Claves del conflicto ruso-ucraniano que involucra a Occidente

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Desde la última escalada de 2014, Kiev y Moscú han estado técnicamente enfrentados, luego de que Vladimir Putin anexionara a su país la provincia de Crimea, en ese momento ucraniana. Si bien la presencia militar rusa en la zona limítrofe ha sido frecuente desde entonces, el aumento en los últimos meses de las tropas del Kremlin a lo largo de la frontera ha sido exponencial.

El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg ha indicado que se trata de “la mayor acumulación de tropas rusas” desde hace siete años.

Las alarmas se volvieron a prender el pasado diciembre cuando los uniformados de Moscú iniciaron ejercicios militares a gran escala en más de 30 campos de concentración en seis regiones diferentes, según denunció Kiev.

El Ministerio de Defensa ucraniano calculó que más de 114.000 soldados rusos fueron desplegados en las zonas limítrofes en el noreste, este y sur de Ucrania, incluidos alrededor de 92.000 soldados de infantería y fuerzas aéreas y marítimas.

El despliegue ha sido tal que distintos gobiernos de Occidente han alertado sobre una probable y próxima invasión de Rusia a Ucrania. Aunque el gobierno de Putin niega esas intenciones, lanza advertencias frontales a la OTAN, Washington y Bruselas. ¿El último paso al frente? Las maniobras navales en el Océano Índico que anunció el jueves 20 de enero con Irán y China, fuertes adversarios de EEUU, “para fortalecer la seguridad en la región”.

En el fondo Rusia ha dejado claro a Occidente que desista de la expansión hacia sus fronteras y se aleje de su antiguo aliado en la desaparecida Unión Soviética con el que comparte orígenes étnicos y culturales, pero sobre todo es un punto estratégico en el Mar Negro que no está dispuesto a perder.

Estas son las implicaciones de la más reciente tentativa de guerra:

UCRANIA, UN HERMANO QUE RUSIA BUSCA RECUPERAR

En el trasfondo del conflicto, algunos expertos políticos destacan sus antecedentes como naciones, pues Kiev es considerado el lugar donde nació la república rusa.

De hecho, el mandatario Vladimir Putin ha ahondado públicamente en su discurso de que rusos y ucranianos representan “un sólo pueblo”.

Y es que durante varias décadas lo fueron. El origen de Rusia y Ucrania se sitúa hace más de 1.200 años en la llamada ‘Rus de Kiev’, enorme federación de tribus eslavas que dominó el noreste de Europa durante la Edad Media y tenía su epicentro en la capital ucraniana.

Los eslavos orientales tuvieron una cultura común en la que prevaleció el cristianismo ortodoxo y el idioma ruso. Sus bases se fortalecieron con el nacimiento de la Unión Soviética en 1922, pero más tarde llegó la ruptura con la caída de esta en 1991.

Un hecho que Putin incluso ha llegado a describir como “la más grande catástrofe geopolítica del siglo XX”. Mientras, algunos veían en la separación una victoria de la democracia, para Moscú millones de personas de habla rusa quedaron “atrapadas” bajo estados no rusos como Ucrania, Lituania y Kazajistán,

La demografía ha resultado ser un factor clave para el conflicto. Alrededor del 17% de la población ucraniana se identifica con la etnia rusa y para un tercio ese es su idioma nativo. La mayoría se encuentra en Crimea, la península que Rusia se anexionó en 2014.

EL CONFLICTO SEPARATISTA

La anexión de Crimea fue vista por los prorrusos como la recuperación de un territorio que les pertenecía y el idioma compartido fue una de sus justificaciones, aunque desde 1954 se había convertido en una región ucraniana tras un amplio reclamo de esa parte.

Su vinculación a Rusia mediante un referéndum considerado ilegal por Kiev generó una fuerte oposición de la mayor parte de la comunidad internacional, que pronto emitió sanciones contra Moscú, pero que no lo han hecho desistir de sus objetivos.

El conflicto, también denominado guerra del Donbass, creció en el terreno como respuesta al llamado Euromaidán, una serie de protestas que desde la capital pedían revivir el político Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio que estaba próximo a acercar oficialmente a Ucrania con la Unión Europea y naufragó justamente por las presiones de Rusia.

La crisis llevó a la renuncia del entonces mandatario ucraniano, Viktor Yanukovich y el momento fue aprovechado por Moscú que desplegó sus tropas a Crimea bajo el discurso de que Ucrania era un estado fallido, gobernado por dirigentes “antirrusos”.

Rusia continúa respaldando a los separatistas en la región de Donbass y el Kremlin afirma que teme que Ucrania intente recuperar las áreas rebeldes por la fuerza, lo que califica de «aventurerismo peligroso».

El actual presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechaza las acusaciones y en repetidas ocasiones ha pedido infructuosamente conversaciones directas con Moscú para poner fin a una guerra que según las estimaciones de Kiev ha matado a al menos 14.000 personas.

UCRANIA EN EL MEDIO DE LA ESTRATEGIA MILITAR DE RUSIA Y OCCIDENTE

Ucrania resuena como el centro del tablero geopolítico entre el este y el oeste. Ante su ubicación, a las puertas del territorio ruso, es vista por Estados Unidos y la Unión Europea como un aliado estratégico y militar.

Pero justamente, la furia de Moscú estalla ante los planes de Kiev de unirse tanto a la OTAN como a la Unión Europea (UE). Si bien Ucrania no es miembro de la alianza militar, sí ha mostrado su inclinación hacia la organización que le ha ofrecido completo respaldo para preservar la soberanía de la exrepública soviética, así como la promesa de una eventual adhesión.

