La pornografía explota y degrada a la persona humana, mina los matrimonios y la vida familiar, rompe las relaciones personales y sociales, contribuye a la comisión de ataques sexuales y a las molestias a MENORES, reduce el don divino de la sexualidad a un nivel en el que está ausente el sentido de la dignidad personal, de la ternura humana, del amor mutuo y del compromiso ético que forma parte del plan divino.
La pornografía es una enumeración de males, sin bien, porque la pornografía es una autentico infierno, donde se degrada y explota a la persona humana.
El hombre y la mujer no son seres angelicales. Somos animales racionales, amorosos y sexuados. El hombre y la mujer actúan racionalmente, amorosamente, sexualmente. Todo merced a la libre voluntad. La inteligencia, el corazón y la sexualidad son dones admirables. Y él y ella, hombre y mujer, pueden usar bien o mal, perversa o sensatamente de estas cualidades, pueden con tales valores elevarse o degradarse. Tan dignos son él y ella como seres inteligentes y amorosos, que como sexuados. Nadie duda que la moral tradicional ha recelado en exceso (la ley del péndulo) de un extremo a otro.
Pero la sexualidad tiene una importancia decisiva en la construcción de la personalidad de cada uno. Cualquier desvío importante en ella crea personas neuróticas o de una eroticidad mental enfermiza. De aquí la importancia de asegurar un equilibrio sano en la educación de la sexualidad que tiene fines necesarios, muy hermosos y determinados que enriquecen las relaciones y dan a los sentidos un objetivo amable. Sin embargo, el mayor desvío de la sexualidad es LA PORNOGRAFÍA Y SU MERCADO, que crean obsesos sexuales, agresivos y degradan la nobleza de los sentidos.
La pornografía es una de las DROGAS MÁS DESTRUCTORAS DEL EQUILIBRIO HUMANO, aboca a la persona al frenesí del sexo, a la erotización de la mente y a la MUERTE DEL VERDADERO AMOR. Merma la fuerza de VOLUNTAD en todas nuestras actividades, nos lleva a un estado de ánimo desordenado siendo este “estado” verdugo de nosotros mismos y así pagamos el fruto de LA PORNOGRAFÍA: SIDA. Y otras enfermedades con mil calamidades más tienen su origen ahí.
Jesus Carrizo Fernandez