Este es un artículo de opinión de Philippe Benoit, director de investigación de Global Infrastructure Analytics and Sustainability 2050, y de Gareth Phillips, gerente de finanzas climáticas y ambientales en el Grupo del Banco Africano de Desarrollo.
WASHINGTON – En el discurso del cambio climático, la «mitigación» (es decir, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero) suele dominar. Esto es cierto sobre todo cuando la discusión gira en torno a la movilización de cantidades masivas de capital privado necesario para lograr nuestras objeciones climáticas.
Pero la “adaptación”, es decir, la acción para responder a los impactos del cambio climático que ya están ocurriendo, así como prepararse para impactos futuros, también enfrenta grandes necesidades de financiación.
Para responder a este desafío, se necesitan una vez más cantidades importantes de capital privado, y esto requerirá innovación en el financiamiento climático dirigida específicamente a la adaptación.
El viaje desde la cumbre de financiamiento climático de París de este mes hasta la COP 28 organizada a fines de este año por los Emiratos Árabes Unidos, y donde el financiamiento probablemente sea un tema destacado, brinda oportunidades para elevar el perfil de esta necesidad a menudo ignorada de financiar la adaptación.
Si bien hay relativamente poco debate sobre este tema, es clave para lograr los objetivos climáticos duales de reducir las emisiones y, al mismo tiempo, prepararse para los impactos del cambio climático que ahora son inevitables y se prevé que aumenten.
Las necesidades anuales de financiamiento para la mitigación se han estimado en alrededor de 600 000 millones de dólares para 2030 en las economías emergentes solo para energía, y el capital privado proporciona las tres cuartas partes de las cantidades requeridas.
Las necesidades de adaptación informadas son relativamente menores, aunque aún están parcialmente identificadas. Por ejemplo, las necesidades anuales de adaptación para los países en desarrollo se han estimado en 160 000-340 000 millones de dólares para 2030, incluidos más de 50 000 millones de dólares para África.
Estos montos de adaptación están más allá de cualquier estimación razonable de la capacidad de financiación de sus gobiernos, especialmente cuando se suman a los requisitos para la mitigación.
Se han desarrollado varios mecanismos de financiación innovadores para movilizar capital privado para el clima, pero tienden a enfocarse en la mitigación. El más conocido es probablemente el de los mercados de carbono en los que se compensa a los inversores por financiar proyectos que reducen o evitan las emisiones.
El artículo 6 del Acuerdo de París de 2015 sobre el clima establece un mecanismo de movilización de recursos, pero una vez más, expresamente para la acción de mitigación. De manera similar, el Acelerador de Transición Energética presentado por el enviado presidencial especial de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, en la COP 27, apunta al capital privado para financiar fuentes de energía limpia.
Cuando se trata de adaptación, la discusión a menudo se centra en los fondos del sector público. Por ejemplo, el Fondo Verde para el Clima, un servicio multigubernamental, busca proporcionar fondos para la adaptación a niveles que coincidan con la mitigación.
En general, se ha considerado que los proyectos de adaptación proporcionan bienes públicos y, en consecuencia, se han buscado enfoques de financiación basados en recursos del sector público, con frecuencia en forma de subvenciones. Esto limita mucho las opciones y montos de financiamiento.
Sin embargo, los requisitos de inversión para la adaptación son enormes y se incrementan cada día a medida que el aumento de las emisiones acrecienta las necesidades de adaptación. Esto requerirá más que solo fuentes públicas; se necesita capital privado. Pero para desbloquear este capital, se debe dirigir más atención y creatividad al desarrollo de nuevos mecanismos de adaptación.
Al considerar el financiamiento privado para la adaptación, existen tres grupos principales de agentes distintos pero interrelacionados.
- Las primeras son empresas expuestas a riesgos relacionados con el clima en sus operaciones. Esto incluye una variedad de agronegocios, empresas de redes eléctricas, operadores portuarios, agentes de la industria del turismo y empresas de construcción. El problema aquí es alentar en gran medida a estas empresas a gastar más en adaptar sus negocios al cambio climático.
