Asunta Jumpiri: “No voy a estar tranquila hasta que Dina y Otárola estén presos”

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Han transcurrido 13 meses de la masacre de Juliaca, en la que 18 personas fueron asesinadas por la represión policial y militar ordenada por el régimen de Dina Boluarte. Son 13 meses desde que Asunta Jumpiri (38) perdió a su hijo Brayan Apaza, quien tenía 15 años y soñaba con ser policía.

Brayan era la mano derecha de su madre: juntos trabajaban la tierra, desyerbando y cosechando café en Sandia, atendían en baños públicos y lavaban carros. Brayan era el penúltimo hijo de Asunta y tenía muy claro lo que quería en la vida.

Apenas cumpliría 18 años ingresaría al cuartel para luego postular a la Policía. “Me decía ‘voy a ser policía para hacerte respetar y que nadie nos humille’”, relata Asunta Jumpiri.

En la tarde del 9 de enero de 2023, Brayan estaba en una cabina de internet haciendo tiempo para encontrarse con su madre en el cruce de las calles Túpac Amaru y Moquegua. El encuentro nunca ocurrió. Cuando Asunta regresó a su casa, su hijo Ciro le contó que un amigo lo llamó para decirle que había un video que mostraba a Brayan recibiendo un disparo.

Brayan estuvo en coma hasta el 12 de enero en el Hospital Carlos Monge Medrano de Juliaca, donde falleció. La necropsia realizada por la Fiscalía indicó que su diagnóstico era traumatismo craneoencefálico y fractura de cráneo causado por un fragmento de proyectil de arma de fuego. Brayan había tenido alojada en su cerebro una bala disparada por un policía.

La vida de Asunta Jumpiri ya no es la misma. Ahora trabaja vendiendo coca y muña en una de las zonas más comerciales de Juliaca, la calle Moquegua, la misma donde Brayan recibió la bala. “En esa calle salgo a vender con mi carreta. Cada vez que paso, veo esa esquina en la que han asesinado a mi hijo”.

Asunta Jumpiri integra la Asociación de Mártires y Víctimas del 09 de Enero de Juliaca – Puno y ha participado en todas manifestaciones. Incluso viajó a Lima para pedir justicia para su hijo. “Nunca me ha interesado la política. Solo me preocupaba llevar el pan de cada día, hacer estudiar a mis hijos y sacarlos adelante”, señala.

Una de las cosas que más le duele a Asunta es el hecho de que Bryan no estaba involucrado en las manifestaciones. El punto de mayor conflicto de aquel 9 de enero en Juliaca fue en el aeropuerto, que se encuentra lejos de donde le dispararon a Brayan. “Dina ha mandado a matar a todo Juliaca. ¿Qué hacía matando cerca a los centros comerciales?”, reflexiona.

Para Asunta, las declaraciones y la actitud de Boluarte son una clara demostración de discriminación y humillación hacia los puneños: “Nos dijo que no somos Perú. Ella no tiene ningún derecho a decir eso. Ella no es peruana. Si fuera peruana no nos hubiera asesinado así”.

En su casa, a la zona de Nueva España, a las afueras de Juliaca, Asunta tiene armado un altar con imágenes de su Brayan y la polera rojinegra que era la favorita de su hijo asesinado. En una de las paredes hay una bandera que dice: “Futuro policía asesinado por policía. Un niño inocente”.

Todos los domingos Asunta va al cementerio Los Ángeles donde está enterrado Brayan para llevarle flores, una Inka Kola y papas fritas, que tanto le gustaban a su hijo. La acompaña Anthony, su hijo menor, de 10 años. “No voy a estar tranquila hasta que Dina y Otárola estén tras las rejas. Y ni así, porque no me van a devolver a mi hijo”, declara, mientras acomoda las flores en la tumba de su hijo y son regadas por sus lágrimas.

Texto: WSV / La Mula / El Foco
Foto: Alessandra Rozas
Video: Canal YouTube La Mula / Twitter Juan Carbajal / Twitter Ainara Tiefenthäler / Twitter Elmer Ayala

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