La Trata de personas, especialmente menores, que consiste en la adquisición de seres humanos por medios ilícitos como la fuerza, el fraude o el engaño con el fin de explotarlas, no es un fenómeno que se circunscriba a los países en vías de desarrollo. Está extendida por los cinco continentes. Según Manos Unidas, la mayoría de estos menores son captados por las mafias que operan en las zonas rurales de los países. La Iglesia, que está presente en esos países a través de congregaciones religiosas e instituciones de ayuda al desarrollo, como los Salesianos de don Bosco, despliega un intenso trabajo en la búsqueda e identificación de menores en riesgo, y en la rehabilitación de quienes han sido víctimas de la explotación. La Trata de menores tiene entre sus múltiples causas la miseria de las familias, las crisis humanitarias, las carencias educativas o las legislaciones insuficientes en muchas naciones. En todo caso, es un crimen que clama al Cielo, frente al que no cabe ninguna indiferencia.
JD Mez Madrid
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