Con Juan Máximo Reynoso consumada su salida de la selección peruana le toca el turno a Jorge Fossati subirse a la averiada carrocería para una punción necesaria en con todas las costuras para encontrar los males y sacarlo de la moribunda situación.
El estado ruinoso en que Reynoso deja a la selección peruana será la titánica tarea del charrúa de otorgarle al equipo un buen sorbo de oxígeno para rescatarlo del descalabro, cosa que no será nada fácil.
Fossati, hombre enterado de los manejos del fútbol, pondrá su parte. Y la otra parte los jugadores. Necesario detenerse en evaluar cómo será la aceptación de Fossati en el camerino.
De hecho favorece a Fossati conocer el movimiento del fútbol peruano, haber sido actor de las rascaduras de la Liga 1 y todo lo que implica la organización de un campeonato en un clima tan variado.
Será un punto a favor del uruguayo conocer al futbolista y sobretodo sabrá rodearse con jugadores que conoce. Si llama a cuatro o seis de Universitario tendrá el respaldo necesario para que le cuiden la espalda.
¿Y el resto? Habrá de todo como en botica, con mucho compromiso de casi todo el grupo. Con algunos pocos reacios aunque se harán de la vista gorda y casi no echarán lágrimas con la salida del ex técnico de Cruz Azul.
Con Ricardo Gareca sucedió lo contrario. Los jugadores sienten afecto especial por el “Tigre” y lo evidenciaron en su momento. Christian Cueva lo expresó con estas palabras: “Será difícil voltear la cara y no ver en el banco a Gareca”.
Fossati tiene experiencia, no es un improvisado y seguramente encajará las piezas dispersas para cuadrar la partitura y hacer sonar la orquesta, con la nueva melodía de un técnico que da la impresión de que no se deja que manoseen su trabajo.
Con Reynoso queda aquello de que “si sabía que era sordo yo paro el tren” Se habría evitado muchas cosas, por ejemplo, no estar en la situación caótica en las clasificatorias al Mundial del 2026. Culpable, el que lo eligió. ¿Quién dijo Juan Carlos Oblitas? (Hugo Laredo).