PARÍS.- La Fiscalía francesa pidió hoy tres años de cárcel exentos de cumplimiento para Jean Mercier, un anciano de 87 años que en noviembre del 2011 ayudó a suicidarse a su mujer, de 83 años, gravemente enferma.
Jean-Daniel Regnauld, el fiscal del tribunal de Saint Etienne, donde se celebró el juicio, justificó esa pena por el delito de no asistencia a persona en peligro.
Regnauld reprochó a Jean Mercier (foto) que no hubiese avisado a los servicios de urgencia para evitar la muerte de su esposa, Josanne.
El acusado le replicó que la pena reclamada no tiene sentido y que pese a su edad y su enfermedad -tiene diagnosticado un cáncer de próstata y sufre de parkinson- no le asusta la prisión: «O soy culpable o no lo soy».
«Si soy el hombre descrito por el fiscal, soy un cobarde y no merezco que se me exima del cumplimiento de la pena de prisión» y en caso contrario la decisión tendría que ser la absolución, dijo.
Jean Mercier señaló además que, en caso de no ayudar a su mujer a quitarse la vida, «me habría hecho reproches enormes».
En una entrevista publicada hoy por «Le Parisien», el octogenario relató que su esposa era depresiva desde hacía una treintena de años, a lo que se habían añadido dolores crónicos por la artrosis que le dificultaban los movimientos. Dos semanas antes de su muerte, se rompió la muñeca y eso fue el desencadenante.
El 10 de noviembre del 2011, Josanne le pidió que le acercara los medicamentos que él le había alejado, pero por la forma en que le suplicó, entendió que «no era una llamada de socorro, que quería acabar a cualquier precio».
Entonces accedió, vació varias cajas de pastillas y la botella de morfina que tenía recetada en un vaso y se lo mezcló con agua y con sirope y ella se lo tomó.
Su mujer, como él, era miembro de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente y -según el testimonio de Jean Mercier- desde hacía una quincena de años habían hablado de que se ayudarían recíprocamente a morir si el otro se lo pedía. La sentencia se hará pública el próximo 27 de octubre.
La legislación francesa penaliza la asistencia al suicidio y un proyecto de ley, actualmente en trámite parlamentario, señala que se debe autorizar «una sedación profunda y continua» realizada obligatoriamente en un hospital.