BUENOS AIRES.- Gritos, dolor, protesta y furia se viven en estos momentos en la base naval de Mar del Plata, donde se encuentran los familiares de los 44 marinos que viajaban en el submarino que dejó de establecer contacto el pasado miércoles 15.
“ Me quedé viuda, gritaba desconsoladamente Jessica Gopar, la esposa del cabo principal y electricista del submarino argentino San Juan, tras conocer la noticia de una explosión en el sumergible, perdido hace ocho días.
Lo único que les pido es que no nos dejen solos porque después de esto no se sabe que va a pasar. Al principio todos te ayudan pero después se olvidan, decía como casi una súplica Gopar, cuya vida se desmoronó este jueves al llegar a la base y conocer el parte de la Armada.
Fernando, su esposo de 35 años, era submarinista desde hace nueve, e ingreso en la Marina hace 15. Con una foto de él y un nene pequeño de un año repetía una y otra vez que ahora no sabe si podrá ponerle una flor o una vela.
Estaba en Usuahuai, desde donde partió de regreso en el sumergible, y no pudo festejar el primer año de vida de su hijo. La última vez que hablaron, dijo Jessica, todo estaba bien y no se había reportado ninguna falla.
“Me quede viuda con un hijo de 11 meses, repetía entre un llanto conmovedor. Acaban de decir que explotó, que no podre ponerle una flor, es muy duro estar en nuestros zapatos”, decía con voz quebrada.
En medio del dolor, Jessica agradeció a todos los países hermanos que se unieron para ayudar a encontrar al San Juan e incluso a los británicos.
Los familiares, esposas, hermanos congregados en la base naval de Mar del Plata se dan consuelo mutuamente, y los marines abrazan a las familias en este momento terrible.
Pero las esperanzas se desplomaron este jueves después que la Armada confirmó que el día en que se perdió contacto con el submarino ocurrió un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión.
En un parte de prensa, el vocero de esa institución castrense, Enrique Balbi, precisó que se recibió esta información a través del embajador argentino en Austria, Rafael Grossi, miembro de la organización de control de pruebas nucleares.
‘Son unos desgraciados y perversos que nos tuvieron acá una semana’, dijo con dolor Itatí Leguizamón, esposa de German Suarez, de 29 años, otro de los tripulantes del sumergible.
Que haya un milagro, creemos en los milagros, expresó la viuda de un marino que fue a solidarizarse con las familias de sus 44 compatriotas.
La búsqueda continúa y según el vocero Balbi, así lo harán hasta encontrar el ARA San Juan en el que viajaba también Eliana Krawczyk, de 35 años, y primera oficial submarinista de América Latina.(ECHA- Agencias)