MADRID (España).- El aprovechamiento del agua de la lluvia ha sido desde tiempos inmemoriales una práctica muy utilizada. El agua de lluvia se ha empleado históricamente para lavarse, beber y cocinar directamente con ella. Hoy día los criterios son más restrictivos y no suele aconsejarse el empleo directo del agua de lluvia para estos usos.
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) de origen humano se propagan por la atmósfera y ya pueden encontrarse en el agua de lluvia y nieve incluso en los confines de la Tierra.
Durante los últimos 20 años, los valores orientativos de los PFAS en el agua potable, las aguas superficiales y los suelos han disminuido drásticamente debido a los nuevos conocimientos sobre su toxicidad. Como resultado, los niveles en los medios ambientales están ahora ubicuamente por encima de los niveles guía.
Un artículo de perspectiva elaborado por investigadores de la Universidad de Estocolmo (Suecia) y la ETH Zúrich (Suiza), publicado en la revista Environmental Science & Technology, sugiere que los PFA definen un nuevo límite planetario para las nuevas entidades que se ha superado.
«En los últimos 20 años se ha producido un asombroso descenso de los valores guía para los PFA en el agua potable. Por ejemplo, el valor de referencia del agua potable para una sustancia muy conocida de la clase de los PFA, el ácido perfluorooctanoico (PFOA), que provoca cáncer, ha disminuido en 37.5 millones de veces en los Estados Unidos», afirma en un comunicado Ian Cousins, autor principal del estudio y profesor del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Estocolmo.
«Según las últimas directrices estadounidenses sobre el PFOA en el agua potable, el agua de lluvia de todo el mundo se consideraría insegura para beber –prosigue–. Aunque en el mundo industrial no solemos beber agua de lluvia, mucha gente de todo el mundo espera que sea segura para beber y que suministre muchas de nuestras fuentes de agua potable».
El equipo de la Universidad de Estocolmo ha realizado trabajos de laboratorio y de campo sobre la presencia y el transporte atmosférico de PFA durante la última década. Han observado que los niveles de algunos PFA nocivos en la atmósfera no están disminuyendo notablemente a pesar de que su principal fabricante, 3M, los eliminó hace ya dos décadas.
«La extrema persistencia y el continuo ciclo global de ciertos PFA llevará a que se sigan superando las directrices mencionadas», afirma el profesor Martin Scheringer, coautor del estudio con sede en la ETH de Zúrich (Suiza) y en RECETOX, de la Universidad de Masaryk (República Checa).
Los PFA son un nombre colectivo para las sustancias alquílicas perfluoradas y polifluoradas o sustancias altamente fluoradas que tienen una estructura química similar.
Estas sustancias se han asociado a una amplia gama de daños graves para la salud, como el cáncer, los problemas de aprendizaje y comportamiento en los niños, la infertilidad y las complicaciones en el embarazo, el aumento del colesterol y los problemas del sistema inmunitario.
Fuente y foto Europa Press
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