El interesantísimo (permítanme el término) diccionario del materialismo filosófico señala que la ciencia histórica se construye sobre ruinas, vestigios, documentos, monumentos: llamemos reliquias a todas estas cosas…
Y va más allá al argumentar que el historiador no permanece inmerso en sus ruinas sino las puebla de “fantasmas”. Los fantasmas del pretérito, advierte, no son gratuitamente construidos. No es fácil redefinir la función de estos fantasmas.
Quiero detenerme en un año que parece haberse perdido en el tiempo: 1976.
La ciencia o las ciencias como la llama el polémico profesor español Jesús G. Maestro, buscan evidencias, los millennials o Generación Y apuestan por la “prueba” audiovisual.
Y he allí de donde se concentra el meollo del asunto. El grito de “No hay impuestos sin representación” desató la Revolución Estadounidense, hoy la voz posmodernista apunta a que sin video no hay interacción, likes, recuerdos y menos un compartir digital.
En 1976, para centrarme en el fútbol, la selección peruana solo disputó cuatro partidos: perdió dos ante Argentina por la hoy olvidada y extraña Copa Mariscal Ramón Castilla, y empató otros dos ante Uruguay, ambos sin goles en choques amistosos. No hay registros visuales de por medio.
Los bombos y camisetas blanquirrojas estaban aún muy lejos de escucharse y lucirse en las graderías. Gamarra estaba aún lejos de estrenarse, aunque ya sobraban las viseras y los radios a transistores andaban pegaditas a las orejas en los estadios.
Los hechos deportivos de 1976, tras el título Sudamericano del 75 y previo a las Eliminatorias del 77, duermen por ahora en las hemerotecas que se escribieron en boyantes redacciones antes de pasar por talleres, imprimirse y ser lanzadas a las calles para que ávidos canillitas agotaran los tirajes.
Las imágenes audiovisuales de aquel olvidado 1976 descansan en los archivos de la televisión peruana de apenas tres canales. 4, 5 y 7, al parecer muchas lo harán para siempre. Quizá algún día una mano bendita abra esos registros o los lleve al mundo de la digitalización.
Quienes peinamos ya canas podemos aún enfrascarnos, sin video de por medio, en un sabroso diálogo sobre el Alianza Lima de Marcos Calderón quien, con el todavía fresco título del Sudamericano conseguido en Caracas en octubre del 75, rompía ese verano del 76 con los íntimos diez años de sequía sacándolos por primera vez campeones del fútbol peruano desde el lejano 1965.
Que el título “grone” vino acompañado con el estreno de jugar la Copa por primera vez en Matute. Los rivales eran el Millonarios y el Santa Fe, ambos de Bogotá (Algo muy difícil de repetir en estos tiempos: que dos equipos de la capital colombiana clasifiquen a La Libertadores).
Que al grupo copero ingresó un cuadro que nadie mapeaba para ese 1976 en un torneo internacional: El Alfonso Ugarte de Puno que había obtenido el subcampeonato en una noche de verano sacando por penales al favorito Universitario de Deportes que después de ese 1976 jamás volvería a ser el mismo.
Que por Alianza en la Copa marcó Félix Suárez un gol a los 6 segundos en Lima contra Santa Fe en el arco norte de Matute, hecho que internet registra sorprendente en un audio, pero no en imágenes. Que la dirigencia peruana logró que la Libertadores se jugara en Puno y que a los cuadros colombianos se los recibiera con bailes típicos de la zona a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Perdido en el tiempo, sin video que lo recuerde, los viejos hinchas aún podemos recordar y comentar el gol que Santiago Ojeda marcara de “huacha” a Humberto Horacio Ballesteros, arquero de Millonarios, en el 2 a 1 contra los colombianos en Matute, que permitió a Alianza clasificar a semifinales y celebrar en el palco al presidente de turno, meses antes de que Julio Meléndez Calderón le entregara un sábado de marzo por la noche su transpirada camiseta después del 2 a 0 a Chile en Lima por las Eliminatorias a Argentina 78. (Pero eso es otra historia).
El 4 a 0 que ya en semifinales le aplicó Cruzeiro de Brasil al Alianza en Lima y que transmitió la televisión peruana y el inmisericorde 7 a 1 posterior en Belo Horizonte, ya en mayo del 76, se desvanecen con los años, sin información digitalizada de prensa escrita, ni archivos audiovisuales on line.
Los viejos huaralinos recordarán además que ese olvidado 1976 el cuadro naranjero de Pedrito Ruiz y Alejandro Luces se jugó un gran torneo y campeonó relegando al Sport Boys de Guillermo la Rosa, y la “Bruja” Bonelli, al subcampeonato, aunque no haya video que lo registre.
El olvidado 1976 se pierde en el tiempo, para los jóvenes que no lo vivieron no hay experiencia sin video. A los mayores nos queda aún la sabrosa apuesta por el diálogo, pues creemos que mientras hay vida habrá recuerdos, polémicas, un café de por medio, y lo más importante la conversación no tendrá razones para desaparecer.
Raúl Graham