PARIS/Francia.- Alain Touraine era ya en mayo de 1968 un eminente sociólogo que impartía clases en la Universidad francesa de Nanterre, donde se gestó la revuelta estudiantil que ahora, 50 años más tarde, recuerda como la invención de los movimientos sociales.
Entre sus alumnos contaba con Daniel Cohn-Bendit o Alain Geismar, las dos cabezas visibles de aquel movimiento que él apoyó y que, en una entrevista con Efe, rememora como «el despertar de una juventud cargada de una nueva conciencia, que supo leer el sentido de la historia».
«De forma consciente o inconsciente, en ese momento había el sentimiento de estar entrando en la historia. Otros, incluido el general De Gaulle, temían estar saliendo de ella y por eso actuaron como lo hicieron», agrega el galardonado en el 2010 con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Frente a la visión de una juventud que quería romper el corsé social existente, Touraine reitera que «hubo quien fue incapaz de ver el sentido de la historia».
A sus 92 años, sumergido aún en la publicación de ensayos, atento a todo lo que sucede en el mundo, tiene claro que mayo del 68 supuso la erupción de los movimientos sociales frente al ideal de la revolución proletaria.
«Tuvimos la grandeza de ver que el malo era el comunismo, que había causado ya mucho daño en el siglo XX», asegura el intelectual, que ha dedicado buena parte de sus esfuerzos al estudio de la sociología del trabajo.
Touraine considera que la parte proletaria de la revuelta «no fue más que un detalle» que «quedó sumergido por la masa estudiantil».
«Todo el mundo recuerda a Cohn-Bendit y nadie es capaz de decir quién era el secretario general de la CGT», indica para apuntalar su tesis.
Dani «el rojo», con quien se reúne aún de forma regular junto a Geismar y el sociólogo Edgar Morin, «los cuatro de Nanterre», en homenaje a la universidad de las afueras de París donde surgió el movimiento, trasladado a otros centros cuando fue cerrada por las autoridades.
Touraine señala que era «una juventud consumidora, que había recibido una educación nueva, que pedía vivir una sexualidad más abierta«, lo que se tradujo en algunos avances como «el feminismo moderno«.
El profesor, que prefiere hablar del «mayo de Nanterre» y no «del mayo de París», desliga el movimiento francés de otros que hubo ese mismo año en otros países.
«Aquí no se luchaba contra el autoritarismo», asegura el sociólogo, que lo vincula más con las revueltas estudiantiles en Berkley, en Estados Unidos, en 1964.
Mientras que los estudiantes californianos tomaron como bandera la lucha contra la guerra de Vietnam, en Francia muchos de los intelectuales de mayo del 68 habían forjado su ideario pacifista en la oposición a la de Argelia, que acabó con la independencia del país africano a principios de esa década.
«Pero tengo la sensación de que en Estados Unidos sabían dónde querían ir y no estoy tan convencido de que fuera lo mismo aquí», dice.
Touraine no ve en los movimientos sociales que hoy vive su país ningún paralelismo con lo que sucedió en aquel mayo del 68, que pervive como la mayor protesta estudiantil en la historia del país y finalizó con la convocatoria de elecciones anticipadas.
«La izquierda trata ahora de construir una nueva mayoría asentada en los trabajadores del llamado sector público. La Francia industrial ha desaparecido y el poco proletariado que queda vota al Frente Nacional. Y el sector público ya no es mayoritario», asegura.
El sociólogo lamenta «la falta de altura de miras de los políticos» que «en los últimos 30 años no han sido capaces de marcar la historia de su país».
Considera al expresidente Jacques Chirac «el político más mediocre del país en cien años» y cree que François Mitterrand «solo hizo política ocho meses».
EFE/Foto: montevideo.com.uy