Este es un artículo de opinión de Norman Solomon, director nacional de RootsAction y director ejecutivo del Instituto para la Exactitud Pública.
SAN FRANCISCO, Estados Unidos – Cuando el embajador de Israel ante las Naciones Unidas habló fuera del Consejo de Seguridad el domingo 8, dijo: «Este es el 11-S de Israel. Este es el 11-S de Israel». Mientras tanto, en una entrevista de la radio pública PBS NewsHour, el embajador de Israel en Estados Unidos dijo: «Este es, como alguien dijo, nuestro 11-S».
Aunque la frase pueda parecer lógica, el «11-S de Israel» ya está siendo utilizado como una enorme arma propagandística por el gobierno de Israel – ahora inmerso en crímenes de guerra masivos contra civiles en Gaza, tras el asesinato masivo de israelíes por parte de Hamás el sábado 7.
A primera vista, una analogía entre las atrocidades que acaban de sufrir los israelíes y lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001 con la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York podría parecer que justifica los llamamientos a una solidaridad inequívoca con Israel.
Pero se están produciendo acciones horribles por parte de un gobierno israelí que mantiene desde hace tiempo un sistema de apartheid mientras aplasta los derechos humanos básicos del pueblo palestino.
Lo que resulta muy siniestro de pregonar el «11-S de Israel» es lo que ocurrió después del 11-S de Estados Unidos. Usando el sudario de víctima, Estados Unidos procedió a utilizar la horrible tragedia sufrida dentro de sus propias fronteras como licencia para matar a un gran número de personas en nombre de las represalias, la justicia y, por supuesto, la «guerra contra el terror».
Es un libro de jugadas que el gobierno de Benjamin Netanyahu está adaptando y aplicando actualmente como venganza. Ahora en curso, el castigo colectivo de Israel a 2,3 millones de personas en Gaza es una intensificación de lo que Israel lleva décadas haciendo a los palestinos.
Pero el extremismo de Israel, que más que nunca se pregona a sí mismo como una cuestión de autodefensa, está alcanzando nuevas profundidades racistas con su disposición a tratar a los seres humanos como aptos para el exterminio.
El lunes 9, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, describió a los palestinos como «gente bestial» y dijo: «Estamos luchando contra animales y actuamos en consecuencia».
Los bombardeos indiscriminados se suceden ahora junto con el corte de alimentos, agua, electricidad y combustible.
Tras señalar que «incluso antes de las últimas restricciones, los residentes de Gaza ya se enfrentaban a una inseguridad alimentaria generalizada, restricciones de movimiento y escasez de agua», la BBC informó de que un funcionario de la ONU dijo que la gente en Gaza «estaba ‘aterrorizada’ por la situación actual y preocupada por su seguridad, así como por la de sus hijos y familias».
Se trata de un terrible eco del planteamiento posterior al 11-S del gobierno estadounidense, que desde el principio, tras el ataque del grupo yihadista Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, se confirió a sí mismo la absolución anticipada de todos y cada uno de sus futuros crímenes contra la humanidad.
En nombre de la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos infligió un castigo colectivo a un enorme número de personas que no tenían absolutamente nada que ver con el 11-S.
El proyecto Costs of War (el costo de la guerra) de la Universidad Brown calcula más de 400.000 muertes civiles directas «en la violencia de las guerras estadounidenses posteriores al 11-S en Afganistán, Pakistán, Iraq, Siria, Yemen y otros lugares».
Al principio de la «guerra contra el terror», el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, había elaborado una plantilla para dar el visto bueno a prácticamente cualquier asesinato por parte del ejército estadounidense.
«Nosotros no empezamos esta guerra», dijo en una rueda de prensa en diciembre de 2001, dos meses después de iniciada la guerra de Afganistán. «Así que, entiéndanlo, la responsabilidad de todas y cada una de las víctimas de esta guerra, ya sean afganos inocentes o estadounidenses inocentes, recae sobre Al Qaeda y los talibanes».
Rumsfeld recibió una lluvia de elogios por parte de los medios de comunicación estadounidenses, mientras no sólo insistía en que el gobierno de Estados Unidos no tenía ninguna responsabilidad por las muertes causadas por sus fuerzas armadas, sino que también daba fe de la notable decencia de los militares estadounidenses.
«La capacidad de selección de objetivos y el cuidado que se pone en la selección de objetivos, para asegurarse de que se alcanzan los objetivos precisos y de que no se alcanzan otros objetivos, es tan impresionante como cualquier otra cosa que se pueda ver», dijo Rumsfeld.
También alabó «el cuidado que se pone en ello, la humanidad que se pone en ello».
Incluso antes de su actual ataque de alta tecnología contra Gaza, Israel había acumulado un largo historial de asesinatos de civiles allí, mientras lo negaba a cada paso. Por ejemplo, las Naciones Unidas determinaron que durante el asalto israelí «Operación Borde Protector» de 2014 murieron 1462 civiles palestinos, entre ellos 495 niños.
No hay razón para dudar de que la cifra de civiles muertos por las actuales acciones militares israelíes en Gaza pronto superará con creces el número de personas muertas por el asalto de Hamás días atrás.
Al igual que tras el 11-S, las afirmaciones oficiales de que solo se lucha contra el terrorismo seguirán sirviendo como cortinas de humo de relaciones públicas para un gobierno que aterroriza e inflige una carnicería masiva a los palestinos.
El asesinato y secuestro de civiles por parte de Hamás, que sólo merece una condena inequívoca, preparó el terreno para la matanza de civiles que Israel está llevando a cabo en Gaza.
Ausente de la página de portada de The New York Times el lunes 9 por la noche y relegada a la página 9 de la edición impresa del periódico el martes10, una noticia espeluznante comenzaba así: «Ataques aéreos israelíes golpearon Gaza el lunes, arrasando mezquitas sobre las cabezas de los fieles, borrando un concurrido mercado lleno de compradores y matando a familias enteras, dijeron testigos y autoridades en Gaza.»
Y añadía: «Cinco ataques aéreos israelíes arrasaron el mercado del campo de refugiados de Jabaliya, reduciéndolo a escombros y matando a decenas de personas, según las autoridades. Otros ataques alcanzaron cuatro mezquitas en el campo de refugiados de Shati y mataron a personas que celebraban el culto en su interior, dijeron. Testigos dijeron que había niños jugando al fútbol fuera de una de las mezquitas cuando fue atacada».
Además de publicar una declaración sobre el trágico giro de los acontecimientos, en RootsAction.org hemos ofrecido a los partidarios de una paz justa una forma rápida de enviar un correo electrónico a sus miembros del Congreso y al presidente Joe Biden.
La esencia del mensaje es que «el horrible ciclo de violencia en Medio Oriente no terminará hasta que termine la ocupación israelí – y un enorme obstáculo para poner fin a la ocupación ha sido el gobierno de Estados Unidos».
Norman Solomon es director nacional de RootsAction.org y director ejecutivo del Institute for Public Accuracy. Es autor de numerosos libros, entre ellos War Made Easy. Su último libro, War Made Invisible: How America Hides the Human Toll of Its Military Machine, fue publicado en verano de 2023 por The New Press.
T: MF / ED: EG
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