LONDRES (Reino Unido).- El iceberg A23 con rumbo al Atlántico sur es hoy motivo de preocupación para los científicos, pues podría causar problemas a los millones de focas, pingüinos y otras aves marinas que se reproducen en la isla Georgia del Sur.
La masa de hielo se separó de la costa antártica en 1986 y mide cuatro mil kilómetros cuadrados. Según el centro Bristish Antarctic Survey, estuvo en tierra desde 1986, pero este eventualmente disminuiría su tamaño, perdería su agarre y comenzaría a moverse, y lo hizo por primera vez en el 2020.
Este proceso se aceleró en los últimos meses, impulsado por los vientos y las corrientes, y ahora transita por el extremo norte de la Península Antártica.
“Como la mayoría de los icebergs del sector de Weddell, es casi seguro que A23 será expulsado a la Corriente Circumpolar Antártica, que lo arrojará hacia el Atlántico Sur en un camino que se conoce como callejón de los icebergs», puntualizó la BBC.
Su gran volumen podría alterar las rutas normales de alimentación de los animales, impidiéndoles nutrir adecuadamente a sus crías, pero traería como beneficio que a medida que pierde masa libera polvo mineral el cual constituye un nutriente para los organismos que forman la base de las cadenas alimentarias de los océanos.
Fuente y foto Prensa Latina