RABAT.- La organización Amnistía Internacional (AI) respondió hoy al gobierno de Marruecos con una carta en la que afirma tener pruebas del espionaje practicado por el Ejecutivo contra el periodista marroquí Omar Radi mediante una tecnología desarrollada por la empresa israelí NSO.
La carta, cuyo contenido fue revelado a Efe por fuentes de Amnistía, fue entregada hoy en el ministerio de Derechos Humanos, que encabeza el islamista Mustafa Ramid.
El Gobierno de Rabat exigió el jueves esta respuesta con pruebas que demostrasen su implicación en el supuesto espionaje al periodista.
En la misiva, Amnistía dice aportar pruebas de que el teléfono móvil de Radi, al igual que el un activista de izquierdas llamado Maati Monjib, fueron objeto de un examen forense por parte de los expertos de AI que demostró que tenían instalado el programa de espionaje «Pegasus», desarrollado por NSO.
La fuente no precisó en qué lugar tuvo lugar ese «examen forense» pero dio a entender que no fue en Marruecos.
Amnistía asegura que los servicios de la israelí NSO solo se venden a gobiernos u organismos oficiales (policías, ejércitos, agencias de espionaje) y nunca a civiles u organismos no gubernamentales.
En su carta, Amnistía refuta además la afirmación del Gobierno marroquí de que su informe original sobre el espionaje a Radi, aparecido el 22 de junio en 17 medios internacionales, fue publicado sin contrastarlo con el propio Ejecutivo. Sostiene AI que cinco funcionarios del ministerio marroquí de DDHH fueron contactados en vano para buscar su respuesta antes del día 22.
La organización pro derechos humanos dice además que Marruecos ya ha recurrido en el pasado a tecnologías de espionaje tecnológico contra disidentes: su Gobierno -dijo la fuente- «es responsable de intimidar, perseguir y criminalizar a defensores de derechos humanos y periodistas».
Las otras veces en las que AI ha documentado espionaje contra opositores fue en 2012, contra el grupo «Mamfakinch» (No cedemos) y en 2019 contra el abogado especializado en defender a opositores rifeños Abdesadeq Buchtaui, quien finalmente consiguió asilo político en Francia, según la organización.
Con respecto al posible cierre de la sede de Amnistía Internacional en Rabat, la fuente dijo que sería «muy mal visto por la comunidad internacional», aunque consideró que no sería sino «otro paso más en la represión y las violaciones a los derechos humanos». EFE