La Copa América se presta como tubo de ensayo para restañar heridas, una mejor y larga convivencia con el grupo y permitir ajustes técnicos para el reinicio de las Eliminatorias en setiembre del 2024. Un buen pretexto para en el caso peruano, analizar y mejorar el curso eliminatorio con apenas dos puntos y último en la tabla de posiciones.
En suma, el técnico que asuma la jefatura de la bicolor dispondrá de considerables semanas de trabajo que Juan Reynoso no gozó en su etapa funesta en que el color de la desdicha fue un berrinche de locura acumulada.
En cuanto a los rivales, ya es menos trascedente sea Chile o Argentina, la selección peruana en la Copa América gringa asistirá para curar sus heridas de cero triunfos en un inicio desmejorado por un entrenador de cejas fruncidas, poco hablar y necio para aceptar el desastre que provocaba con sus desaciertos.
Le toca al nuevo propietario del buzo, sea Gareca, Fossati o el que designe la FPF asumir una etapa de reconstrucción y ver si le alcanza el tiempo para diluir las aguas espesas de un manantial incoloro.
En fin, la Copa América tendrá un interés especial para nosotros, los «ilegales» de una eliminatoria revuelta en famélica suma y lejos de la clasificación para el Mundial del 2026. (Hugo Laredo)