muerte de estos niños», afirma Shady, que estudia Caral desde 1994, aunque no ha podido pisar el terreno en los últimos dos años al estar amenazada de muerte de por traficantes de tierras.

Lo que está comprobado es que era «una época bien pobre», según Pezo-Lanfranco, pues coincide con el ocaso de Chavín de Huántar, el primer gran centro religioso y de peregrinaje de los Andes, cuya influencia se extendió por buena parte del actual Perú.

«En toda esa época se ve el afloramiento de la violencia en los Andes. Había grandes movimientos poblacionales. Era un clima de cambio, y eso se nota en el cementerio de Chupacigarro», concluye el autor del estudio. EFE

 

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