LA HABANA (Cuba).- Atractivo indiscutible para la ciencia, la industria y el mercado, la Inteligencia Artificial (IA) salta hoy como uno de los contrincantes fuertes de la fuerza laboral mundial, preocupada por el futuro de sus puestos de trabajo.
Las sirenas suenan en discusiones ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en la propia Unesco y frente a las oficinas de muchas empresas a nivel global, llegando a la mediática huelga protagonizada por guionistas y actores de Hollywood, en Estados Unidos, que ya sufren de depresión en sus bolsillos.
Más allá del evidente desarrollo científico que significan las tecnologías de la IA, se discute sobre los desafíos que deben sortear para quedar bien paradas ante la humanidad, entre ellos el tema de la ética y la responsabilidad a la hora de ser empleadas.
Y es que mientras avanza en autonomía, surgen preocupaciones sobre su impacto social, por lo que resulta crucial abordar cuestiones éticas relacionadas con la privacidad, la discriminación algorítmica y la toma de decisiones justas.
Otros retos están vinculados con la transparencia, ya que en muchos casos las decisiones tomadas por los sistemas de IA son difíciles de entender para las personas, de ahí que la capacidad de explicar cómo y por qué se aplicaron es fundamental para confiar en ellas y evitar sesgos indeseables.
Frente a la privacidad y la seguridad también saltan las alarmas. Los avances en la Inteligencia Artificial han llevado a cuestionamientos en torno a la protección de los datos personales y la posible manipulación de esos sistemas por parte de actores malintencionados.
Dudas y resquemores provocan además temas vinculados con sesgo y equidad, teniendo en cuenta que los algoritmos pudieran ser perfectos, pero detrás de ellos hay personas que introducen los datos para entrenarlos, lo que puede llevar a decisiones injustas y discriminatorias.
Lograr la equidad y mitigar las brechas en ese sentido resulta un desafío clave para garantizar que las IA sean beneficiosas para todos los seres humanos. Según los científicos que las diseñan, aparece también como una tarea inmediata a resolver la necesidad de mejorar sus niveles de aprendizaje.
La práctica ha demostrado que, a pesar de alcanzar altos niveles de rendimiento en tareas específicas, estos sistemas de programación a menudo tienen dificultades para generalizar y aplicar sus conocimientos a situaciones nuevas.
A medida que la tecnología avanza, resulta imprescindible abordar estos problemas y encontrar soluciones para aprovechar al máximo el potencial de las IA de manera ética y responsable, sin duda retos a enfrentar en el presente, que de ser sorteados harán aumentar los aplausos en torno a ellas.
OIT: La inteligencia artificial (IA) pueda crear más empleo, no destruirlo
Por: Mario Muñoz Lozano
Fuente y foto Prensa Latina
⊕