El Norte ignora la tormenta perfecta sobre el Sur global

 

Una tormenta perfecta se cierne sobre el Sur global por las políticas económicas del Norte. Imagen: Acountax

KUALA LUMPUR – Una tormenta perfecta que se avecina debido a diversos acontecimientos, varios de ellos bastante deliberados, amenaza ahora con causar una gran devastación en el Sur global, que probablemente perjudique más a los más pobres y vulnerables.

El prolongado declive de la globalización

La era de la globalización tuvo consecuencias dispares, incorporando de forma desigual los mercados nacionales del trabajo, bienes e incluso algunos servicios. Terminó gradualmente, con una tendencia mucho más pronunciada tras el prolongado estancamiento mundial desde la crisis financiera mundial estallada en 2008.

Durante ese periodo denominado en ocasiones como la Gran Recesión, los bancos centrales occidentales recurrieron a políticas monetarias no convencionales, principalmente la “flexibilización cuantitativa”, para mantener a flote sus economías. Pero un crédito más fácil permitió en una mayor financiarización y endeudamiento, en lugar de una recuperación, y mucho menos en un desarrollo sostenible.

En todo caso, el final de la era de la globalización no significó un simple retorno al statu quo ante. La mayoría de las economías habían sido transformadas irreversiblemente por la liberalización económica, tanto a nivel nacional como internacional, con nefastas consecuencias duraderas.

Las presiones del mercado a favor de la austeridad fiscal se vieron reforzadas por las condicionalidades y el asesoramiento de las instituciones financieras internacionales. Esto condujo inevitablemente a profundos recortes del gasto público, dejando poco para las inversiones públicas, que podrían contribuir a la recuperación de la economía real.

subidas de las tasas de interés aceleran el estancamiento

La doctrina Wolfowitz, conocida así por la autoría del subsecretario de Defensa estadounidense Paul Wolfowitz, estableció en 1992 que Estados Unidos era la única superpotencia mundial y el fin de la Guerra Fría, y marcó el periodo que concluyó con el fin de la presidencia de George W. Bush (2001-2009).

Fue revisada por la administración de su sucesor, Barak Obama (2009-2017), para iniciar la segunda Guerra Fría. La pandemia de la covid-19, estallada en 2020, y los dos últimos años de guerras y sanciones han empeorado las perturbaciones del lado de la oferta, exacerbando la inflación impulsada por los costos.

Jomo Kwame Sundaram
El autor, Jomo Kwame Sundaram

Algunos precios se dispararon debido a la manipulación oportunista del mercado por parte de inversores y especuladores, así como a intervenciones perturbadoras deliberadas para obtener ventajas políticas. El Estado de derecho, incluso los derechos de propiedad, antaño sagrados, se ha sacrificado por conveniencia política, socavando la confianza, especialmente en los Estados.

De ahí que las subidas concertadas de los tipos de interés por parte de los influyentes bancos centrales occidentales hayan demostrado ser una herramienta innecesaria, inapropiada y contundente del lado de la demanda para hacer frente a la inflación contemporánea impulsada principalmente por factores del lado de la oferta.

En lugar de abordar la inflación originada por las alteraciones de la oferta, las tasas de interés más altas han recortado el gasto privado y público, lo que ha provocado una disminución de la demanda, el empleo y los ingresos en gran parte del mundo.

En Estados Unidos, los sucesivos presidentes mantuvieron el pleno empleo desde que Obama heredó la crisis financiera mundial de 2008. Excepcionalmente, su banco central, la Reserva Federal, tiene el doble mandato de mantener el pleno empleo y la estabilidad financiera.

En todo el mundo, las subidas deliberadas y concertadas de los tipos de interés de 2022 y 2023 han demostrado ser contractivas y contrarias al trabajo y al empleo.

El Sur global tiene las manos atadas

Los responsables políticos del Sur global están muy limitados por sus circunstancias. Expuestos a los mercados mundiales y con limitados instrumentos de política fiscal y monetaria a su disposición, están cautivos de los sesgos procíclicos de las políticas.

El Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales tienden a exigir condiciones de austeridad fiscal a cambio de cualquier alivio crediticio.

Así, los gobiernos receptores se ven sometidos a restricciones de gasto en lugar de proporcionar alivio. Peor aún, muchas legislaturas se han impuesto a sí mismas restricciones de gasto innecesarias, supuestamente para mejorar la credibilidad fiscal del gobierno.

Los bancos centrales supuestamente independientes han agravado aún más las restricciones de la política monetaria. Estos bancos centrales responden principalmente a los intereses financieros internacionales y nacionales, más que a las prioridades políticas nacionales.

Tras la liberalización monetaria y financiera de las últimas décadas, los países en desarrollo están mucho más expuestos a crisis de deuda peores que las vividas en los años ochenta.

Entonces, los gobiernos de América Latina, de África subsahariana y otros lugares habían contraído grandes préstamos, principalmente de bancos comerciales estadounidenses y británicos.

Después de que el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker (1979-1987), subiera bruscamente los tipos de interés a partir de 1980, graves crisis fiscales y de deuda paralizaron a muchos de estos gobiernos durante más de una década.

El nivel de exposición a la deuda es mucho mayor y se toma prestada de fuentes variadas, significativamente más basadas en el mercado y no bancarias. Los gobiernos también han proporcionado garantías para que las empresas estatales se endeuden fuertemente, pero de forma menos responsable que con la deuda soberana.

Nuevas divisiones en el mundo postunipolar

El momento del mundo unipolar tras el final de la primera Guerra Fría vio brevemente la hegemonía indiscutible de Estados Unidos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)  desarrolló políticas para el Norte global en comercio, inversión, tecnología, finanzas, fiscalidad y otras áreas vitales, normalmente a expensas del Sur.

Más recientemente, la nueva Guerra Fría o las políticas geopolíticas, incluidas las sanciones ilegales, han frustrado las aspiraciones de los países en desarrollo de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adaptarse al calentamiento global y sus efectos, y recuperar una parte más justa de los ingresos mundiales procedentes del impuesto de sociedades.

Con la mayoría de las economías sin apenas crecimiento y los esfuerzos de muchos gobiernos por reducir las importaciones, las oportunidades de exportación se han vuelto más inciertas y limitadas, acabando con una premisa crucial para la globalización. Con unos tipos de interés más altos, incluso las finanzas han abandonado los países en desarrollo en vuelos hacia la seguridad de Estados Unidos.

Al carecer del exorbitante privilegio de emitir el dólar estadounidense, que sigue siendo la moneda de reserva mundial, la mayoría de los países en desarrollo carecen de espacio monetario, fiscal y político. A diferencia de las naciones ricas, que se endeudan en su propia moneda, la mayoría de los países en desarrollo siguen siendo vulnerables a los vaivenes de los tipos de cambio.

Los más pobres, cada vez más pobres

Con el Pivote Asiático de Obama, una estrategia de Estados Unidos para frenar a China, sus créditos a los países en desarrollo, incluidos los del África subsahariana, se redujeron a partir de 2016 aproximadamente.

A pesar del encarecimiento de los préstamos, muchos de los países más pobres recurrieron a acreedores privados. Pero los préstamos del mercado privado a las naciones pobres se agotaron a partir de 2022, cuando la Reserva Federal estadounidense subió las tasas de interés bruscamente durante casi dos años.

Al dispararse los costes del servicio de la deuda, los riesgos de crisis han aumentado considerablemente, especialmente en las naciones más pobres. Aunque no se debe obviamente a una conspiración contra el Sur global, hay poca preocupación por la situación de los más desfavorecidos en los países más pobres.

Mientras tanto, la pobreza en los países más pobres no ha disminuido desde hace más de una década.

Con el aumento de las disparidades internacionales a costa de los más pobres en las naciones más pobres, el deseo de emigrar sigue aumentando, aunque sobre todo es inasequible para los más pobres.

T: MF / ED: EG

Cortesía ipsnoticias.net

 

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