Mi reencuentro con Chopra

 

De muy niño, tropecé con la Magia,-así con mayúsculas- pues mi abuelo Berhard Brenner, no sólo dominaba todos los idiomas hablados en la Tierra, aparte del “Enocquiano”, que era un lenguaje “estricto para magos”, mediante el cual, mi inolvidable  viejo, se entendía con célebres ocultistas de este –y otros mundos-, según decía sonriendo bajo su bigotazo gris, mientras me decía acariciando mi revuelta melena de precoz mataperro: “Tú serás mago”, motivando las protestas de mi vieja y toda la familia afincada en “La Confianza”, a unos metros del “Jardín botánico” y cuadra y medio de la Morgue, para que se enteren los curiosos.

Al correr el tiempo, fui entendiendo la verdad de su presagio.

Gracias a él mismo y al entorno familiar, me fui relacionando con todas las “mancias”, mientras iba investigando la verdad y leyenda de los grandes misterios del planeta.

Después en un triste capítulo de mi aventurera vida, recalé en el corazón de una tribu gitana que me acogió una fría noche en la cual, a los catorce almanaques, vagaba sin brújula sin más abrigo que la lluvia.

Y ya por entonces, ocurrían en mi vida, sorprendentes episodios de lo que entendemos como “casualidades” y “coincidencias”.

Así abordé los más diversos oficios, hasta llegar al estudio universitario -sin saber cómo- para luego hacerme boxer aficionado, soldado de caballería y desde luego, maestro esotérico, cuyo mejor logro, fue descubrir como clarividente a mi hija Miryam, hoy internacionalmente reconocida como “Agatha Lys”, que en materia de “Mancias”, ahora, podría darme lecciones a mí  y, por algo, comparte con “su anciano padre”, una invitación pendiente, de cierta célebre orden espiritual con sede en Londres, donde en “el momento propicio”, nos reuniremos con el «Gran Maestre”, que se identifica mundialmente, como “Hermano Wendell” y es un personaje asombroso, por decir lo menos. Él, admira sinceramente a “Agatha”, sin conocerla “en persona”, afirmando que “la sigue telepáticamente, en todos sus pasos y caminos”- según me ha dicho con frecuencia… “a corazón abierto”.

Pero, todo el desorden de mi vida, se ordenó de golpe, cierta tarde en New York, cuando una extraña invitación me llevó a conocer -traductor de por medio- a un sorprendente personaje llamado Deepak Chopra, en principio médico y luego, ordenador de una teoría que ha querido denominar “Sincro-destino”, según la cual, las “predicciones que marca el sueño, las llamadas casualidades o “coincidencias, son, en realidad “señales” que oportunamente tomadas en serio, nos señalan nuestro verdadero camino y… lo que nos espera  mediados o… al final del mismo. “Hasta los astros giran en el espacio, para que se cumpla el Gran Ordenamiento de Dios y la Naturaleza”… «Las casualidades y/o coincidencias, son signos indicadores que debemos interpretar y seguir inteligentemente”, me dijo al final de nuestro primer encuentro.

Eso fue hace muchos años y, desde entonces, he comprobado sin vacilaciones, que el Dr. Chopra, tiene -siempre tuvo- razón y que la venta de sus millones de libros, así como sus “Clínicas de realización personal” abiertas y funcionando en el mundo entero, así lo demuestran.

En mi caso, y por razones ajenas a mi voluntad, o conducta, atravieso una difícil temporada que debo capear diariamente, sin perder la fe ni el camino.

Y resulta que, como “una señal del sincrodestino”, al poner cierto orden en mi modesta, pero bien surtida, mini- biblioteca, cayeron prácticamente sobre mi, dos de los más exitosos libros del Dr. Deepak. Ellos son: “Sincro destino” y “El futuro al alcance de su mano”. He querido entender esta «aluviónica» aparición bibliotecaria, como una señal y un reencuentro. Es muy probable que mi difícil temporada, esté a punto de terminar exitosamente. Para asegurarme al respecto, consultaré con “Agatha Lys”. Caro que sí. Absurdo fuera, obrar en contrario, mis amables lectores.

 

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