El expresidente peruano Alan García (1985-1990 y 2006-2011), quien se disparó con un arma de fuego en la cabeza este miércoles cuando iba a ser detenido por el caso Odebrecht, dejó en dos años sobre este tema numerosas frases para la posteridad.
García negó las imputaciones que lo relacionaban con un presunto lavado de activos y cohecho en la adjudicación de la construcción de la Línea 1 del Metro de Lima a la constructora brasileña, en el marco de los sobornos que la empresa pagó en una docena de países de Latinoamérica.
«DEMUÉSTRENLO PUES, IMBÉCILES». Con este tono altanero García se dirigió a los periodistas que revelaron la manera en que el expresidente cobró 100.000 dólares por una conferencia en Brasil en 2012. El dinero venía aparentemente de la cuenta oculta de Odebrecht con la que acostumbraba a pagar los sobornos.
«OTROS SE VENDEN, YO NO». Es el mantra que García repitió una y otra vez desde que estalló el caso Odebrecht. Lo dijo cada vez que se conocían nuevos indicios que afectaban a sus adversarios políticos e incluso cuando detuvieron a funcionarios de segunda línea de su último mandato presidencial.
«TERMINEMOS CON LA TELENOVELA». Confiado en que los fiscales nunca encontrarían ningún indicio que lo involucrara directamente con los sobornos, García se pasó los últimos meses pidiendo que interrogasen al exdirector de Odebrecht en Perú Jorge Barata, testigo clave del caso, lo que está previsto para la próxima semana.
«NO SON MIS RATAS». García no dudó en llamar ratas a los funcionarios de su Gobierno que cayeron como parte de las primeras detenciones a inicios de 2017 y aplaudió la labor de la Fiscalía. Su discurso cambió radicalmente cuando las investigaciones y los indicios llegaron a su círculo cercano y incluso a él mismo.
«LOS QUE HABLARON SON LOS RATEROS Y SOBORNADOS». El expresidente peruano estaba empeñado en desvirtuar los testimonios de sus exfuncionarios como el exviceministro Jorge Cuba, quienes se acogieron a la colaboración eficaz (delación premiada) para delatar a otros receptores de los sobornos.
«YO NO NACÍ PARA ROBAR». Solo un día antes de suicidarse para evitar ser arrestado, García ofreció en su casa varias entrevistas a medios locales, entre ellas a RPP Noticias donde afirmó que no nació para robar, última sentencia mediática del expresidente peruano cuyas sospechas de corrupción se remontan hasta su primer mandato.
«30 AÑOS DE PERSECUCIÓN Y SATANIZACIÓN». Así definió García las tres décadas que pasaron desde que asumió la Presidencia por primera vez, un periodo que le llevó a refugiarse en Colombia y en París para evitar un juicio por enriquecimiento ilícito. No volvió a Perú hasta que prescribieron los delitos y luego volvió a ganar las elecciones en 2006.
«NO TENGO POR COSTUMBRE USAR EL GOBIERNO PARA ENRIQUECERME». García siempre defendió que no cogió ni un céntimo de más durante su labor de presidente, pero las muestras de riqueza eran evidentes. Tuvo primero un apartamento en París, después se compró una vivienda en Lima por 800.000 dólares que transfirió a su hijo y luego adquirió una vivienda en Madrid frente al Parque del Oeste.
«NO ES UN CASTIGO ESTAR EN MI PATRIA». Desde noviembre de 2018 García tenía una orden judicial de impedimento de salida del país por 18 meses, lo que aseguró que aceptaba de buena forma. Al día siguiente acudió a la embajada de Uruguay en Lima para solicitar asilo diplomático, el mismo que el Gobierno uruguayo no le concedió.
«NI UNA CUENTA NI UN SOBORNO». Hasta el día de su muerte, García se vanaglorió en varias ocasiones de que los fiscales no pudieron hallarle ni una cuenta bancaria ni ningún soborno a su nombre, aunque los indicios apuntaban a ello, como los 5 millones de dólares que se hallaron en cuentas de su secretario cuando era presidente, Luis Nava. EFE
Alan García es velado en local de la Casa del Pueblo (Video/Fotos)