Tu vida vale igual que cualquier otra vida humana, pareciera esto muy lógico y casi de respuesta inmediata, pero no todo el mundo lo tiene claro. Toda vida humana vale, y vale lo mismo, y vale más que todo lo que existe, incluso que todo el universo. Y vale no en términos de utilitarismo, pragmatismo, liberalismo, etc. sino que tu vida vale por sí misma, su valor no puede ser catalogado dentro de los parámetros que algunos o la mayoría dicta, sino que es invaluable porque radica en su ser persona.
Es así, cada persona es única e irrepetible, no hubo, no hay y no habrá nadie como tú, ni con tus rasgos físicos, tu personalidad, tus gustos, tu historia; ni como tú, ni como nadie más.
A lo largo de la historia hemos vivido como humanidad terribles situaciones que resultan dolorosísimas con tan solo imaginarlas; la esclavitud, la guerra, el genocidio en el holocausto, etc. todo esto lacera el alma porque se trata de personas, como tú y como yo que fueron pisoteadas en su dignidad, tratadas de una manera inhumana que parte de la falta de conocimiento, reconocimiento y respeto de que el otro es alguien y no algo, es persona, y la persona siempre es más; más que su cuerpo, sus ideas, sus sentimientos, la persona es siempre más que sus habilidades, aptitudes, logros, fracasos… más que su fuerza física, su salud o enfermedad, más que su nacionalidad, raza, color de piel, estatura, más que el tiempo que tiene de existir, más que sus circunstancias, si vive dentro o fuera del seno materno, si es letrado o no ha tenido la oportunidad de estudiar, o no ha querido… más que sus creencias religiosas y preferencias personales. “La persona siempre es más” afirma el Doctor Víctor Orón Semper.
El mundo de hoy, tan avanzado y a la vez tan inhumano… la humanidad no se da cuenta que continua la esclavitud, la guerra, el genocidio y no solo a lo lejos, a kilómetros de distancia, sino cerca de nosotros, quizás tu o yo hemos sido actores o victimas de maltrato físico, psicológico, de abusos; cómplices incluso al no alzar la voz por los derechos de los más vulnerables e indefensos, por callar cuando hay que hablar, por no llamar por su nombre los hechos y “dejarlos pasar”.
La persona fue, es y siempre será el culmen de la Creación, toda vida humana vale por el solo hecho de existir y posee derechos inalienables, inmutables, inviolables. Si aprendemos a respetar y a hacer respetar la vida propia y la vida de quienes nos rodean tendremos un mundo mejor y más humano, acorde con nuestro valor personal. Como
Rosario Prieto
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