Consecuencias de crisis en Ecuador resaltan necesidad de invertir en resiliencia de base

 

Este es un artículo de opinión de Surita Sandosham, presidenta y directora ejecutiva de Heifer International
Personal del Colectivo de Artes Populares “La Changa” en la entrega de canastas agroecológicas en bicicleta en el sur de Quito en 2020. Heifer apoya con equipos a este grupo. Imagen: Isadora Romero / Heifer Internacional

LITTLE ROCK, Estados Unidos – Los impactantes y continuos niveles de violencia en Ecuador desde el inicio del año, seguidos de las inundaciones causadas por El Niño, asestaron un doble golpe a quienes en el país viven al día y son más vulnerables a la inestabilidad.

Las familias y comunidades agrícolas, que ya luchaban por ganarse la vida, vieron perturbado todo el mercado de alimentos. La escalada del crimen y la violencia hicieron más peligroso y difícil llevar cultivos, pescado y carne al mercado, mientras que la creciente inseguridad también frenó la demanda de los consumidores. Nos llegaron informes de mujeres que dormían en sus tiendas para proteger sus negocios agroalimentarios mientras los niveles de migración seguían aumentando.

Sin embargo, contra todo pronóstico, muchas comunidades mantienen en funcionamiento los suministros locales de alimentos gracias a la colaboración continua con grupos de desarrollo local que ha fortalecido su resiliencia ante las crisis, ofreciendo un plan para un desarrollo económico rentable y liderado por la comunidad en otros lugares.

Muchas comunidades rurales de Ecuador pudieron adaptarse a los efectos de los acontecimientos recientes con el apoyo de organizaciones sobre el terreno, incluidas Heifer Ecuador, Global FoodBanking Network y otras.

Los esfuerzos de base para minimizar el impacto de tales crisis han reducido la escala de las pérdidas y el costo de la reconstrucción, así como el imperativo de migrar, haciendo de la resiliencia a largo plazo una inversión estratégica para los sectores humanitarios y de desarrollo.

Este panorama de esperanza en Ecuador debería inspirar a la comunidad internacional a invertir más fondos y recursos en el fortalecimiento de las economías locales y rurales en América Latina y en todo el mundo para que shocks similares no retrasen los avances en materia de desarrollo en otros lugares.

Lo fundamental para desarrollar la resiliencia a largo plazo es aprender y aplicar las lecciones de crisis o factores estresantes anteriores.

Por ejemplo, en el punto álgido de la pandemia de covid-19, los agricultores de Ecuador se unieron para agrupar sus productos en centros de recolección exclusivos y desinfectados y crear canastas de alimentos para entrega a domicilio, dirigidas a familias de bajos ingresos.

Mientras tanto, las comunidades instalaron mercados al aire libre con la ayuda del equipo de Heifer Ecuador para brindar a los agricultores un lugar seguro para vender sus productos durante períodos de movimiento restringido. Esto significó que las familias de agricultores pudieran seguir ganándose la vida y al mismo tiempo apoyar la seguridad alimentaria local.

El ecuatoriano Clemente Cáceres muestra un cangrejo que recogió. Los pescadores solo pueden capturar cangrejos machos que alcancen el tamaño preestablecido. Quienes incumplan esta norma son sancionados. Imagen: Heifer Internacional

Hoy en día, los agricultores están aplicando la misma flexibilidad y creatividad para mantener los mercados de alimentos funcionando a pesar de que las bandas criminales controlan carreteras y puertos clave. Esto incluye adaptar los cronogramas para que productos esenciales como el café y el cacao lleguen a los puertos de manera segura.

Un segundo elemento de la resiliencia a largo plazo es anticipar las crisis y prepararse para ellas en la medida de lo posible.

El Niño de 1997-98 trajo precipitaciones extremas al Ecuador, lo que provocó pérdidas agrícolas de más de 300 millones de dólares solo en febrero de 1998.

Pero este año, antes del pronóstico de El Niño, Heifer Ecuador trabajó con socios para llevar a cabo un estudio innovador de las áreas con mayor riesgo para ayudar a tomar medidas preventivas a fin de reducir las pérdidas y daños agrícolas.

Los datos analizaron la amenaza potencial a 500.000 agricultores y productores en las provincias de El Oro, Esmeraldas, Manabí, Santa Elena y Guayas, y recomendaron medidas como muros y barreras contra inundaciones reforzados, mejor drenaje del suelo y almacenamiento y procesamiento de cultivos cosechados inicialmente.

El resultado fue que las comunidades estaban mejor preparadas esta vez con más información sobre qué esperar. Se implementaron algunas acciones de prevención simples pero clave para proteger los equipos poscosecha de los centros de recolección de alimentos, entre otras cosas, minimizando el impacto en los sistemas alimentarios y las economías locales.

Una de esas acciones preventivas en la provincia de El Oro implicó el cofinanciamiento de un dosel para que una asociación dirigida por agricultores cubriera y protegiera el cacao cosechado mientras se secaba, una intervención que ayudó a evitar que el producto se mojara y perdiera su calidad durante la temporada de invierno.

De manera similar, en Santa Elena, Heifer Ecuador y sus socios locales reforzaron el suelo alrededor de un centro de procesamiento de carne, canalizando el agua de lluvia fuera del perímetro del centro para reducir el riesgo de inundaciones y evitar el deterioro de la infraestructura del sitio.

Por lo tanto, con comunidades más empoderadas y resilientes, la ayuda humanitaria puede asignarse mejor para momentos de necesidad urgente y sin precedentes.

Mientras tanto, las vulnerabilidades que exacerban el impacto de las crisis (como el terremoto de magnitud 7,8 que azotó Ecuador en 2016, que mató a cientos de personas y desplazó a miles más) deben abordarse mediante la reducción del riesgo de desastres a largo plazo, incluidas mejoras en la infraestructura y sistemas de alerta temprana.

La eficacia de responder a shocks como el reciente conflicto violento y los extremos climáticos depende tanto de las decisiones tomadas en años anteriores como de las que se toman en el momento. Y dado que los extremos climáticos son cada vez más frecuentes, invertir en resiliencia a largo plazo es aún más crítico.

Al invertir en equipos locales y trabajar para fortalecer la resiliencia de las comunidades rurales y agrícolas en la base de la pirámide, todo el tejido de la sociedad es como resultado más fuerte y más estable. Esto ha beneficiado a Ecuador cuando más lo necesitaba y, al replicar este modelo en otros lugares, puede ayudar a proteger a los más vulnerables en todo el mundo.

T: MLM / ED: EG

 

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