BARCELONA (España).- Científicos de la Universidad de Barcelona han descubierto una nueva especie de gusano marino en la Isla Decepción, situada en el archipiélago de las Shetland del Sur, en el océano Antártico.
La profesora Conxita Ávila, jefa de un proyecto multidisciplinar que estudia la ecología química, la filogenia, la filogeografía y la ecología trófica en el continente antártico, explicó que el nuevo gusano fue identificado en el esqueleto de una ballena en descomposición.
El esqueleto, de un rorcual de aleta blanca, estaba en el fondo marino, en aguas poco profundas del Puerto Foster, en la Isla Decepción, cerca de la base antártica española Gabriel de Castilla.
«Parougia diapason» es el nombre de la nueva especie de invertebrado marino descubierta, cuyo hallazgo fue publicado esta semana en la revista «Polar Biology», en un artículo que firman los investigadores del Sergi Taboada, María Bas y Conxita Ávila.
La nueva especie forma parte de un grupo de gusanos marinos (anélidos poliquetos) que son frecuentes en fondos marinos ricos en materia orgánica, tanto de origen natural como antropogénico, en diferentes latitudes oceánicas.
«P. diapason», un gusano de pocos milímetros, es la segunda especie del género Parougia descubierta en el océano Antártico, tras la «P. furcata», que fue descrita en 1953 por O. Hartman.
«La península Antártica y las islas Shetland del Sur son una de las regiones mejor estudiadas de la Antártida. Sin embargo, el número de especies descritas hasta ahora en la isla Decepción es muy bajo», según Ávila.
Los biólogos llevaron a cabo análisis morfológicos y filogenéticos, con marcadores genéticos nucleares y mitocondriales, para determinar la nueva especie biológica y, según los resultados, todo apunta a que se trata de la especie más antigua del género Parougia.
La nueva especie tiene algunos rasgos morfológicos -falta de algunos apéndices como el cirrus dorsal y diferencias en la forma del aparato masticador- que la diferencian claramente de especies relacionadas evolutivamente.
Según el investigador Sergi Taboada «esta especie sería un ejemplo claro de organismo oportunista, es decir, un ser vivo que aprovecha unas condiciones favorables muy particulares, un exceso de materia orgánica, para proliferar y alcanzar densidades poblacionales muy elevadas».
«Conocer esta información sobre las características ecológicas de las especies es importante ya que nos permite detectar cambios en el ambiente de manera indirecta», añadió Taboada.
Los investigadores destacan que es necesario esforzarse por proteger la Antártida, ya que ese continente contiene hábitats muy particulares y difíciles de estudiar. (EFE)