TOKIO.- El primer ministro japonés, Shinzo Abe, reafirmó hoy ante el Parlamento nipón su voluntad de solucionar la disputa territorial con Rusia por las islas Kuriles con vistas a firmar el acuerdo de paz pendiente desde el final de la II Guerra Mundial.
«Comparto una firme determinación con el presidente ruso, (Vladimir) Putin, para no dejar sin resolver un asunto que lleva así más de 70 años», dijo el mandatario nipón durante su intervención en la primera sesión parlamentaria del año en Japón.
Abe afirmó que poner fin a la disputa territorial con Rusia será una de las prioridades de la presente legislatura en materia diplomática, después de celebrar la semana pasada una cumbre en Moscú con Putin en la que ambos líderes se comprometieron a acelerar los esfuerzos para firmar un acuerdo de Paz.
Pese a ello, no está claro si ambas partes lograron algún avance para resolver sus diferencias sobre las cuatro islas Kuriles del Sur -Iturup, Kunashir, Habomai y Shikotan-, en poder soviético primero y después ruso desde el fin de la contienda mundial y reclamadas desde entonces por Tokio, donde se conocen como Territorios del Norte.
Abe y Putin tienen previsto celebrar una nueva cumbre en junio en Tokio para continuar con el proceso negociador que han abierto con base en la Declaración Unión Soviética-Japón de 1965, un texto que según Tokio contempla la devolución dos de las cuatro islas previa firma de un tratado de paz.
El líder conservador nipón recalcó su objetivo de «construir nuevas capacidades de Defensa» para Japón en las áreas espacial y de ciberseguridad, así como de reformar la Constitución nacional para ampliar las competencias con las que cuenta el país en materia militar.
Abe señaló que durante esta legislatura «se debe profundizar el debate» sobre la reforma de la Carta Magna, que constituye una de sus prioridades políticas y que supondría dar un reconocimiento hasta ahora inexistente en el texto al Ejército nipón, al que se denomina Fuerzas de Autodefensa.
La reforma constitucional es vista con reticencias por países vecinos como China o Corea del Sur que sufrieron el pasado militarista de Japón, y para que saliera adelante sería necesaria una amplia mayoría parlamentaria y su ratificación en un referéndum.
Por su parte, el emperador Akihito mostró su deseo de que el Parlamento nipón «siga haciendo esfuerzos para mejorar la vida de los japoneses y para contribuir a la paz y la prosperidad del mundo», durante la que fue su última intervención parlamentaria antes de su abdicación, prevista para finales de abril.
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