Rusia, cuya principal base naval en el Mar Negro se encuentra en la antigua provincia ucraniana de Crimea, exigió el pasado 17 de diciembre a la OTAN que se repliegue detrás de lo que eran sus fronteras antes de que las naciones de Europa central y oriental se unieran desde 1997.

Sin embargo, la acumulación de tropas de Rusia cerca de Ucrania está galvanizando las defensas de la OTAN en Europa que el presidente Vladimir Putin quiere desmantelar, dando a la alianza una sensación de renovación después de los fracasos en Afganistán.

«Una de las cosas que más me llama la atención sobre esto es que las acciones de Rusia han precipitado exactamente lo que el presidente Putin dice que quiere evitar (…) Ciertamente, tendremos que fortalecer aún más la postura defensiva de la OTAN», aseguró esta semana el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, antes de partir hacia Ucrania.

Los expertos no descartan más tropas, barcos y aviones de la OTAN en el área del Mar Negro y en el Báltico y pasar de una estrategia de rotación de tropas a una presencia de fuerza permanente allí, incluidos más soldados y armas estadounidenses.

«Creo que el traslado de capacidades adicionales de EE. UU. a Europa ahora está definitivamente en proceso, porque la situación lo exige», señaló el ministro de Defensa de Lituania, Arvydas Anusauskas.

Las decisiones sobre movimientos de tropas podrían ocurrir tan pronto como se celebre una cumbre de la OTAN en Madrid en junio, indicaron diplomáticos y funcionarios, aunque es probable que cualquier retirada por parte de Moscú dé lugar a una pausa en las amenazas militares.

POSIBLES RESPUESTAS AL CONFLICTO

Frente a los altos costos de las eventuales medidas militares y económicas, desde Occidente no hay consenso en este asunto.

Aunque Washington evita referirse de forma directa a un enfrentamiento armado con Moscú, sí ha prometido ayuda militar a Ucrania, al igual que Reino Unido.

“Si Rusia interviene en Ucrania habrá respuesta”, apuntó el secretario de Estado Antony Blinken durante su gira por Europa esta semana. Sin embargo, Francia y Alemania rechazan el suministro de armas a Kiev.

Otros gobiernos, como España, también apelan al diálogo, especialmente cuando el continente se ha visto golpeado por los altos costos del combustible.

“Apostamos por la paz y evitar una escalada del conflicto”, afirmó la ministra de Igualdad, Irene Montero.

Entretanto, Suecia desplegó en los últimos días a cientos de militares a su estratégica isla de Gotland, que se encuentra en el mar Báltico. Dinamarca también reforzó su presencia en la región.

Los más optimistas del bloque de 27 países apuestan por fijar una nueva serie de posibles sanciones contra Moscú antes del 24 de enero, cuando está prevista la próxima reunión de ministros de Relaciones Exteriores.

NORDSTREAM 2: PUNTO DÉBIL PARA RUSIA Y EUROPA ANTE EVENTUAL GUERRA

Ante la amenaza implícita de una invasión rusa en Ucrania, Estados Unidos y sus aliados europeos fijan la mirada en lo que consideran el mayor talón de Aquiles del Kremlin: el gasoducto Nord Stream 2, construido para llevar gas a Europa, desde Rusia hasta Alemania y sin necesidad de pasar por Ucrania como ocurre en la actualidad.

Sin embargo, su uso se encuentra bloqueado en medio de los riesgos para un conflicto a gran escala que según Kiev significaría que el recurso deje de pasar por su territorio.

«Alemania se ha comprometido en este acuerdo a que, si Rusia intenta utilizar la energía como arma o comete más actos agresivos contra Ucrania, Alemania emprenderá acciones a nivel nacional y presionará por adoptar medidas eficaces a nivel europeo, incluyendo sanciones que limiten la capacidad exportadora rusa a Europa en el sector de energía», subrayó la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, el pasado diciembre.

El valor del combustible azota fuertemente al continente europeo que durante el invierno ha visto disparados sus precios.

«Es una ventaja para Occidente, pues si Vladimir Putin quiere ver flujo de gas a través de esa tubería, tal vez no quiera tomar el riesgo de invadir Ucrania», subrayó el consejero nacional de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan.

12.000 millones de dólares fueron invertidos en el Nord Stream 2 construido para transportar 55.000 millones de metros cúbicos de gas por año hacia el Viejo Continente, lo que le proporcionaría gas natural relativamente a bajo precio al tiempo que cae la producción interna.

Alemania, que ya importa desde Rusia alrededor del 40% del gas que utiliza, ha apoyado el proyecto y resistiendo a la presión estadounidense para minimizar su dependencia energética de Moscú.

No obstante, ahora con Rusia amenazando a Ucrania, fuentes oficiales de Estados Unidos creen que Alemania, bajo el nuevo liderazgo del canciller Olaf Scholz, es susceptible de mantener las válvulas de suministro selladas para presionar a Putin, señaló William Taylor, exdiplomático estadounidense en Kiev y vicepresidente del Instituto de Paz de Estados Unidos.

«Este es un proyecto de largo plazo para Putin y sabemos que este proyecto da a Rusia, al Kremlin, una verdadera ventaja sobre Europa (…) La pregunta es: ¿los alemanes estarán de acuerdo? Ellos están divididos en este asunto», explicó Taylor, quien agregó que si los rusos invaden Ucrania el consenso alemán podría cambiar y oponerse al gasoducto.

Por lo pronto las potencias no descartan una solución por vía la diplomática. El mundo se encuentra expectante a la respuesta que Washington daría a Moscú la próxima semana sobre las exigencias de una retirada de la OTAN de Europa del Este y una prohibición de entrada de Ucrania a la alianza militar, un punto de quiebre trazado por el Kremlin renuente a un nuevo capítulo de la historia en el que su antiguo aliado se una a Occidente.

Con información de agencias de noticias

 

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