- Una segunda fuente potencial son los productores y consumidores de productos de combustibles fósiles cuyas actividades anteriores han alimentado el cambio climático al que debemos adaptarnos. Por ejemplo, así como las empresas tienen programas de clientes para recaudar fondos para compensar sus emisiones (por ejemplo, las aerolíneas), los consumidores también pueden estar motivados para apoyar las inversiones destinadas a abordar los impactos de sus emisiones.
- La tercera y fundamental fuente es el capital privado de terceros, incluidos los bancos comerciales y los inversores de capital privado. Esto constituye una enorme fuente potencial de financiación (el mercado de bonos asciende a billones), y es el centro de la discusión que sigue.
Los mercados de carbono de mitigación existentes brindan un precedente potencialmente fértil para obtener capital privado de terceros.
Es importante reconocer que la génesis de los mercados de carbono fue que los gobiernos crearon marcos regulatorios que dieron valor a las reducciones de emisiones: los gobiernos establecieron objetivos y crearon mecanismos que ofrecían incentivos financieros y flexibilidad para cumplir esos objetivos a través del gasto de capital.
Esto también ayudó a sentar las bases para los mercados voluntarios no gubernamentales paralelos. Con este tipo de estructuras, se incentiva a los inversionistas a pagar para evitar el carbono, lo que hace que los proyectos sean financieramente atractivos, brindando así a los patrocinadores de proyectos acceso a capital para inversiones en actividades, sectores y regiones que de otro modo no serían financiables.
Se podría adoptar un enfoque similar para la adaptación; es decir, la creación de un marco regulatorio o voluntario en el que se reconozcan y valoren los pagos a proyectos que brinden beneficios genuinos de adaptación.
Las acciones de adaptación elegibles podrían incluir bienes y servicios agrícolas resistentes al clima, inversiones en almacenamiento en frío, tratamiento mejorado y reutilización de aguas residuales, protección costera, conservación de la biodiversidad para proteger la capacidad de adaptación de la naturaleza y acciones para mitigar los incendios forestales, un tema que ha recibido mayor atención recientemente. Es importante destacar que esto no es solo una reflexión.
El Banco Africano de Desarrollo, donde uno de nosotros es el gerente de finanzas climáticas y ambientales, ha estado desarrollando un servicio de este tipo: el Mecanismo de Beneficios de Adaptación (ABM, en inglés).
El mecanismo ABM crea un producto financiero para inversores externos (capital privado, donantes, consumidores) para financiar a los desarrolladores de proyectos a cambio de Beneficios de Adaptación Certificados, que atribuyen un valor a la reducción o prevención de los impactos negativos del cambio climático en la agricultura, la salud de las personas, la biodiversidad, los edificios, las empresas y otros activos.
El producto ABM está diseñado para tener un precio a un nivel que permita al desarrollador financiar lo que de otro modo sería una inversión de adaptación no financiable. Significativamente, proporciona a estos desarrolladores acceso a nuevas fuentes de capital que pueden hacer realidad más proyectos de adaptación.
Se están explorando y desplegando otros mecanismos, como los bonos de adaptación. Muchos de estos programas están diseñados para atraer capital privado de terceros a las actividades de adaptación, mientras que otros abordan otras barreras y limitaciones a la inversión privada.
A pesar de estos esfuerzos, sigue habiendo una escasez general de instrumentos y propuestas para atraer más capital privado a la adaptación. Superar esta escasez requerirá poner más recursos intelectuales y creativos en la financiación de la adaptación, incluso por parte de los principales centros financieros del mundo. El sector privado tiene más para contribuir en esta área, pero liberar su poder requerirá innovación financiera.
Con la finalización de la cumbre de financiamiento climático de París este mes, el período previo a la COP 28 que se llevará a cabo más adelante este año es una oportunidad que no debe perderse para avanzar en el esfuerzo de recaudar más capital privado para la adaptación.
Philippe Benoit es director de investigación de Global Infrastructure Analytics y Sustainability 2050 (Análisis de infraestructura global y sostenibilidad 2050). Tiene más de 20 años de experiencia en finanzas internacionales y sostenibilidad, incluidos puestos gerenciales en el Banco Mundial. También es investigador adjunto senior en el Centro de Política Energética Global de la estadounidense Universidad de Columbia.
Gareth Phillips es gerente de finanzas climáticas y ambientales en el Grupo del Banco Africano de Desarrollo.
T: MLM / ED: EG