La red ferroviaria de India es un medio de tráfico infantil

 

Los niños que trabajan y viajan en la vasta red ferroviaria de India están especialmente expuestos a caer víctimas de la trata de personas, por lo que deben recibir educación sobre los peligros del tráfico, dicen los miembros de una asociación que luchan contra el delito en la ciudad de Belgium. Foto: Umar Manzoor Shah / IPS

BELGAUM, India – Deeepti Rani, de 13 años, vive con su madre en una destartalada vivienda cerca de una vía férrea en la periferia de Belgaum, una ciudad del sureño estado indio de Karnataka. Las dos se ganan la vida vendiendo libros de papel en los trenes.

Hace cuatro meses, un hombre de unos 50 años las visitó. Se hizo pasar por un hombre de negocios procedente de la capital india, Delhi, y primero expresó su consternación por las pésimas condiciones de la familia. Luego les ofreció ayuda.

El hombre le preguntó a Deepti si quería acompañarle a Delhi, donde podría encontrarle un trabajo decente como dependienta o empleada del hogar. También le dijo a la madre de Deepti que si le permitía ir a Delhi, su hija podría ganar entre 15 000 y 20 000 rupias al mes, equivalentes a entre 200 o 300 dólares.

La madre de Deepti pensó que ese dinero bastaría para sacar a la familia de la miseria y las privaciones, además de servir para planear la boda de Deepti y abandonar el arduo trabajo de vender libros de bolsillo en los trenes en marcha, justamente donde el hombre había conocido a la adolescente y se había ganado su confianza.

El día previsto, cuando el hombre estaba a punto de llevarse a Deepti, un obrero que vive con su familia junto a su casucha informó a la policía sobre el posible caso de trata. El trabajador como jornalero había empezado a sospechar tras observar las frecuentes visitas del agente a la madre y la hija.

Cuando la policía llegó al lugar y detuvo al agente, se descubrió durante el interrogatorio que planeaba vender a la niña a un burdel de Delhi, tras trasladarla en tren allí.

Ramesh, un chico de 14 años del mismo estado, sufrió una situación similar. Cuenta que un hombre, probablemente de unos 40 años, ofreció a sus padres una buena suma de dinero para que le permitieran adoptarlo y cuidarlo.

“Mis padres, que trabajan como obreros, aceptaron de inmediato. Me pusieron en manos de un hombre que habíamos conocido unos días antes. Me dijeron que tendría una buena educación, una buena vida y unos padres cariñosos”, contó Ramesh.

Pero, dijo, “me preguntaba cómo un hombre desconocido podía ofrecernos esas cosas a un ritmo tan rápido. Les dije a mis padres que me olía algo sospechoso”.

Al día siguiente, cuando el hombre llegó para llevarse al niño, los vecinos y mismos padres de Ramesh, lo interrogaron.   “Llamamos al número de teléfono del gobierno y el equipo llegó al cabo de unos 20 minutos”, recordó el padre del joven.

“Al ser interrogado, el hombre se desahogó. Estaba a punto de vender al niño en algún país de Medio Oriente y conseguir una gran suma para él. Podríamos haber perdido a nuestro hijo para siempre”, dijo el progenitor.

El fenómeno de la trata infantil

Según datos oficiales, cada ocho minutos desaparece un niño en India.

Hasta 11 000 de los 44 000 niños y adolescentes denunciados como desaparecidos cada año siguen sin aparecer. En muchos casos, los niños y sus padres de bajos ingresos a los que se les prometen una vida mejor en familias ricas en las ciudades, acaban siendo muy mal pagados, maltratados y, en ocasiones, abusados sexualmente.

La trata de personas está prohibida en la India por atentar contra derechos fundamentales garantizados en la Constitución, pero no por ello deja de ser uno de los crímenes organizados en auge.

Se trata de un delito muchas veces oculto, porque no suele denunciarse a la policía, y los expertos creen que requiere cambios políticos importantes para detenerlo y ayudar a las víctimas a recuperarse.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Activistas y miembros asociados a la Sociedad Diocesana de Servicios Sociales de Belgaum (BDSSS) dirigen varios programas de protección de la infancia para niños de entornos pobres y vulnerables.

Uno de estos programas es Childline 1098 Collab. Se ha creado una línea de ayuda específica para ayudar a los niños necesitados. El número de la línea de ayuda se ha difundido ampliamente por toda la ciudad de Belgaum, de modo que si alguien se encuentra con alguna violación de los derechos del niño, puede marcar el número.

De inmediato, se enviará un equipo de rescate que prestará ayuda a la víctima.

El sacerdote católlico Peter Asheervadappa, director de un servicio social llamado Sociedad Diocesana de Servicios Sociales de Belgaum, ofrece servicios de ayuda y rescate de emergencia para niños en situación de alto riesgo. Los niños y otros ciudadanos pueden marcar el número gratuito 1098, y el equipo llega en 60 minutos para rescatar a los niños.

“Los casos atendidos son de naturaleza variada: Abuso sexual, abuso físico, trabajo infantil, matrimonios y cualquier otro abuso que afecte el bienestar de los niños”, dijo Asheervadappa a IPS.

Añade que la red ferroviaria de India, una de las mayores del mundo, está compuesta por 7321 estaciones, 123 542 kilómetros de vías y 9143 trenes diarios, que transportan a más de 23 millones de personas.

“Esta vasta red ferroviaria, crucial para la supervivencia del país, se utiliza con frecuencia para el tráfico de niños”, dijo el padre.

Añadió que “por esta razón, nuestra organización, y otras como ella, han defendido que las paradas de tren clave requieren programas y atención especializados. Estos centros de tránsito son lugares importantes para encontrar y ayudar a los niños cuando más lo necesitan”.

Pero no solo los casos de trata han surgido en estos lugares. También hay matrimonios infantiles que preocupan a los activistas.

Rashmi, de 13 años, estuvo a punto de ser vendida a un empresario de mediana edad de una ciudad cercana.  A cambio, el hombre adinerado cuidaría bien de la familia, sumida en la pobreza, y atendería sus necesidades diarias. Todo lo que tenían que hacer era entregarles a su hija.  Ellos aceptaron.

Todo el mundo quiere tener una buena vida, pero eso no significa que se trueque la vida de un hijo por esa codicia. Es inmoral, poco ético e ilegal, afirma a IPS el activista Abhinav Prasad, miembro del Programa de Protección de la Infancia, y cuyo apellido está cambiado a su pedido.

Dice que mucha gente en la India está al acecho de las novias infantiles. Suelen galvanizar sus esfuerzos en los barrios marginales y en las zonas donde vive la gente pobre. Allí encuentran a personas necesitadas y se aprovechan de su desesperación para conseguir dinero.

Cuando Rashmi estaba a punto de contraer matrimonio con el hombre que le cuadruplicaba la edad (50 años), unos vecinos llamaron al grupo de rescate de niños y les informaron. El equipo acudió al lugar y llamó a la policía para impedir que se celebrara la ceremonia.

“Los matrimonios infantiles están muy extendidos en India, pero debemos poner nuestro granito de arena. Gracias a estos pequeños esfuerzos podemos impedir que la amenaza extienda sus terribles alas y victimice a nuestros niños”, dijo Prasad.

T: MF / ED: EG

 

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