De hecho, el conservador Partido Popular (PP) y el liberal Ciudadanos (Cs), que se disputan el electorado de derecha, no dudaron en plantear los comicios andaluces como una primera vuelta de las elecciones generales, que podrían incluso adelantarse a 2019.
Sus resultados serán, por tanto, la primera prueba de fuego para Sánchez, que en junio llegó al presidencial Palacio de La Moncloa tras desbancar, mediante una moción de censura parlamentaria, al conservador Mariano Rajoy, entonces al frente del PP.
En Andalucía, el PSOE, al que los sondeos vaticinan una victoria sin mayoría absoluta, se juega además seguir controlando una comunidad autónoma que gobierna de manera ininterrumpida desde 1982, y que es su principal vivero de votos y mandos dirigentes a nivel nacional.
La cita con las urnas de mañana en el principal bastión de los socialdemócratas marcará también el inicio de un cargado ciclo electoral, con las elecciones europeas, municipales y autonómicas en 13 de las 17 regiones del país en mayo de 2019.
Al frente de un gobierno minoritario desde el 1 de junio, Sánchez dejó de lado su difícil relación personal con la presidenta andaluza y candidata a la reelección, Susana Díaz, con el objetivo de intentar fortalecerse de cara a un posible adelanto de las generales.
‘El tren de las victorias socialistas tiene su primera parada en Andalucía’, afirmó el mandatario en un mitin de apoyo a Díaz, quien en mayo de 2017 fue derrotada por el gobernante -cuando muchos lo daban políticamente muerto- en las primarias del PSOE.
Mientras, las principales formaciones de derecha, PP y Cs, apuestan por ver cuál de las dos encabeza el campo conservador, sin descartar una eventual alianza que les permita derrotar al socialismo andaluz y, con ello, desalojar a Sánchez de La Moncloa a medio plazo.
Un reto en el que no descartan asociarse con Vox, novedoso partido de ultraderecha que ansía entrar en el parlamento andaluz, que durante la campaña arremetió contra los inmigrantes que casi a diario llegan a las costas de la sureña región, la más castigada por ese fenómeno.
Las encuestas de opinión apuntan a que la centenaria agrupación socialdemócrata volvería a ser la más votada este domingo, aunque sin la mayoría necesaria para gobernar en solitario.
Los sondeos más recientes sostienen que el PSOE obtendría entre un 34,5 y un 35,8 por ciento de los votos, porcentaje inferior al de los comicios de 2015 e insuficiente para conseguir la hegemonía en la cámara legislativa regional, establecida en 55 de 108 escaños.
El PP de Pablo Casado se consolidaría en la segunda posición con un 22,3 por ciento de respaldo, según un estudio elaborado por la firma NC Report para el diario conservador La Razón.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, líderes del PSOE y Podemos, respectivamente.
En cualquier caso, la suma de PP y Cs no alcanzaría el número de diputados suficientes para arrebatar la presidencia de la Junta de Andalucía a la socialista Díaz, que podría perder entre dos y seis diputados respecto a los 47 logrados en marzo de 2015.
La factible ausencia de una mayoría y la incertidumbre sobre la formación de una coalición auguran resultados similares a los que se esperan en las municipales, autonómicas y europeas del año próximo, así como en los comicios generales