El cantautor Alejandro Sanz dio hoy en el Palau Sant Jordi de Barcelona, noreste, un concierto para todos los gustos, en el que ha mezclado temas actuales con los clásicos que le dieron la fama.
Volver a Barcelona no es volver a cualquier parte para el malagueño, como él mismo ha recordado, ya que la capital catalana se encuentra a escasos minutos de la ciudad que le vio debutar, la vecina Sant Adrià del Besòs.
«El silencio de los cuervos» fue la escogida para dar el estallido de salida y no fue hasta la tercera canción cuando Sanz se dirigió al público.
Una de las anécdotas de la noche llegó, pocos minutos después de empezar el concierto, cuando algún seguidor le tiró una bandera doblada al escenario.
El cantautor la recogió y, al desplegarla, se dio cuenta de que era una bandera independentista «estelada» y rápidamente la ha dejó sobre el piano, no sin antes dedicar una risa pícara al autor del regalo.
Una picardía de la que Sanz hizo gala en varios momentos del concierto, al dirigirse al público, y también cambiando la introducción de algunos de sus temas más famosos, jugando así al despiste con el público.
El álbum «Más», uno de los más aclamados del artista, fue protagonista en el epicentro del concierto, con un punto de clímax al son del «Corazón partío».
Los asistentes al concierto no dejaron de saltar, jalear y corear todas las canciones que se fueron sucediendo durante dos horas.